Lacalle Pou de visita en Salto en oportunidad de la inauguración de un Centro Pyme ha pronunciado un discurso ilustrativo: “mucha gente está haciendo uso del derecho legítimo a la huelga y al paro, pero mucha gente va a ser defendida por el gobierno: la que quiere trabajar, no hacer huelga y no hacer paro”. En tres líneas el presidente muestra el rostro único del capital sin ningún maquillaje, aunque presente al conflicto como procesos que escapan a su responsabilidad y sin determinaciones sociales ni políticas. Lo que antecedía el discurso del presidente era un paro robusto de los portuarios que jaqueo por 72 horas el movimiento de contenedores en el puerto. La medida respondía a la falta de acuerdo respecto a la firma del convenio colectivo, y en rechazo a la concesión que acordó el gobierno con la empresa Katoen Natie hasta 2081. Es decir, por cuestiones mas que concretas. En contraste con la caracterización improvisada del Cuquito que adjudica los paros a que existen “personas que quieren trabajar” y otras que no, la medida de los portuarios hace eje en dos problemas caros para la clase obrera: la necesidad de asegurar un piso salarial ante el deterioro de las condiciones de vida y la denuncia de la entrega de la Terminal Portuaria por medio siglo a una multinacional belga. El tono de Lacalle para contraponer huelguistas contra no-huelguistas responde a un método de gobierno que busca polarizar el enfrentamiento político para intensificar una posición de arbitraje personal. Las provocaciones contra los sindicatos son diarias en medio de una economía que no termina de despegar.
Con índices de desocupación que no descienden la defensa del derecho al trabajo en boca de la burguesía es sencillamente una ficción. Para sustentar esta posición se invoca el respeto a la constitución, que también garantiza el derecho a huelga, dejando una vez más en claro que sólo se la admite para reglamentarla, o mejor, hacerla impracticable, pues el derecho a huelga y al carneraje son excluyentes, no complementarios.
Que la gente no le hace asco al trabajo no hay nadie que lo discuta ni encuesta que deje de registrarlo, quedó claro cuando se anunciaron los “jornales solidarios” para cubrir quince mil puestos de trabajo y se anotaron 225 mil personas.
Finalmente, el ultimo problema, y mas importante de las consideraciones del presidente es que reposa en lo que “la gente quiere”, cuando es la crisis la que determinara lo que la gente va a querer o no querer.
TLC
El Tratado de Libre Comercio con China parece un conejo sacado de la galera. Algunos exportadores podrían verse beneficiados por la reducción de costos arancelarios, pero como apuntan los analistas no es ahí donde “se juega el partido”. La diferencia se haría aumentando efectivamente el volumen de productos ya tranzados, en la diversificación y en un incremento de las inversiones. La Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) tomo la noticia con pinzas, y contrató a un equipo propio para realizar un estudio de prefactibilidad, entre ellos al economista que encabezó las negociaciones para la firma del TLC Chile-China “el presidente de la gremial de los industriales planteó que desde la CIU deben estar «cerca de la jugada»” (Crónicas)
“Estamos con la obsesión de abrir Uruguay al mundo”, sostiene el presidente. Sucede que el gigante asiático se encuentra en medio de un torbellino con la inmobiliaria Evergrande envuelta en un espiral de endeudamiento sin retorno. La discusión gira en si el Partido Comunista Chino le retira el pulmotor, a riesgo de desatar quiebras en cadena. En este escenario un acuerdo bilateral es poco mas que un adefesio, puesto sobre la mesa más por necesidades políticas que por que tenga alguna probabilidad de alcanzarse. Uruguay no tiene envergadura, es un tercer violín en el elenco comercial internacional, por eso las amenazas de Lacalle de salirse del Mercosur no han pasado de la retórica. La burguesía uruguaya desde hace tiempo busca ampliar su autonomía respecto a las de Argentina y Brasil por medio de la diplomacia, el gobierno ni siquiera se ha retirado de la CELAC, una criatura del Chavismo que en su origen integraban todos los países del continente con excepción de Estado Unidos y Canadá. Una cumbre pensada para hacer de contrapeso a la OEA.
