Savas Matsas: “La pandemia es un problema global. Necesita una solución global que no puede venir de un sistema que ha probado su incompatibilidad”

Intervención completa de Savas Matsas, dirigente del EEK (Partido Revolucionario de los Trabajadores de Grecia) en el acto internacionalista organizado por el Partido Obrero – Tendencia el 1ro de mayo


 

Queridos compañeros y compañeras. Queridos camaradas en nombre del EEK, en nombre de los trabajadores, los jóvenes y pobres de nuestro país enviamos a su conmemoración del 1ro de Mayo nuestros más sentidos saludos internacionalistas revolucionarios. Saludamos este encuentro.

La clase obrera internacional y todos los oprimidos, los explotados y discriminados en todo el mundo están luchando contra la catástrofe que el capitalismo en decadencia ha producido.

El 1ro de Mayo de 2021 es el Día Internacional de los Trabajadores en lucha por la vida este año, porque entre 2020 y 2021, en tan solo un año más de tres millones de personas han muerto por la destrucción capitalista de la naturaleza que provocó esta pandemia que llevó a una tragedia humanitaria en todas partes. No hay ninguna duda que la pandemia que comenzó en el 2019 no fue una tragedia natural, no fue como un asteroide venido del espacio, sino el producto de la destrucción del ambiente por la codicia de las empresas capitalistas, la globalización capitalista, la destrucción de barreras inmunológicas y los ecosistemas. Esta es la razón por la cual, en los últimos 30 o 40 años, los epidemiólogos han llamado “la epidemia de las epidemias”. A pesar de la rápida aparición de las vacunas, todavía estamos, muy lejos, del fin de la pandemia. Hay un mal manejo fantástico de todos los gobiernos capitalistas de esta crisis sanitaria y humanitaria. Hay una competencia salvaje entre las farmacéuticas sobre una u otra vacuna, desperdigado un escepticismo que los oscurantistas y fascistas explotan en esta situación.

No solo eso, pero es con seguridad que la destrucción de todos los sistemas nacionales de salud existentes -y no existentes- en todo el mundo, su destrucción en los últimos treinta, cuarenta años a manos del llamado “neoliberalismo”, creó las condiciones para la pérdida de las innumerables vidas que podrían haber sido salvadas en otras condiciones.

Hay un slogan en el movimiento obrero de Grecia: “Solo el pueblo puede salvar al pueblo”, el cual es absolutamente cierto y está probado porque la única línea de resistencia a esta tragedia humanitaria durante este año fue el autosacrificio de los trabajadores de la salud, de enfermería, las y los médicos. Sin ninguna ayuda, muy por el contrario, del Estado, de los gobiernos.

Así que el 1ero de mayo de 2021 es un día de lucha, sin ninguna ayuda, muy por el contrario, del Estado y los Gobiernos para salvar la vida que está bajo amenaza por el propio sistema. Necesitamos la expropiación de las grandes farmacéuticas, la expropiación de las patentes, de las grandes clínicas, de todo el sector público de exportación de la salud y la centralización y planeamiento de todos los recursos para enfrentar el peligro, para implementar cuarentenas donde sea necesario, testeos masivos, seguimiento y todas las medidas necesarias que no son llevadas adelante porque todos los gobiernos alrededor del mundo intentan subordinar la salud y la vida de las prioridades del sistema capitalista, a la economía capitalista. El dilema salud o economía es un falso dilema. La vida siempre tiene prioridad sobre cualquier necesidad económica.

Entonces, el 1ero de mayo es un día de lucha contra la miseria extendida por la crisis capitalista antes de la pandemia y que ahora durante la pandemia entra en una fase totalmente nueva. La pandemia, creada por las condiciones que mencioné antes, salió de una crisis y disparó una nueva crisis, que no es solo un empeoramiento de la crisis anterior, sino una situación mundial radicalmente diferente que es necesario comprender para desarrollar las políticas correctas para cambiar la situación y salvar la vida.

Ya antes de la pandemia estaba claro que los esfuerzos realizados en la última década, fracasaron y no pudieron detener la crisis sistémica del capitalismo. Por el contrario, en vísperas de la pandemia todas las señales indicaban una profundización de la crisis.

