El vendaval Ómicron y un gobierno petrificado

“Todos tenemos una cita con Ómicron”, Dr. Amesh Adalja, académico principal del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud. (The Guardian)

A menos de 24 horas de la conferencia de prensa que el presidente protagonizó junto al ministro de salud pública con el objetivo único de llevar “tranquilidad” a la población los titulares de esta mañana echan por tierra esa pretensión. “contagios en el este generan estadías mas largas, pero abren panorama negro”: “Intendencia de Montevideo vuelve al teletrabajo ante avance de Ómicron”: “Cuerpo inspectivo de Rocha está “diezmado” por foco de covid-19 con inspectores”. Lacalle admitió que el sistema se encuentra “tensionado” en el primer nivel de atención. Uno de los numerosos eufemismos utilizados para trampear al auditorio. Lo que en realidad ocurre es que se saturó la capacidad para realizar testeos y para procesarlos. Uruguay pisa los cincuenta mil casos activos, en medio de una temporada con fronteras abiertas de par en par. La llegada de ómicron ha producido los picos mas altos desde el comienzo de la pandemia con un índice de positividad que ronda el 30%. Este martes se volvió a romper otro récord con más de siete mil positivos. Hay dos mil trabajadores de la salud cursando la enfermedad o aislados preventivamente, lo que diezma aún más la capacidad de respuesta en ese primer nivel de atención. Lo que está pasando en Uruguay es lo que está pasando en el mundo sostuvo Lacalle Pou de entrada. Es decir que quedó por el camino la peculiaridad que habría ostentado el país en el combate al virus durante todo este periodo, singularidad machacada hasta el hartazgo por el gobierno e incluso la oposición.

La conferencia de Lacalle Pou no tuvo respuesta a esta situación, es decir, marchó por el andarivel del encubrimiento. Se descartó de plano cualquier restricción al ingreso de turistas y pidió “evitar las aglomeraciones”. Un replay de todo el año anterior, los que esperaban novedades se llevaron un chasco. El inmovilismo del oficialismo impera en todos los campos, el sanitario, el económico y el político.

A su vez se van a mantener los test PCR para asintomáticos, algo que la Organización Panamericana de la Salud desalienta por la escasez de insumos. Argentina ha sido uno de los países que ha dejado de realizarlos, por ejemplo. La comparación es relevante porque toda pandemia es un fenómeno global, y como tal requiere una respuesta global. La aparición de nuevas mutaciones tiene que ver con esta ausencia de respuesta coordinada, mientras los países desarrollados han acaparado un número de dosis que aún no han administrado de las diferentes vacunas, naciones y hasta continentes enteros se encuentran absolutamente desprotegidos o con un suministro de vacunas ridículo. La crisis de coronavirus exige una articulación a nivel internacional que choca con el carácter privado de los monopolios y patentes que dominan el campo farmacéutico.

El periodista Gabriel Pereyra disparó desde su cuenta de twitter el domingo: “Hubo orden a las direcciones de salud de todos los departamentos: no hablar y si es necesario negar cualquier saturación de los servicios de salud. “imposible responder a la demanda de PCR, pero la economía no soporta otro revés. La orden es no hablar”, dijo un director de salud.” El punto que toca es neurálgico pues desnuda que la lucha contra la pandemia choca con el orden social de la propiedad privada y la búsqueda de ganancia. Mantener la “libertad de circulación” que no es otra cosa que la circulación de mercancías y capitales ha allanado el camino para la aparición de nuevas variantes, y hasta de nuevas combinaciones de gripe. Los progresos logrados con la vacuna tropiezan con la voracidad capitalista que persigue el lucro incesantemente. Los laboratorios registran una obsolescencia relativamente rápida de las vacunas. La especie de que Ómicron progresa en grandes picos, y luego registra descensos igualmente pronunciados es a todas luces un discurso a la medida de la “nueva normalidad” para no alterar la economía ni el turismo, aunque esté ultimo ya todos dan por descontado que se verá afectado por la cantidad de casos positivos que se dan en los balnearios.

Ómicron está arrasando en Europa y Estados Unidos. Los especialistas anuncian que la mitad de la población del viejo continente se contagiaría en las próximas ocho semanas en lo que han calificado como un “maremoto de oeste a este” (BBC).

“Hoy, la variante Ómicron barre la región además del aumento de Delta que todos los países estaban manejando hasta fines de 2021”

“A término, esta difusión fulminante debe llevar a un aumento absoluto de personas muertas.” (ídem)

Varios países atraviesan una situación crítica, con pacientes de Ómicron ocupando camas convencionales y pacientes de Delta en las UCI, sumado a la ausencia de personal está generando una terrible presión sobre todos los sistemas de salud.

Este es el escenario internacional verdadero que soslayan y ocultan todas las fuerzas en presencia en Uruguay.

La cordialidad entre el gobierno y la oposición, no por esperada deja de ser sorprendente.

Ante el desafío de Lacalle Pou que sin nombrarlo hizo referencia al FA cuando se pregunto que otras medidas quedan por tomar que no sea la “cuarentena obligatoria”, el nuevo presidente del FA Fernando Pereira salió rápidamente a desmentir que se pidiera tal cosa y reclamó que se vuelva a convocar al GACH. Así las cosas, al replay del oficialismo se contrapone un replay de cuño propio. Tenemos una suerte de petrificación política en ambos actores.

Todo indica que la burocracia sindical arrancó el 2022 con un alto grado de desmoralización. Acordando el cierre de Casa de Galicia, nada menos que un centro de salud, y la incertidumbre o el despido de sus trabajadores. Es una dirigencia agotada cien veces. Sale al cruce del gobierno por necesidad, no tiene ningún programa que ofrecer, en ningún terreno. La fortaleza de Lacalle es la pusilanimidad de esa burocracia y una oposición cuarentenada en el parlamento.

A contrapelo una asamblea desautorizó esta entrega y votó una hoja de ruta que incluye un plan de lucha, la pelea por el 100% de los puestos de trabajo y se declara en asamblea permanente. En el marco de una pandemia, la pelea de los trabajadores y usuarios de Casa de Galicia es una lucha testigo.

Ese es el camino.

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Author: Camilo Marquez