Las principales potencias se encuentran en una fase avanzada de guerra comercial con la economía afectada por una pandemia que retrocede, pero está lejos de desaparecer y con un mercado que se encoje. Lacalle está apremiado a modificar el escenario político, a riesgo de quedar encorsetado en las contradicciones de su propia coalición inestable de gobierno.
Mientras tanto el Frente Amplio y la burocracia sindical dan cobertura a los atropellos que se preparan contra las jubilaciones. Los términos del documento preliminar de la llamada “comisión de expertos” para la seguridad social es una declaración de guerra, como ya hemos denunciado.
Gobierno
Los trabajadores no han sufrido una derrota estratégica por parte de la burguesía. Al mismo tiempo la mayoría de las luchas del último periodo han sido defensivas, pero con la salvedad de que lo son ante un gobierno débil y precario. El de Lacalle está lejos de ser un régimen de ofensiva capitalista. La teoría del ataque permanente e ininterrumpido no es solo una grosería política, sino, además, interesada. Esta construcción ha sido utilizada para firmar convenios a la baja por parte de la burocracia y para recular permanentemente ante las patronales con el pretexto de que el gobierno goza de buena salud. Esta fortaleza es desmentida todos los días. El oficialismo ostenta una mayoría parlamentaria holgada que frecuentemente se vuelve escuálida o incluso minoritaria. Los cambios de gabinete han sido permanentes. Los choques entre los partidos constantes. Es una coalición fragmentada. La diferencia entre un gobierno fuerte y preparado para la guerra contra su clase obrera radica en si es capaz de encolumnar detrás de si a la clase explotadora o al menos a su gran mayoría. No es el caso, por arriba y por abajo reina la inconsistencia. Lacalle aún debe demostrar que puede articular a la clase capitalista para lanzar toda una batería de medidas de largo aliento. Sobre este punto es común escuchar entre el activismo que con la LUC se materializa ese mazazo. Se trata de una observación simplista. La LUC apenas prepara el terreno, pero todavía no configura una ofensiva política de por sí, el gobierno aún tiene que hacerla valer. Lo mismo podemos decir de la Reforma de la Seguridad Social, que al menos hasta ahora se encuentra en una etapa “cautelar”.
Clase Obrera
La clase obrera viene tomando medidas que señalan que busca abrirse paso y retomar la iniciativa. Existe un ida y vuelta de luchas que tiene enfrente a una coalición de gobierno en dispersión. Una serie relativamente breve de victorias podría hacer pasar la iniciativa a manos de los trabajadores, pero para esto es vital la actitud de la vanguardia. A primera vista esta vanguardia estaría en la Corriente que conforma la Coordinadora de Sindicatos, aunque abarca a un espectro algo más amplio. La condición es que esta incipiente diferenciación no quede encapsulada en una pelea por arriba y se transforme en un canal de desarrollo para una irrupción que barra con la dirección subordinada al FA y la remplace. Las reivindicaciones de los trabajadores son conocidas. El próximo congreso del PIT-CNT parece un escenario propicio para poner en debate un programa para enfrentar la violencia del capital, aunque no se nos escapa que es una instancia fuertemente regimentada, donde los delegados han sido digitados desde arriba, sin asambleas ni deliberación previa en los lugares de trabajo. La burocracia sindical ha dado un salto inaudito en su sometimiento al FA: el actual presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, se encuentra de licencia mientras hace campaña para presidir esa misma fuerza política. Este contubernio es inadmisible.
El anunció de que la Reforma contra la Seguridad Social tiene que poner primera, debe dar pie a una campaña de propaganda y agitación incesante, y debe ser objeto de debate, por esta vía, con todos los luchadores y en todas las organizaciones realmente populares.