La pandemia no solo creó una crisis peor, sino que creó una crisis cualitativamente nueva en todos los niveles: económica, política, de luchas de clases, de luchas nacionales, de clases internacionales, de luchas geopolíticas, de guerras y situaciones revolucionarias en un país detrás de otro. Los bancos centrales y gobiernos centrales en Europa, Estados Unidos, y más allá tomaron medidas extraordinarias, grandes sumas de dinero que superan aquellas medidas económicas tomadas luego de la quiebra de Lehman Brothers, para salvar su sistema. No les importa el pueblo, no les importa la vida humana. Les importan sus ganancias, pero no simplemente sus ganancias sino el sistema de ganancias que está colapsado. Así de simple, así que toman medidas para salvarlo.

Por esta razón, la recientemente electa administración de Biden, el FMI, el banco mundial y el banco europeo central, han dicho que mantendrán estas medidas monetarias y fiscales extraordinarias -y aconsejan a los gobiernos mantenerlas- hasta que la pandemia esté bajo control y la economía revivirá. Todos dicen, incluyendo los grandes centros del capital financiero, que luego de la pandemia habrá una pandemia de deudas y bancarrotas en muchos países y particularmente en el hemisferio sur.

Janer Yellen, ex presidenta de la Reserva Federal y actual Secretaria del Tesoro de Estados Unidos dijo que más de 150 millones de personas estarán por primera vez bajo la extrema pobreza en este año 2021 a causa del shock estructural causado por el COVID-19.

Si hasta 2008 había 20 millones de personas que habían perdido sus hogares en sus países y se habían convertido en migrantes de aquí y allá, para morir ahogados en el Mar Mediterraneo, en el Mar Egeo, para morir en la frontera México-Estados Unidos, en los últimos diez años antes del COVID-19, estos 20 millones se convirtieron en 80 millones.

Cualquiera puede imaginar lo que sucederá con estos millones de desesperados del hemisferio sur en esta nueva situación explosiva que combina la miseria social, la amenaza sanitaria y el riesgo de muerte, de muertes masivas particularmente en países donde no tienen ningún tipo de sistema de salud y ni siquiera tienen vacunas.

Esto es una particularidad, si se quiere de la universalidad de esta crisis. La pandemia es un problema global. Necesita una solución global. Incluso, con todos los países del hemisferio norte vacunados -Estados Unidos y Europa- sí hay un solo país en el mundo cuya población no está vacunada, el problema estará aquí, con nuevas variantes, mutaciones y la expansión de la pandemia.

Este problema global requiere una solución global, que no puede venir de un sistema que ha probado su incompatibilidad. Tendremos una explosión masiva del desempleo, tendremos una disrupción masiva de la vida social, económica y política en un país tras otro en el siguiente periodo inmediato.

En el caso de la administración de Biden, se están tomando medidas que nunca antes se habían tomado; las sumas que mueve esta administración, los trillones de dólares -1.9 trillones primero para el plan de recuperación y ahora otros dos trillones para la reconstrucción de infraestructura- son cifras que fueron utilizadas por Estado Unidos sólo en la Segunda Guerra Mundial y dicen que incluso van aumentar esta intervención masiva.

Algunos dicen que esta reversión de las “Reaganomics”  y las medidas de lo que ellos llaman “neoliberalismo” en los últimos treinta años, cuarenta años; significa una vuelta al keynesianismo y al estado de bienestar, un nuevo boom, el pleno empleo, los buenos salarios… Esto son solo ilusiones. Desafortunadamente, estas ilusiones son muy fuertes entre la izquierda internacionalmente, no sólo en Estados Unidos.

La contradicción, por el contrario, es la siguiente: La administración de Biden, lo cual significa la parte más fuerte de la clase dominante estadounidense, como la dirección del JP Morgan, etc, hacen esta movida desesperada con estas sumas enormes de dinero y esta enorme intervención estatal, oponiéndose a las Reaganomics, estas políticas económicas promovidas por Ronald Reagan durante la década de 1980, para salvar sus sistema. Y esta reversión de las medidas económicas es imposible que sean eficientes, que se lleven adelante. Van a desestabilizar aún más a un sistema que está en un proceso de quiebra.

