Fernando Moyano – Columnista invitado.
Borges y Bioy Casares tienen un cuento policial en que el protagonista cree que por accidente quedó depositario de los poderes que controlan el Universo, y pequeños errores suyos provocan grandes catástrofes. Una especie de delirio de omnipotencia invertido.
Hay quien cree que algunos actos rituales tienen consecuencias cósmicas, la superstición pesimista es peor porque un acto equivocado provocaría una tragedia.
Suponer que Almagro al ponerse una bufanda con colores de Palestina podría alentar una ola de antisemitismo, no solo es ridículo e irracional. También es insultar la cultura y tradición democrática de un pueblo que ha sabido recibir generosamente todo tipo de inmigrantes y perseguidos, lo sigue haciendo, y ha defendido al precio de muertos propios el derecho de asilo de otros.
No diremos el absurdo que Uruguay está libre de antisemitismo, racismo o xenofobia, pero hasta el miedo tiene que tener sentido de las proporciones. En otros lados hubo atentados como el de AMIA, y aquí alguien rayó la puerta de algún ascensor. El último verdadero atentado nazi fue en 1961, contra Soledad Barret.
En perseguidos que sufrieron experiencias traumáticas el miedo es comprensible. Seguir educando a cada nueva generación en la misma paranoia ya no lo es. Pero cuando se les suman políticos reaccionarios oportunistas como Pedro y Pablo buscando alguna ventaja electoral, es francamente repudiable.
Tal vez por ser un país chiquito y marginal se magnifica lo que pueda hacer Uruguay, que dicen que es en beneficio del mundo. Y luego vienen las quejas como Mujica en la ONU: “…los uruguayos participamos con 13 a 15 % de nuestras FFAA en las misiones de Paz. Llevamos años y años, siempre estamos en los lugares que nos asignan, sin embargo donde se decide y reparten los recursos no existimos ni para servir el café”. El imperio es muy malagradecido.
Mujica reivindica la PARTICIPACIÓN MERCENARIA de Uruguay en la guerra imperialista neo- colonial, las fuerzas armadas agregan su propio interés corporativo, y el camino oportunista del gobierno es sostener así ese aparato represivo y parasitario como garantía última del orden capitalista.
Sin embargo, el canciller Almagro sí ha intentado algo en favor de lo que él supone que es una política exterior progresista. Es impulsor de la decisión del gobierno de retirar en forma progresiva las tropas uruguayas de Haití, y concretar el retiro del primer tercio incluyendo la totalidad de la Marina, en sus propias palabras “los que nos trajeron más problemas”.
Y además le metió la pesada al actual gobierno duvaliersta de Haití buscando forzar una apertura democrática y la realización de elecciones con garantías para la oposición. Lo extorsionó con el retiro inmediato de las tropas uruguayas si esas condiciones no se cumpliesen.
¿Y qué pasó? Nada. Las ya postergadas elecciones del Senado para octubre, es casi imposible que se realicen tampoco en esa fecha. La represión contra la oposición continúa. La entrega de los recursos a las transnacionales, también.
El movimiento social uruguayo nunca acompañó esa idea de meter la democracia en otras tierras a punta de pistola ni andar condicionando, y tal como lo votó por unanimidad el Congreso del PIT- CNT y fue confirmado por aclamación en actos obreros, estamos por el RETIRO INMEDIATO TOTAL E INCONDICIONAL DE LAS TROPAS DE HAITÍ.
Sin embargo el intento Almagro- Mujica no es para ignorar. Si las buenas intenciones declaradas eran reales o no es secundario. Lo que importa es la fuerza objetiva de los hechos.
Más allá de posibles intenciones queda demostrado que ese “anticolonialismo por métodos colonialistas” es de hecho sostén del colonialismo. La conclusión es que hay que RETIRARSE de la política mercenaria, como ELLOS MISMOS dijeron.
No habrá elecciones en Haití pero sí en Uruguay, y mal pronóstico. Con Tabaré o con Luis vendrá eso que pregonan Pedro y Pablo, una reafirmación de la política más desembozadamente proimperialista en intenciones y en hechos.
Incluso los pequeños avances obtenidos por la lucha de los trabajadores deberán defenderse nuevamente por la lucha, y también en este punto. No retirar el compromiso de retiro de Haití.