Espionaje, una lección política a escala nacional

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Cuando el gobierno todavía estaba digiriendo la filtración a la prensa que daba cuenta del seguimiento por parte de Astesiano y el (hasta ayer) subdirector de policía Jorge Berriel al presidente del PIT-CNT Marcelo Abdala, la noche que el dirigente sindical chocó en su auto, otra serie de audios publicados por La Diaria comprometen aún más a los implicados. Estos muestran a un policía ofreciendo a Astesiano información y datos sobre alumnos y docentes del Liceo 41. El interés del agente en este caso se centraba en la organización de los estudiantes de ese centro y el apoyo que le darían sus profesores. El espía no guarda las formas: “Es una cosa que va a ser complicada para el gobierno nuestro y, (…) se lo están inculcando los adultos, las comunistas que hay en los liceos.” Con el aval de Astesiano, el agente le envía nombres y teléfonos de doce alumnos de tercer año y el de “una delegada sindical”.

La olla podrida del caso Astesiano tiene nuevas derivaciones todos los días. La abundancia de pruebas es tan abrumadora que el ex responsable de la seguridad del presidente se ha convertido en un paria. Hay un notorio esfuerzo mediático por presentarlo como un lobo solitario, complementado con un operativo de blindaje sobre la figura de Lacalle Pou, presentado como un hombre ajeno a los hechos y que fue traicionado en su confianza por su ex guardaespaldas. El Frente Amplio parece aprobar esta versión. Según Fernando Pereira, Lacalle cometió un “error garrafal” con la nominación de Astesiano como jefe de su custodia personal (Subrayado 6/2). En última instancia Lacalle pecó de ingenuo, un señalamiento menor que parece resumir toda la trama. Ésta versión no ha superado la prueba de la realidad, llevando incluso a periodistas y comentaristas insospechados de ser adversarios del gobierno a impugnar este relato encubridor. Astesiano era parte de un elenco. Tenía línea directa con todos los jefes policiales y acceso a la tecnología de rastreo y vigilancia más vasta del país. Ocupaba un lugar de pívot donde se articulaban todo tipo de operaciones de inteligencia, incluidos negocios particulares. Un operador multiuso al que le han soltado la mano, porque defenderlo se ha tornado insostenible.

El Frente Amplio lejos de iniciar una campaña para llegar al fondo de toda esta podredumbre, oxigena al gobierno para sacarlo del agobio. Dice Fernando Pereira: “En otros países con los escándalos que tiene el gobierno hoy, había un caos” (Subrayado 6/2) “En el Uruguay no lo hay. En Uruguay hay un debate público (…) No importa si hay problemas penales o no, nosotros hablamos de política y pedimos explicaciones, y después somos muy responsables a la hora de actuar” (ídem).

Carolina Cosse, en una línea aún más incierta, sostuvo que “tenemos un grave problema de corrupción cuyos límites no terminan de conocerse” (Subrayado 5/2). Según el mismo medio, Cosse pidió que el gobierno “tome alguna clase de rumbo razonable” (?) y reiteró que el FA ha sido “una oposición seria que denuncia pero que propone” (ídem). Todo este registro no contempla ninguna medida concreta para esclarecer todas las conspiraciones reveladas por la pericia al celular del custodio presidencial. Ni tan siquiera parlamentarias, porque el FA no propicia una miserable comisión investigadora. En otras palabras, no pasan del palabrerío. Las declaraciones contra el “caos” y la apología de la “responsabilidad” política es una extorsión contra los trabajadores porque ensalzar la paz social cuando las condiciones de existencia se deterioran y el gobierno se encuentra en picada, es un operativo reaccionario para que los trabajadores soporten un estado de situación intolerable, es decir que es un operativo condenado al fracaso.

Las filtraciones constituyen una trama completa dentro de la propia crisis. Es evidente que el gobierno ha dado esta batalla por perdida y también la ha perdido ante la opinión pública. Las espadas más grotescas del oficialismo se han empeñado en apuntar en esa dirección, remarcando que las causas donde aparecen involucrados dirigentes o figuras del FA nunca se escurren a la prensa, mientras las causas que tiene al oficialismo en la picota terminan siempre alimentando las redacciones. Esta conjetura es tan evidente como las denuncias que se ventilan. Lo que no es tan evidente es que detrás de las filtraciones se encuentre la oposición. Una lectura rápida indica lo contrario, y no podría ser de otra forma. Es que esta crisis desnudó el enorme entramado de servicios que cotidianamente opera contra la sociedad en su conjunto. Las operaciones que se cocinan a espaldas del pueblo. Esa red de complicidades es utilizada por todos los gobiernos. Quien llegue al poder en 2024 está obligado a ir una remodelación completa en este terreno para reconquistar un mínimo de transparencia que le permita montar aunque sea en apariencia un nueva estructura de inteligencia.

En estos días se multiplican los pronunciamientos en defensa de la democracia. Es un gran cuento. La democracia burguesa necesita de los aparatos de seguridad para garantizar el dominio de una clase sobre otra. Esta crisis ha sido y es una enorme lección política para todo el pueblo. Porque ha delatado el carácter último del régimen democrático de la propiedad privada.

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Author: Camilo Marquez