En momentos que se agudizan todas las contradicciones que atraviesan una sociedad, cuando predomina la escasez, despidos, caída del salario real, cierre de fábricas, todos los actores sociales y políticos se ven forzados a sacar a la luz su verdadero programa. Son momentos en que se “achica la frazada” y uno tiene que elegir de que lado estar.
En medio de la crisis capitalista que azota a Uruguay. el Estado capitalista -como conciliador entre las clases- cumple una función muy importante al intervenir en el proceso económico y político. Este Estado puede tomar varias formas, desde el poder ejecutivo hasta el ejército, pero siempre actuando para paliar los intereses irreconciliables entre las clases sociales. Una herramienta que los Estados nacionales alrededor del globo siempre han reivindicado es la inversión publica, es decir desde sus propias arcas.
Las más diversas corrientes políticas e ideológicas, desde los más conservadores hasta los más liberales, han acudido una y otra vez a la política fiscal, particularmente la inversión. Basta dar un par un ejemplo para ver la magnitud del asunto. En 1933 en EEUU, el presidente Roosvelt llevó adelante un plan de inversiones en infraestructura dirigidas desde el Estado, seguramente el más ambicioso de toda la historia. Esto consistió en el plan llamado New Deal (“Nuevo Trato”), planificado para salvar a EEUU de la crisis capitalista mas grande hasta el momento, la crisis del 29’. Nunca logró sacar al país de la crisis y unos años mas tarde comandaría las fuerzas militares yankees en la Segunda Guerra Mundial (la mayor matanza humana perpetrada por el imperialismo).
Esa crisis del 29’ quedo atrás, pero en estos momentos se esta desarrollando una crisis capitalista de dimensiones históricas mucho mayores que aquella. Esta tuvo su corazón en la crisis hipotecaria-financiera de 2007/08. Y por tanto en todos los centros financieros y políticos del mundo se esta discutiendo como salir de esta crisis, al igual que a comienzos del siglo XX.
En un reciente articulo del semanario El Popular (PCU) titulado “La importancia de la inversión pública” se asegura que la salida a la crisis en Uruguay es a través de una mayor intervención estatal en la economía. Una idea que no es novedosa, sino que proviene de lo explicado más arriba (la crisis del 29’), y que en términos ideológicos-políticos es denomina keynesianismo. Su planteo es que en periodos de contracción económica el Estado aumente su gasto fiscal para revertir dicho proceso.
En el artículo el autor desarrolla el problema de la fuga de capitales tanto en Uruguay como en América Latina toda. Este año, en Uruguay, la tendencia de fuga de capitales se profundizó: a año corrido en marzo de 2016 se registró una salida de capitales por 440 millones de dólares. Esta fuga se procesó principalmente por el giro de utilidades de las multinacionales a sus casas matrices y el aumento en el pago de la deuda externa. En el saldo neto de movimientos financieros con el exterior también influye la inversión extranjera directa (IED), según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en 2015 la IED en Uruguay disminuyó un 25% debido a la baja de los precios internacionales de las materias primas, lo que ha reducido la tasa de ganancia del capital.
Un elemento que se mencionó en el anterior Tribuna de los Trabajadores es el papel de mediador político del Estado, en varios aspectos. En los consejos de Salarios el gobierno fijo pautas a la baja y ha votado con las patronales. En el parlamento los legisladores votaron un ajuste en el gasto social. La orientación social que viene desarrollando el Estado es clara, y no es a favor de los trabajadores. Por tanto no puede esperarse de este gobierno un plan estatal de inversiones que rompan los límites de la ganancia capitalista. Al contrario, la intervención estatal mediante la gasto público viene a elevar la tasa de ganancia, a partir de la movilización de la inversión privada (paralizada) con recursos estatales. Las PPP son un claro ejemplo de este mecanismo. El planteo del PCU oculta el carácter de clase del Estado y del gobierno, y en estos términos, implican una orientación de rescate al capital.
Para desarrollar un plan de inversiones para satisfacer las necesidades de vivienda, salud y educación, y desenvolver en todo su potencial la productividad del trabajo del país, la clase obrera uruguaya debe romper con el gobierno capitalista del Frente Amplio y preparar su propio gobierno. Paso fundamental sin el cual el gasto fiscal seguirá al servicio de los patrones y de los usureros internacionales.