La muerte de un hincha de Peñarol que intentó ingresar al estadio Campeón del Siglo saltando una reja el sábado es denunciada como la consecuencia del accionar policial. Aunque los portales de noticias se apuraron en replicar la versión oficial del ministerio del interior de que el joven de 21 años falleció producto de las heridas que se habría autoinfligido al querer sortear una de las entradas, en las redes sociales la indignación de los hinchas apuntaba directamente a la Guardia Republicana. En las imágenes que circulan registradas por los numerosos testigos se puede ver a varios uniformados forcejeando con el joven sobre el portón con púas, y en otro ya sobre el suelo en donde personal de salud le realiza RCP para luego subirlo, malherido, a una ambulancia.
El partido, a todo esto, se desarrolló sin mayores contratiempos y la información aseguraba que el joven estaba con vida. Ni bien culminó el encuentro se conoce que el hincha había fallecido en el hospital de Pando.
El ministerio del interior se apresuró en comunicar que los efectivos habían actuado “según el protocolo”, esto cuando apenas se sabía del fallecimiento. No había forma de que el proceder policial hubiera sido cotejado. Las autoridades se anticipaban para cubrirse a sí mismas. Cualquier hincha que frecuente las canchas sabe el “proceder” de la policía fin de semana tras fin de semana. Los comentarios coinciden en un punto: esto “se veía venir”. El fútbol como fenómeno de masas moviliza a miles de personas en nuestro país. En el Campeón del Siglo un estadio ubicado inconvenientemente donde hay que viajar horas para llegar, el operativo policial normal es que al retirarse la popular miles de personas tengan que esperar más de media hora, agolpadas en las puertas de salida, custodiadas celosamente por un grupo de choque armado a guerra y a caballo. Un espectáculo para distenderse y disfrutar se vuelve una experiencia irritante. “Esto termina mal” es un augurio repetido. La atmósfera es contaminada desde arriba.
La ola de indignación que se levanta por este caso está precedida por la experiencia propia. El despliegue intimidante de la Guardia Republicana en las puertas y las provocaciones permanentes al ingreso son moneda corriente.
Quienes presenciaron el episodio desde todos los ángulos no se andan con vueltas “lo mató la policía”. Periodistas que se encontraban dentro del estadio mencionan que en ese momento se escucharon detonaciones.
La investigación está en manos del fiscal de flagrancia de 8° turno, Leonardo Morales. “Según el informe forense primario, la herida que causó la muerte del hombre fue la provocada por quedar enganchado de una de las rejas del estadio.” (Montevideo Portal). Los innumerables testimonios precisamente señalan que el accionar policial propició que el joven resultará herido en la pelvis. El club sacó un breve comunicado en el que pone a disposición todo el registro gráfico existente. La directiva encabezada por Ruglio también está en la picota, los hinchas le reclaman más que un comunicado de tres líneas.
Las ironías de la historia quisieron que este episodio se diera al mismo tiempo que en la tribuna Cataldi, se desarrollaba un homenaje a los hinchas de Peñarol desaparecidos y asesinados por el aparato represivo durante la última dictadura.
ESCLARECIMIENTO INMEDIATO DE LOS HECHOS