Ese es el segundo punto que debemos tener en cuenta en este 1ero de Mayo 2021, así como las implicancias de esta desestabilización, este proceso de quiebras sistémica global que vemos. Aparte de estas medidas de reversión económica, el uso de la brutalidad policial, incluso con la condena a Chauvin, el asesino de George Floyd -que fue definitivamente una concesión al movimiento Black Lives Matter-, aunque fue un alivio para la población afroamericana y no solo para ellos, no significa que el sistema policial en sí mismo, este arma que es el monopolio de la violencia en manos de la burguesía, haya terminado. Por el contrario, en la misma Minneapolis y otras ciudades de Estados Unidos, la brutalidad policial ya acumula más víctimas, más muertes, más víctimas inocentes, particularmente entre la población más vulnerable. Y al mismo tiempo que Biden trata de presentarse a favor de la clase obrera, incluso con palabras de aliento para los movilizados de Amazon; a pesar de esto él rechazó el aumento de 15 dólares la hora del salario -y los salarios en Estados Unidos desde 1973 no sólo no crecieron, sino que declinaron-, la masa de la población vive bajo la pobreza. Esta fue la razón del ascenso del fenómeno de Trump, de la extrema derecha, de los fascistas.

Esta es la fantástica situación en la que estamos. En el centro del capitalismo mundial. En el centro de la pandemia global. En el poder hegemónico del capitalismo mundial, tenemos esta situación desesperada de la clase dominante más fuerte. Y lo intentan todo. Y no sólo ellos, el resto de las clases dominantes en el mundo, aquí en Grecia también, el ascenso de la brutalidad policial particularmente contra los jóvenes, quienes están tan salvajemente golpeados por las crisis capitalista mundial: desempleo masivo, falta de futuro… Es una generación, la que era muy joven, hace doce años, que no tiene esperanza de un trabajo o condiciones de vida en alguna medida dignas en el futuro cercano en el llamado “Tercer mundo” -tanto en Latinoamérica, como África, Asia y Medio Oriente.

Por esta razón, siempre hay convulsiones y explosiones sociales y situaciones revolucionarias que se detuvieron a principios del año pasado temporariamente.

Este movimiento revolucionario entrará ahora en una nueva fase. El problema es que en una situación cambiante, nosotros también deberemos cambiar nuestra teoría y nuestra práctica como revolucionarios marxistas como trotskistas, para enfrentar los nuevos desafíos. Hay una serie de trampas que debemos superar inmediatamente: la primera es si nos adaptamos a nuestro medio nacional. El internacionalismo es la única esperanza de victoria y salvación en la situación en la que estamos. No es una cuestión moral o abstracta. Es un problema práctico para que la lucha por la vida sea exitosa y victoriosa.

La segunda trampa es la adaptación a la democracia liberal y el parlamentarismo burgués. Esto ha destruido uno tras otro a muchos partidos de extrema izquierda. En Europa el NPA y en Argentina también, en Brasil y en todas partes podemos ver esto. La experiencia que tuvimos hace diez años con Syriza en Grecia, Podemos en España, etc etc, llevó al desastre. Una receta para el desastre. O bien, tendremos en el próximo periodo una catástrofe permanente o la revolución permanente. La revolución permanente no es un slogan vacío, no es solo un problema programático, no es solo una estrategia; es una estrategia, es una perspectiva, es un programa, pero por sobre todo, es la expresión consciente de las demandas históricas objetivas más profundas de nuestra época, una época transicional del capitalismo al comunismo mundial.

Por esta razón, el trotskismo, a pesar de su fragmentación, retrocesos y todos los problemas que enfrentó y aún enfrenta, es la esperanza de la humanidad porque no es la construcción arbitraria de un político de izquierda, sino que es el reflejo objetivo de una época. Y cuando esa consciencia teórica, la consciencia teórica más alta de la época -en palabras de Trotsky-, se encuentra con las grandes masas, las masas más amplias, las más alejadas de cualquier teoría, este será el momento de la revolución, la inspiración violenta de la historia, el cambio del mundo.

Este es el mensaje para el 1ero de Mayo 2021: tenemos que avanzar por la IV Internacional y por la victoria de la revolución permanente mundial.

¡Adelante compañeros y compañeras!.

 

 

Transcripción: Belén Duaca.

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Author: Redacción