Detrás del juicio político a Dilma Rousseff que acaba de ser aprobado por la cámara de diputados de Brasil se esconde un golpe de estado promovido por la burguesía nativa y el imperialismo cuyo objetivo es desatar un ajuste brutal contra los trabajadores, en medio de una bancarrota económica de enorme magnitud. Con el golpe se busca también avanzar en la liquidación de Petrobrás entregándolo al capital internacional, cuyo primer paso lo dio el propio PT eliminando el monopolio de la extracción pre-sal.
De aprobarse el juicio político en el Senado, el vicepresidente Temer –del PMDB- hasta hace poco aliado al PT, ascenderá a la presidencia de la República. Quienes impulsan el impeachment están también involucrados en enormes casos de corrupción y malversación de fondos en torno a Petrobrás y su red de contratistas. Los argumentos esgrimidos para vehiculizar la destitución son una escusa para ocultar los poderosos intereses económicos en juego. Las grandes federaciones industriales pasaron en pocos meses del campo oficial al de oposición, como producto de una crisis industrial enorme. El capital acerero exige poner fin a la competencia de China, de la cual dependen, sin embargo, los exportadores de materias primas agrícolas y mineras. La industria brasileña reclama un rescate financiero en gran escala –sea del Estado como del capital financiero internacional. Para eso necesita un ajuste violento del déficit fiscal, en primer lugar mediante un fuerte recorte del sistema previsional.
La crisis mundial se ha llevado puesto al gobierno petista luego de haber sido exprimido como recurso de contención social. El golpe tendrá consecuencias continentales, pues acelera el ritmo del ajuste en toda América Latina, en momentos en que se manifiesta un tránsito entre gobiernos de contención de las masas a gobiernos cuyo propósito es desarrollar una iniciativa directa contra ellas.
El “golpe blanco” jamás hubiera tenido posibilidades sin la responsabilidad que le pesa al propio partido gobernante que tiene todo un plantel de dirigentes, diputados y figuras públicas vinculadas a las denuncias y casos de corrupción. La alianza PT-PMDB fue alentada desde todos los partidos del llamado “Foro de San Pablo” entre los que se encuentra el conjunto de la izquierda gobernante del continente, entre ellos el Frente Amplio. Es el fracaso de toda una estrategia política de conciliación e integración al Estado de esa izquierda que en los 90 se preparaba para gobernar, haciendo profesión de fe a las instituciones y a los organismos de crédito del imperialismo.
El planteo de algunos sectores del FA de recurrir a la “cláusula democrática” del Mercosur, cuando este se encuentra virtualmente en disgregación, tiene carácter de encubrimiento. Este mecanismo no evitó en el pasado la destitución de Lugo en Paraguay, por tanto es un callejón sin salida. Advertimos al conjunto de los explotados sobre las limitaciones insalvables de estos gobiernos y fuerzas políticas, que preparan el terreno para los golpistas, se hunden y caen víctimas de sus propias contradicciones y capitulaciones.
Desde el Partido de los Trabajadores llamamos a movilizarnos de forma independiente para enfrentar el golpe y el ajuste, para que la crisis la paguen los capitalistas. La clase obrera latinoamericana debe luchar contra el golpe sin dar apoyo político a Dilma Rousseff que lleva adelante su propia versión del ajuste. Es necesario convocar un paro y movilización del PIT-CNT y la FEUU para marchar masivamente a la embajada de Brasil.
PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (URUGUAY)
CONTACTO
Rafael Fernández 099 553 220