El pasado 30 de setiembre se produjo un hecho llamativo en la red social Facebook. El candidato presidencial de la “Unidad Popular”, Gonzalo Abella, abrió un debate comentando una nota publicada por Rafael Fernández.
El primer comentario de Abella –que no tenía relación con el contenido de la nota– fue atacando al PT: “Yo estoy seguro que un partidito político más, como hace el PT, sólo confunde a la gente y enlentece el crecimiento de una alternativa popular verdadera como la UP-Ap, pero no atribuyo intenciones; en el camino nos encontraremos”. En otro comentario, reitera la idea: “Cuando hablo de un grupito más no lo estoy descalificando en cuanto a intenciones, sino como evaluación EXCLUSIVAMENTE en el plano electoral para enfrentar al sistema. La división ¿a quién ayuda?”.
Precisamente la pregunta es válida, sobre todo teniendo en cuenta que ya en 2006 el PT intentó participar en el ‘coordinador’ de la “Asamblea Popular” y fue expresamente vetado por el 26M y el PCR. Y más adelante, en las elecciones de 2009, el PT propuso a la AP la constitución de un frente de izquierda, cosa que ni siquiera mereció una respuesta. El Primero de Mayo de aquel año, el PT firmó una declaración conjunta con la Agrupación PROUNIR, el MRO-Comuna, y el Colectivo Militante, proponiendo la constitución de un frente anticapitalista, que participara en las elecciones, “por lo que convocamos a la Asamblea Popular y demás grupos” a un acuerdo.
La pregunta entonces, se la hacemos ahora a Gonzalo Abella y la UP: “La división, ¿a quién ayuda?”.
“Una diferencia importante”
El candidato de la UP declara en uno de sus comentarios: “Creo incluso en la unidad futura con los que comparten con nosotros la intemperie pero que aún no se suman a la UP-AP. Sin embargo con el PT hay por ahora una diferencia importante: no acepta una plataforma artiguista como base, ni apoya los procesos de lucha por la soberanía del tipo de los que encabezan Maduro y Evo Morales”.
Esta diferencia política parece ser la razón por la cual el PT ha sido excluido de todo debate programático y de una presentación electoral común. Pero si según Abella esta “diferencia importante” no permitiría una intervención electoral en común con el PT, ¿a qué viene la afirmación inicial de que el PT genera confusión y enlentece la creación de una alternativa? ¿El candidato de la UP está pidiendo la disolución del PT, o lo llama a la unidad?
Sin embargo, los comentarios de Abella abrieron de hecho un debate político. En la discusiónque se abrió en Facebook, el compañero Rafael Fernández se pregunta “¿Qué quiere decir ser ‘artiguista’ en el siglo XXI?”. “Artigas obviamente no era, ni podía ser, socialista. Su programa revolucionario era lo más avanzado que podía haber en la lucha independentista de inicios del siglo XIX; de haber triunfado esa revolución hubiera abierto no el socialismo, sino un desarrollo capitalista más pleno, como intentó Paraguay mediante el aislamiento (hasta que fue aplastado). Las burguesías traicionaron a Artigas, prefirieron acordar con los imperios coloniales antes que dar rienda suelta a una revolución popular que pusiera en riesgo sus intereses. ¿En qué clases se apoyaría un programa artiguista hoy en nuestro país y la región? Si la burguesía y hasta las capas acomodadas de la pequeña burguesía están sometidas al imperialismo –y eso lo refleja mejor que nada el gobierno del FA–, ¿la clase obrera y los explotados deben acaso levantar sobre sus espaldas un capitalismo “autónomo”? Ese planteo lo hace por ejemplo el vicepresidente boliviano García Linera, el ‘capitalismo andino’. Se trata de un planteo totalmente inviable”. Fernández concluye afirma que el “programa artiguista que la burguesía fue incapaz de cumplir (…) no puede contraponerse a la lucha por el socialismo. Sólo la clase obrera puede liderar una revolución que termine con el latifundio, expulse al imperialismo, y concrete la unidad política de América Latina, y por ello la clave en todo caso para cumplir con esas tareas pendientes que levantó Artigas es luchar por un gobierno de trabajadores”.
¿Gobiernos nacionalistas o gobierno de trabajadores?
Fernández interpela a Gonzalo Abella: “no sé qué pensás de Correa y Cristina, o de Ortega, ¿son parte de los que defienden la soberanía? Hay grupos en la UP que apoyan a Cristina. ¿Vos estás de acuerdo? Perón ‘defendía la soberanía’, ¿había que ser entonces peronista?”.
Por más que el chavismo haya chocado con el imperialismo y la derecha, no se puede ocultar que se encuentra en un profundo impasse. Pese a haberse beneficiado por ingresos excepcionales a partir de la renta petrolera o gasífera, los gobiernos de Chávez y Evo fueron incapaces de producir un desarrollo económico. Son países totalmente dependientes de la exportación energética, que no han avanzado en una industrialización. No cabe dudas que en Venezuela hubo un gran aumento del gasto social, que la derecha no hubiera realizado, pero eso no equivale a una revolución social, sino precisamente a una medida excepcional para conseguir la contención y regimentación del movimiento obrero –que fue virtualmente ‘estatizado’ por el chavismo. Los devaluazos de Maduro marcan precisamente que estamos ante el fin de esa experiencia nacionalista, del mismo modo que la crisis en Argentina marca el fin del kirchnerismo. El tema de fondo es si la izquierda anti-capitalista es capaz de aprovechar este agotamiento en su propio beneficio, o si la que lo va a explotar es la oposición de derecha. En el marco de la crisis capitalista, lo que está planteado es luchar por el poder para la clase obrera. Solamente sobre la base de gobiernos obreros y campesinos puede haber conseguirse realmente la unidad latinoamericana.
Abella parece dispuesto a abrir un debate. En ese caso, sería el momento de convocar a una reunión a estos efectos, e incluso a una serie de mesas redondas, seminarios y asambleas, para discutir sobre qué base programática se debe constituir un frente de izquierda anti-capitalista. El PT apoyaabiertamente este debate, y convoca a Gonzalo Abella a impulsarlo en común.