El pasado domingo 24 de julio se realizaron las elecciones internas del Frente Amplio en medio de un clima de gran hostilidad hacia el gobierno y la fuerza política producto de los grandes despilfarros como el de ANCAP, los vergonzosos préstamos a Fripur, López Mena, y, especialmente, el ajustazo descargado sobre las espaldas de los trabajadores para financiar estos agujeros negros y no perder el grado inversor.
Mentira repetida mil veces…
Los diferentes actores del FA se apresuraron en los días anteriores a decir públicamente que 100.000 votos se consideraba un éxito; aunque desconocemos el procedimiento mediante el cual llegaron a esa cifra. De todas formas, es un elemento a tener en cuenta que para dicha fuerza política una caída de decenas de miles de votos se representara como un triunfo. Es que ya todos saben que el FA no entusiasma a nadie. Pasó de representar los sueños y esperanzas de cientos de miles de personas a mostrar abiertamente su defensa incondicional al gran capital, beneficiándolo con leyes, con regímenes de exención impositiva, con préstamos blandos, mientras carga todos los costos sobre los trabajadores a través del impuesto al trabajo, el IVA y recientemente, las pautas salariales dispuestas para la nueva ronda de convenios colectivos, pautas que llevan a una pérdida de salario real en la gran mayoría de quienes viven de la venta de su fuerza de trabajo.
Los aproximadamente 93.000 votos fueron festejados como un triunfo gigante, por parte de la fuerza política y aplaudidos por diversos analistas políticos, a pesar de que dicha cifra representaría, con mucho viento a favor, dos senadores. Es una debacle en toda regla y una clara muestra de que un buen porcentaje de la clase trabajadora ya no siente al FA como la fuerza de los cambios que defenderá sus intereses. Eso se palpa en las barriadas populares de Montevideo, históricos bastiones del FA, en donde se registró la mayor caída de votos entre elecciones. También se palpa en las numerosas disputas internas que convierten al FA en una bolsa de gatos, a las acusaciones cruzadas de errores cometidos (el mismo Astori reconoció que es difícil mantener el entusiasmo de la gente por los errores cometidos). La última encuesta de CIFRA donde adjudica una intención de voto del 30% es otra muestra de la caída libre del FA una vez revelada su naturaleza ajustadora.
Abramos una perspectiva nueva
Once años después de asumir por primera vez el gobierno, el mismo ya se encuentra en un proceso de agotamiento brutal producto de la crisis capitalista mundial y de la intención manifiesta e inocultable de hacérsela pagar a quienes no la provocaron, salvando a los grandes empresarios. La votación registrada es una clara señal y el FA lo sabe, aunque para afuera salga a celebrar. Tampoco cambia demasiado el candidato que haya ganado ni la conformación de su plenario; ya que llegado el momento todos se han unido para votar las leyes del ajustazo, incluso los sectores que pretenden “un gobierno en disputa”. Y aún en el caso de que existiera realmente una rebelión a la interna del FA, Vázquez procurará encontrar los votos y los apoyos que necesita en los partidos tradicionales. El FA termina preso de su propia concepción de Frente Popular de “colaboración de clases” en donde la colaboración se basa en subordinar todos los intereses de la clase trabajadora a los intereses de la clase dominante.
Es la hora de aprovechar la debacle frenteamplista que hasta ahora no ha logrado ser canalizada, y plantear una salida propia de los trabajadores a la crisis, independiente de los ajustadores. La Conferencia Latinoamericana mostró que existe un núcleo interesante a partir del cual fortalecer una fuerza política propia, que defienda los intereses de clase y que no los subordine al capital.