LACALLEMANÍA

Publicado en el semanario Voces el jueves 23 de julio


El tour mediático del presidente por los medios argentinos ha despertado el entusiasmo de todo el arco conservador de ese país. Entrevistado por un condescendiente Alfredo Leuco, Lacalle desplegó un relato absolutamente fantástico que los medios opositores a Alberto Fernández presentaron como la antítesis exitosa al autoritarismo kirchnerista o “cristinista”. “Se resistió al confinamiento obligatorio porque no quiso instalar un estado policial” dice el propio Leuco en una columna del diario La Nación recogiendo las palabras de Lacalle. La hipocresía no podría ser mayor. Acabamos de asistir a una aprobación veloz de una ley de urgente consideración que habilita el gatillo fácil y su partido impulsa una reforma constitucional para habilitar los allanamientos nocturnos, prohibidos por la constitución.

El mecanismo elegido para vehiculizarlo sería el de una “ley constitucional” que ya prepara la bancada del principal partido de la coalición de gobierno, el Partido Nacional. Debe pasar primero por la asamblea general donde tiene que ser aprobado por dos tercios de los legisladores de ambas cámaras y luego refrendada por un plebiscito. Como todo el país sabe las fuerzas que constituyen el polo gobernante no tiene los números para que este recurso progrese y tampoco está del todo claro si contaría incluso con el cien por ciento de las bancas de los partidos aliados. ¿Porque la insistencia con una empresa destinada al fracaso ante el primer obstáculo? Según todas las encuestas un porcentaje por arriba de los 60 puntos estaría de acuerdo con habilitar los allanamientos.
El ambiente fue adecuadamente adornado. En medio de estos debates se produjo un atentado contra brigada anti drogas, tiroteos en algunos barrios y ataques a policías que circulaban a todas horas. El clima en el que se dan estos movimientos, digamos, son propicios. Según la prensa detrás de la granada arrojada contra la Dirección de Represión de Tráfico Ilícito de Drogas fue ordenada desde el Comcar como advertencia ante varias incautaciones a pequeños narcos. Todo esto resultaba tan conveniente como insostenible. ¿Narcos dando órdenes desde la cárcel? ¿Con la audacia de atacar nada menos que la sede de la policía antidrogas? Para peor, la granada que lanzaron, se supo, era de origen militar. Todo esto es demasiado escandaloso, así que las investigaciones “tomaron otro rumbo”. Apretaron a unos facinerosos que encontraron para la ocasión a los que aún tampoco han podido comprobarles nada.
En pocas palabras, se ha preparado cuidadosamente a la opinión pública para una operación de vasto alcance. Larrañaga se expresa con un acento ridículamente impropio cuando fundamenta la necesidad imperiosa de habilitar los allanamientos nocturnos como antídoto contra la delincuencia en general y el narcotráfico en particular. En Uruguay no opera el cartel de los Beltran-Leyva, todo esto es puro macaneo.

La idea de los sectores macristas de la vecina orilla de que en nuestro país no se impuso una cuarentena obligatoria por el respeto sacrosanto a las libertades es un verso grande como un templo. La nueva estrella de los liberales argentinos está podando esas libertades democráticas y estableciendo poderes discrecionales para la policía, que ahora está habilitada a disparar sobre movilizaciones.

Pero, como todo, el hombre propone y la vida dispone. Es muy evidente que este intento de ir recortando garantías tiene la vista posada en un horizonte político incierto, donde la desocupación y la crisis económica se acentúan. La burguesía se cura en salud.

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Author: Camilo Márquez