¿Los de afuera son de Paco?
La crisis del fútbol uruguayo evidentemente no comenzó con la renuncia de Bauzá, o la suspensión de la AUF por parte de la mafia de la Conmebol. La puede ver cualquiera que concurra a una cancha o vea un partido por la televisión (para abonados), donde se pueden ver equipos –donde prácticamente no existen jugadores veinteañeros– jugando muy mal y casi siempre haciendo papelones en torneos internacionales.
El fútbol uruguayo se ha convertido en una industria de exportación de jugadores a las ligas europeas (y también asiáticas o a las más poderosas económicamente de América Latina) y en ese contexto no es casual que la empresa Tenfield sea la que lo gobierne: el grupo Casal maneja la mayor parte de las transferencias de jugadores y tiene los derechos de televisación, las dos fuentes de ingreso principales de los clubes.
Los jugadores uruguayos son vendidos cada vez más jóvenes, y retornan al fútbol local cuando ya superan largamente los 30 años. Los aficionados se regocijan cada vez menos de lo que pueden ver en una cancha, y cada vez más de los “goles de los uruguayos en el exterior”. Cavani, Suárez, Forlán, el Diente López o Gastón Ramírez, hacen las delicias de los fanáticos… por televisión. Hace dos décadas el debate en el fútbol era en torno a si se podía armar una selección nacional sobre la base de los “repatriados”; hoy la selección incluye un solo jugador “local” que –ya veterano– es suplente en la defensa celeste.
La actual crisis del fútbol tuvo como detonante la cuestión de la “seguridad”, pero las pujas por el poder interno en la AUF y los choques de Casal con la Conmebol muestran que el trasfondo es una pugna entre intereses económicos –totalmente alejada de lo deportivo.
No cabe ninguna duda que los que arman las barras bravas y les dan poder son los directivos de los clubes. Esas barras cada vez más están entrelazadas con el crimen organizado, y eso lo sabe todo el mundo. En la caída del ejecutivo de la AUF sin embargo esta cuestión de la violencia fue solamente una anécdota secundaria.
También es evidente la vinculación de la crisis del fútbol con la situación política. Es reveladora la lucha interna al seno del gobierno entre los partidarios de Paco Casal (en particular Mujica, pero también Vázquez) y los astoristas que han chocado con el zar del fútbol –astoristas que ahora están en retroceso (no fue casual la salida de Lescano del gabinete de Mujica, ni es casual que Astori no haya logrado encubrar a Curuchet de Danubio en la presidencia de la AUF). Mujica armó una lista dentro del MPP –el llamado “espacio celeste” con el “Pato” Torena, el “Cachete” Espert, Oscar Dourado y el presidente de la Mutual de jugadores Enrique Saravia– que da expresión a este maridaje con las mafias que medran con el fútbol y otros negociados. Dourado es el principal capitalista del taxímetro, patronal negrera si las hay: dime quién te apoya y te diré quién eres!
Si la selección nacional se “coló” en el Mundial de Brasil fue pese a los intereses de la FIFA, y fue por el gran momento que están pasando algunos de sus jugadores (empezando por Luis Suárez). El mercado uruguayo no es de interés para la trasnacional del fútbol mundial, que tiene interés en penetrar en otros mercados masivos y más lucrativos. El papel reservado para Uruguay es el de proveedor de jugadores habilidosos para reforzar los equipos más poderosos del fútbol europeo, es decir, ser semillero de
jugadores.
Un fenómeno similar ya empezó hace unos años a vivir el fútbol argentino, más poderoso económicamente pero igualmente subalterno frente a los grandes capitales mafiosos que se mueven en la FIFA. El fútbol profesional es un negocio donde se lavan miles de millones de dólares, y donde lo deportivo ha quedado totalmente subordinado a los intereses de esas mafias negreras –
que acomodan los horarios de los partidos a sus intereses y no a la salud de los futbolistas.
Clubes en bancarrota, la mayor parte de los jugadores que pasan mal, y un puñado de dirigentes, representantes y empresarios que cada vez ganan más plata. Si viviera Obdulio Varela les metía una huelga general de jugadores para echarlos a todos y que el fútbol lo gobiernen los que sudan la camiseta.
MACHETE