Publicado el 29 de abril en el semanario Voces
Los intentos por parte de la coalición de gobierno de modificar el artículo 224 del Código Penal referido a la violación de las disposiciones sanitarias para “impedir la introducción o propagación” de enfermedades “epidémicas o contagiosas” seguramente naufrague. Este artículo establece que aquel que “causare daño a la salud humana” será castigado con penas de tres a 24 meses de prisión. En otras palabras, es necesario comprobar que se causó un daño a la salud. El nuevo proyecto pretende cambiar eso y que no sea necesario comprobar el daño a la salud, sino que abarque simplemente con ponerla en riesgo. De aquí el nombre “delito de peligro”.
Mientras se redacta este artículo el proyecto ha vuelto a comisión luego de ser aprobado en diputados, rebotó en el senado tras diversos cuestionamientos por parte de Cabildo Abierto, pero también de la propia bancada del partido nacional. Detalles de lado, asistimos a una farsa. El diario el país (insospechado de opositor) anunciaba el viernes que el Ministerio de Salud Pública “Abandona el rastreo intensivo de contactos”. El mismo medio, nos dice que esto obedecería a “un cambio de táctica”. En realidad, el gobierno tiró la toalla. Si ya antes se sostenía que existía un sub registro de casos, a partir de ahora los datos directamente dejan de ser confiables, son apenas un dudoso promedio. Las muertes que no dan tregua se mantienen en los niveles mas altos, a la vez que el promedio de edad de los fallecidos baja. Para ocultar esta situación Lacalle se ha apoyado en un supuesto amesetamiento de contagios que no se comprueba. En este momento tres de cada cuatro pacientes que ingresan en CTI lo hacen por Covid.
En este escenario pretender ir a un combate a la pandemia con el código penal es bastante mas que un exabrupto, es sencillamente una parodia. Se amenaza con acciones penales contra las violaciones a las disposiciones sanitarias de un transeúnte, mientras las patronales perpetran esas violaciones en forma colectiva cuando no respetan los protocolos en los lugares de trabajo, por caso, los trabajadores del frigorífico Canelones que debieron ir a una huelga para frenar un foco de contagios que la patronal negaba. La indignación que se produjo entre los trabajadores producto de la muerte de un joven compañero de 30 años de edad, arrancó un protocolo de hisopado riguroso. En la planta de canelones tenemos resumido una lucha de clases donde se juega la vida de quienes viven de la venta de su fuerza de trabajo de un lado y los capitalistas que defienden sus ganancias “a muerte” del otro. En esta batalla los trabajadores ejercieron el poder de veto que tienen sobre las condiciones de trabajo, la patronal no perdona que se la despoje de esta prerrogativa. Le ha declarado la guerra al sindicato suspendiendo por una quincena a su principal dirigente, dejándolo al borde del despido. Este es el núcleo de lo que esta en juego en esta etapa, por eso hemos acuñado la consigna de que la lucha contra el capital es de vida o muerte.
Mientras el gran comercio, el transporte y el trabajo en general goza de amplia “movilidad”, se pretende un retorno a clases, del que hay menos condiciones que cuando se suspendieron. Todos los movimientos del gobierno son improvisaciones. Ocurre que con 65 muertos por día y 2500 contagios (incluso si fueran estos exclusivamente) no hay protocolos que valgan. En estas circunstancias el principal “peligro” para la salud pública es el régimen político en su conjunto, en el que hay que incluir a la burocracia sindical, en primer lugar, la que tiene copados los sindicatos de la educación de secundaria y primaria, que reclama el retorno a clases en forma vergonzante, pues interpela al gobierno por los días de clases perdidos. Un despropósito con el agravante de que en este caso es criminal.
Si el ascenso de la pandemia se pone en tela de juicio, lo que nadie se atreve a discutir es el ascenso mayúsculo de la otra pandemia, la económico-social, que ha tenido como única respuesta del gobierno el descuento de sueldos a los funcionarios público para un fondo coronavirus que se transformó en una bóveda de acceso único. Los anuncios de “ayudas” para los que se echa mano a ese dinero, abre otro frente de confrontación al gobierno pues los subsidios no satisfacen a nadie.
Estamos ante una gran tragedia, que es orquestada desde arriba. La política del gobierno como la de todos los gobiernos en el mundo es que las muertes son fatalidades. Antes hubo otras epidemias, donde moría más gente, y la humidad sobrevivió, etc. etc.
El camino, en vísperas de un primero de mayo, no puede ser mas claro. Para defender la vida, contra el régimen del lucro capitalista, preparemos la huelga general.