por Rafael Fernández
El gobierno de Vázquez ha confirmado tempranamente un pronóstico que hizo el Partido de los Trabajadores: vino a protagonizar un «giro hacia el Norte». Si Mujica había mantenido buenas relaciones con Obama y su embajadora Reinosso, las declaraciones de Nin Novoa y de Raúl Sendic (h) son contundentes en cuanto a tomar distancia de los gobiernos nacionalistas de la región y de acercarse a los EE.UU.
El canciller Nin arrancó enmendando la plana a Mujica, al afirmar que «lo jurídico estaría por encima de lo político». De esta manera recordaba su oposición a la suspensión de Paraguay tras el golpe de derecha protagonizado contra Lugo, así como la inclusión de Venezuela en el Mercosur.
Sendic fue incluso más allá, al cuestionar que exista injerencia de parte del imperialismo yanqui, una afirmación que mantuvo incluso después del decreto de Obama que lo puso en ridículo.
Las declaraciones de Maduro cuestionando la ‘cobardía’ del vicepresidente uruguayo ponen el dedo en la llaga en la propia interna frenteamplista.
El trasfondo de este giro político está en la crisis capitalista, que pone en jaque a las dependientes economías latinoamericanas. La caída de los precios de las materias primas, especialmente del petróleo, es una expresión de dicha crisis. Los gobiernos nacionalistas están profundamente agotados, tras haber demostrado la incapacidad de generar una industrialización en el período de altos precios internacionales.
El gobierno del Frente Amplio depende más que nunca de los flujos del capital financiero internacional, en esta etapa de agravamiento de la crisis. Junto a la fantasía de Aratirí, se ha hundido también el Puerto en las «aguas profundas». La regasificadora –cuya producción estaba destinada a proveer a la megaminera– tiene incluso su obra paralizada por efecto de la crisis. Los espejitos de colores de los «mega emprendimientos» ya no engañan a nadie. El nuevo gobierno apunta a aplicar un ajuste económico y fiscal, y a hacer buena letra con el FMI y el gobierno de Obama.
La derecha blanqui-colorada aplaudió las declaraciones de Sendic y el enfriamiento de las relaciones con Venezuela. La ciudadanía de izquierda fue chantajeada con la amenaza de un retorno de la derecha, pero son los Vázquez y Rousseff los que aplican el programa de la derecha –que en el caso uruguayo sigue en retroceso como lo revelan las cuitas de la «Concertación».
El gobierno de Maduro por su parte se aprueba super-poderes para gobernar por decreto, y utiliza la amenaza de la derecha y la injerencia imperialista como presión sobre los trabajadores, para evitar que levanten sus demandas económicas y políticas. El gobierno «bolivariano» aplica también su ajuste económico, por lo que la clase obrera debe enfrentar al imperialismo pero sin subordinarse al gobierno.
Es necesario reconstruir la izquierda sobre la base de la independencia política del movimiento obrero, con un programa anti-capitalista, de lucha por un gobierno de trabajadores y por la unidad socialista de América Latina.