Nicolás Roveri – Jorge Altamira
El martes 9 tuvo lugar una caída generalizada de las bolsas, en especial Shangai, China, y el colapso de la de Atenas -un 13 por ciento. ¿Acaso el “giro en la crisis mundial”, detonado (pero no ocasionado) por el derrumbe del precio del petróleo, está llevando hacia una nueva bancarrota financiera -como la que ocurrió, en 2008, a partir de la quiebra del banco Lehman Brothers y la gigante del seguro AIG? La onda expansiva de China se manifestó en las bolsas de Europa, en el Bovespa de Brasil y en el Merval de Buenos Aires.
La baja del crudo
La baja del precio del crudo ha tenido un efecto devastador sobre compañías y Estados petroleros, extendida al instante al sistema bancario que los financia y al mercado de valores que cotiza sus acciones. En seis meses, el petróleo ha perdido la mitad del precio. Los especialistas discuten acerca de si este desmoronamiento obedece a un exceso de oferta o a una retracción de la demanda. Se trata, en realidad, de la conjunción excepcional de ambos factores: una sobreproducción originada por el ingreso al mercado de yacimientos que implican mayores costos de producción y un repliegue del consumo debido a la recesión que afecta a Europa y parcialmente a Asia. El impacto positivo que la caída de precios podría representar para el consumo está neutralizado por el incremento del valor real de las deudas, ya impagables, que produce una reducción de los niveles de precios.
Los países que se encuentran en la situación más comprometida son Venezuela, Brasil, Rusia y Nigeria; en el caso de las compañías, obviamente Gazprom, Petrobras o PDVSA, pero también las independientes que explotan el gas y petróleo no convencionales en Estados Unidos, fuertemente endeudadas a tasas de interés muchos puntos arriba del mercado. Petrobras, que explota el pre-sal en aguas profundas, ha perdido el 60% de su capital en Bolsa. También han sufrido un impacto fuerte las empresas de servicios tecnológicos, como Schlumberger y Tenarias YPF; Petrobras y Tenaris lideran las bajas de la Bolsa de Buenos Aires. En definitiva, el colapso del petróleo ha afectado a la cadena de pagos y al sistema financiero.
China y Asia
La caída de más de 5% en la Bolsa de Shangai fue gatillada por la introducción de nuevas reglas o parámetros para calificar la solvencia de los bonos corporativos de corto plazo (hasta 182 días); una forma de reconocer que los que se trafican en la actualidad tienen incorporado un riesgo elevado. Apunta a frenar el alto endeudamiento en la construcción, ocasionado por la especulación inmobiliaria. La nueva regulación deja fuera de precio al 60% de los bonos listados en los mercados -unos 200 mil millones de dólares (1,25 billón de yuanes) (Marketwatch, 9/12)-, que deberán ir a buscar refinanciación a las entidades fuera del sistema bancario, a tasas más altas de interés. El endeudamiento de este sistema bancario en las sombras es ya, sin embargo, muy elevado, y no cuenta con la garantía de rescate del Banco Central. Sobre llovido mojado, el Banco Central de China ha subido la tasa de interés de referencia, lo que afecta la capacidad de repago de los deudores.
Otra importante economía asiática que se desacelera es Japón, a pesar de las operaciones de inyección de fondos para revivir la economía y aumentar las exportaciones, mediante la devaluación del yen. También -muy importante- imponiendo una mayor flexibilización laboral. No hubo caso.
Piñata griega
La mayor caída de la Bolsa de Atenas en 27 años fue determinada por la convocatoria a elecciones anticipadas, que habrá de provocar el fracaso del parlamento para elegir a un nuevo presidente de la República. La victoria cierta del emergente movimiento de izquierda, Syriza, pone un signo de interrogación sobre el paquete de rescate al país, que, sin embargo, acaba de ser cuestionado incluso por el partido conservador en el gobierno. Syriza ha abandonado la intención original de cuestionar la deuda pública de Grecia (que después de un ajuste brutal es más alta que al comienzo -un 170% del PBI), e incluso de anular el llamado Memorando, en referencia a las medidas de ajuste. Bien mirado, Syriza es sólo el pretexto de una situación al borde del estallido. Grecia preocupa por sus repercusiones en Italia, cuya economía está paralizada y su deuda pública en un aumento sin pausa, así como por la situación de deflación en el conjunto de la zona euro. Grecia arrastró las bolsas de toda Europa al rojo.
La situación financiera corriente es más grave que la de 2008, porque la deuda total es mayor y su capacidad de pago menor. Hace un par de semanas, el ‘mercado’ tuvo un episodio de ACV, cuando desapareció de forma súbita toda forma de financiamiento, incluso en el mercado interbancos. Los mejores analistas -una minoría- interpretaron muy bien que la desaparición brusca de la liquidez indicaba que el mercado estaba abarrotado de papeles de deuda que no se van a pagar. Así empezó, un “martes negro” de julio de 2007, la crisis mundial en curso.
El curso que siga la crisis se deberá reflejar en los movimientos del oro, el cual ha perdido cerca de la mitad de su cotización en el pico (cerca de 2.000 dólares la onza a cerca de mil). Asistimos a una caída relativa frente a un fuerte descenso de los precios mundiales. Si la crisis desata una crisis bancaria, habremos de ver en cambio una fuerte revalorización del metal en calidad de moneda refugio de valor, o sea de dinero en última instancia. Como se dijo en un artículo reciente en Prensa Obrera, el “giro de la crisis mundial” consiste en que ella mutaría hacia la forma de una bancarrota del tipo 1929/30, que dislocó el mercado mundial y fue acompañada por una crisis agraria que no terminaría hasta el estallido de la Segunda Guerra