En los últimos días surgieron nuevos datos acerca del TISA, un tratado mundial de libre comercio de servicios cuyas disposiciones se están terminando de negociar; negociaciones de las que el gobierno uruguayo en secreto ha estado desde hace años y de cuya existencia nos enteramos gracias a la filtración de cables en Wikileaks.
Uno de los puntos clave es el sector de las telecomunicaciones. Mientras que la mayoría de los países insiste en que se abarque todas las telecomunicaciones en general (internet, radio, televisión, telefonía fija, móvil y transmisión de datos), algunos países pretenden excluir la radio y la televisión. Lo importante en este punto es que los estados que lo firmen deberán desregular totalmente el mercado, permitiendo la plena participación de empresas extranjeras y acabando con los monopolios estatales que en este país fueron defendidos por los trabajadores en el plebiscito de 1992. Esta desregulación del mercado se lleva a un nivel tan profundo, que se establece que las empresas que participen en el mercado no tendrán la obligación de tener presencia comercial o legal en el país en el que prestan el servicio, con lo cual se librarán del pago de impuestos y de las responsabilidades legales consabidas, así como tampoco deberán cumplir con las leyes que regulan el mínimo de personal que una empresa de servicios debe tener para operar. Los estados deberán reconocer toda la experiencia, requisitos, licencias y certificados que hayan sido otorgados por otro país, es decir, no podrá controlar a nadie. Esto lleva a desangrar las arcas públicas, mientras que le asegura ganancias fabulosas al gran capital. En este punto hay otro tema a considerar; y es que las empresas extranjeras que quieran participar podrán tener acceso total e irrestricto a la infraestructura existente, previo pago de un cánon irrisorio, ya que el mismo debe ser considerado “justo” por la empresa extranjera y además no podrá ser diferencial para beneficiar a ninguna en particular. Esto nos lleva a pensar en la “generosa” instalación de fibra óptica en gran parte del país, que tiene un costo de 550 millones de dólares soportados íntegramente por el estado. Ahora las empresas que vengan a participar del mercado podrán usar dicha infraestructura ya instalada. Cuando uno recuerda los regalos en infraestructura que el estado pretendió hacerle a Aratirí y que hizo con BOTNIA, no puede más que sospechar en cuanto al verdadero objetivo de esta obra; comenzada a un tiempo similar del comenzado las negociaciones oficiales por el TISA. Así, los estados cargan con el costo de la infraestructura y renuncian a los ingresos de sus empresas públicas y de los impuestos; mientras que los capitales encuentran una mina de oro que explotar.
El rol del FMI
De la mano con esta expropiación gigante y fabulosa a las arcas públicas; se conoció que el FMI tiene una implicancia clave en este tratado. Es que el FMI podrá generar información vinculante para los estados ante la gravedad de determinadas situaciones financieras. En este caso, el FMI podrá instruir a los países a tomar nuevas medidas de desregulación así como de recortar gastos, fomentando nuevas privatizaciones. Supongamos el caso del suministro del servicio de internet por fibra óptica. ANTEL competirá con todas las empresas privadas que quieran participar del mercado. Ahora, ante una grave situación económica (¡que deberá ser determinada por el propio FMI!) el Fondo Monetario podrá decirle al estado que debe deshacerse de ANTEL y privatizarla para “ordenar las cuentas”; terminando por completo con las empresas estatales, que ya de por sí quedaban heridas de muerte.
Estamos ante uno de los mayores saqueos organizados de la historia. El capitalismo en su etapa agonizante, debe fagocitar absolutamente todo lo que pueda en su afán de ganancias. Este tratado terminará con la participación de las empresas estatales en los mercados rentables y le regalará a las grandes multinacionales de servicios el mercado, la infraestructura y todo esto sin obligaciones legales, con exoneraciones impositivas, con una inversión absolutamente irrisoria y el pago de unas migajas como cánon que permita la subsistencia de los estados en sus roles considerados mínimos y necesarios por el gran capital: la seguridad y la administración central.
Ante el saqueo desesperado y destructor del capitalismo, es necesario oponer una alternativa obrera y socialista. Organicémonos para luchar contra este tratado suicida que los siervos del capital quieren firmar, y para terminar con este sistema podrido de saqueo y búsqueda indiscriminada de ganancia. Sólo así “los nada de hoy todo han de ser”.