El 2016 comenzó con una sesión extraordinaria del parlamento. No que citada para aumentar el salario mínimo, ni para poner impuestos a los grandes capitales, ni para estatizar FRIPUR para que siga funcionando bajo gestión obrera.
Fue convocada para enjuagar la pérdida patrimonial de ANCAP, fruto de la política económica llevada adelante por los sucesivos gobiernos del Frente Amplio.
Los blancos y colorados no tienen autoridad alguna para criticar al centroizquierdismo, porque ellos mismos fundieron varias veces las empresas públicas y salvaron a los bancos con dineros del Estado. Y para colmo, tenían representantes en los Directorios del ente petrolero que votaron junto con la mayoría.
Mientras se capitaliza a ANCAP en 622 millones de dólares (y se adquiere nueva deuda por otros 250 millones), el mismo gobierno es el que declara que no hay dinero para la educación. Tanto el Frente Amplio como la llamada “oposición” ocultan los más de 1.600 millones de dólares de subsidios a las empresas privadas, y las exoneraciones impositivas que las benefician, que junto al pago de intereses de la deuda son la causa fundamental del déficit estatal.
El año pasado los trabajadores vivimos episodios muy clarificadores, como la aplicación de los servicios esenciales contra los trabajadores de la enseñanza, que demuestran que el Frente Amplio aplica un ajuste contra los trabajadores, para seguir cumpliendo con los usureros internacionales y el gran capital.
La clase obrera no pueden seguir apostando al Frente Amplio, ni por supuesto retornar a los partidos tradicionales de la burguesía y los terratenientes.
Debemos poner en pie nuestro propio partido, que luche por un gobierno de trabajadores y por el socialismo.