La instalación de una tercera fábrica de celulosa en nuestro país, a partir de una megainversión de UPM fue difundida por el gobierno como una buena noticia para la economía del país. La tan mentada inversión extranjera arribaría a nuestro país reactivando la economía, generando puestos de trabajo en toda la cadena productiva forestal (sic). Se estima que sería la mayor inversión realizada hasta el momento en Uruguay, superando el capital de las pasteras instaladas en Río Negro (U$S 1.200 millones) y Colonia (U$S 2.000 millones). Rápidamente el director de la DINAMA manifestó que la instalación de la pastera `no afectaría al Río Uruguay`, y por lo tanto no se produciría contaminación ambiental, ya que la planta sería similar a las otras dos que ya están funcionando. La gran mayoría de los ministros salieron al cruce de los ambientalistas de Gualeguaychu que cuestionaron el arribo de una tercera pastera.
UPM, un salvavidas en un tsunami
La noticia de la llegada de la tercera pastera, tuvo lugar en el marco del paro general que el PIT-CNT realizó el 14 de julio contra la política económica del gobierno. La noticia también fue saludada como positiva por los dirigentes sindicales, que en ningún momento cuestionaron el impacto negativo de la desforestación, la primarización y contaminación que significa la venta de pasta de celulosa. La ‘década frenteamplista’ ha desarrollado la monoproducción en Uruguay, y ha agudizado como nunca antes la dependencia del mercado mundial. Un aspecto que comparte profundamente con todos los gobiernos nacionalistas o progresistas que gobernaron el continente en la última década. El balance es lapidario: en lugar de ser un vehículo de tranformaciones democráticas, agrarias y antiimperialistas, el FA se convirtió al comando del Estado en un vehículo para la penetración del capital financiero, una primarización mayor de la economía, de la concentración de la tierra y la desindustrialización.
Lejos de poder revertir la situación económica actual, la instalación de una nueva pastera no salvará de ningún modo al país –ni al gobierno- de la bancarrota económica y política en el que ya se encuentra inmerso. La presión por parte del capital financiero, y las aseguradoras por el recorte de un déficit que se agrava, asecha al gobierno, que aún discute como impondrá la primera dosis del ajuste, a partir de los recortes de gastos de la rendición de cuentas. UPM al ampararse en la ley de inversiones no significará grandes aportes impositivos, y por tanto el aumento de los ingresos de la caja del Estado se relizará de forma indirecta. Si será por el contrario, un impulso a las Privatizaciones a través de las PPP, – que ya estaban establecidas en la ley de presupuesto- en todo lo que refiere a infraestructura de caminos y en el tan mentado Puerto de aguas profundas. Nada positivo para el pueblo explotado de Uruguay.
En suma no hay pastera que salve o blinde al país de la crisis mundial que ya recorre América Latina.
Hacia una crisis de régimen
El festejo de Astori, no es más que un manotazo de ahogado, frente a la creciente movilización y confrontación del movimiento sindical con la política de ajuste brutal que desde su cartera -y el conjunto del gobierno- se viene desarrollando. El enorme paro general que paralizó gran parte del país, y el anuncio de medidas por parte de los trabajadores de la Udelar y de marchas estudiantiles, está haciendo vacilar a un sector de la bancada frenteamplista -PCU, PVP, IR-, que pasó de señalar que votaría a carpeta cerrada el proyecto de Rendición de Cuentas, a esperar a que vuelva el presidente para plantearle modificaciones en lo que refiere a los recortes. La derecha blanqui-colorada se suma a la crítica del ajuste señalada por las calificadores Moody’s y Standard and Poor’s que plantearon la necesidad de ir más a fondo.
Se encuentra en proceso una crisis similar a la que puso fin al gobierno encabezado por el PT, en Brasil, donde Vázquez pretende desarrollar el ajuste económico y social sin tener que proceder, primero, a un cambio de alianzas y de régimen político. La votación del presupuesto es clave: si el PCU, PVP, IR, PS y MPP levantan la mano para garantizar el ajuste de Vázquez liquidarán sus pretensiones futuras de neutralizar el descontento popular encauzándola hacia un puja interna dentro del FA y el propio gobierno, ampliando el creciente ‘divorcio’ con el movimiento popular. Si estos diputados se rebelan, Vázquez deberá buscar los votos para el ajuste entre la derecha del FA y la bancada del Partido Nacional y Colorado. Ambos escenarios marcan el inicio de un período de crisis de régimen político, es decir, de poder, en el marco de la bancarrota capitalista en el que entra Uruguay, que da cuenta del fracaso político de la tentantiva de la centroizquierda de gobernar en los marcos capitalistas.
Polo anti-capitalista
En este cuadro, la clase obrera y la juventud de Uruguay y de toda América Latina necesita elaborar su propia política de salida a la crisis en el marco de un frente único de lucha, independiente de los ajustadores de centroizquierda y de derecha. El Partido de los Trabajadoras convoca a todos los luchadores que buscan una alternativa a la actual bancarrota política del FA a incorporarse a una militancia consciente, de contenido socialista, para luchar por un gobierno de los trabajadores y la Unidad Socialista de América Latina.
Nicolas Marrero – Lucia Siola