Publicado en el semanario Voces el jueves 18/11
Nelson Fernández, en una columna para el Observador la semana pasada ha resumido a su manera el estado que reina en la cúspide del gobierno. El presidente durante un evento del Centro de Estudios para el Desarrollo realizó una intervención que el periodista sintetiza: “Un común denominador que transmitió a veces directamente y otras veces al explicar que cada cosa requiere su tiempo: no se hace lo que se quiere, sino lo que se puede.” El mensaje parece una respuesta inequívoca a las manifestaciones de unos de sus principales aliados, Cabildo Abierto, que, por boca de su líder Manini Ríos durante un acto en Canelones expresó su disgusto por la “tibieza” del gobierno en algunos temas y que eso lo “sacaba de las casillas”.
Fernández titula su nota de forma expresiva “Los tres compañeros fundamentales del presidente”, citando textual las palabras de Lacalle Pou “en esta tarea (de gobernar) son la prudencia, la paciencia y el equilibrio”, algo que el analista presenta como símbolo de madurez y ‘aprendizaje político’. Una exaltación extraña, considerando que bien leído constituye un culto al marasmo. Políticamente el oficialismo ha perdido capacidad de gobierno, aunque los sondeos de opinión aún le asignen importancia aquí o allá la santísima trinidad conceptual del presidente no hacen más que subrayar una creciente impotencia política.
Las encuestan admiten un empate técnico entre el SI y el NO en el referéndum contra los 135 artículos de la LUC del año entrante, con un 20% de indecisos. Pero esta elección no se da en el vacío, sino en el marco de movilizaciones y luchas. Han pasado la huelga de la pesca, los paros en la construcción (en especial en UPM), el conflicto de los trabajadores portuarios, estamos en plena movilizaciones de los sindicatos de la enseñanza que vienen de enfrentar la persecución y la fortísima campaña de hostilidades organizada desde todas las cuevas del Estado. Por último, el compacto conflicto que desarrolla la Federación de obreros de la Carne, con paros sorpresivos y sucesivos de 24 horas en toda la industria. Esto alcanza para caracterizar a una clase obrera en estado de alerta y pelea.
En contraste, el congreso del PIT-CNT transcurrió al margen de estas experiencias vitales de lucha. El encumbramiento del sindicato policial en la dirección cotidiana es un ejemplo expresivo de esta tendencia negativa y de una flagrante contradicción en la batalla contra la LUC. Ocurre que el sindicato en cuestión es hostil al referéndum, o más precisamente, defiende la LUC tal cual existe.
El otro “incidente” que merece ser mencionado por su pertinencia política es el que protagonizó uno de los invitados y que fue cubierto extensamente por la prensa. La del dirigente de la CTA argentino que, en su discurso de saludo al congreso, manifestó que realizarían campaña en la otra orilla entre los uruguayos para que viajaran a votar contra la LUC y “echar a Lacalle”. Las reacciones no se hicieron esperar, y aunque el hombre lo dijo pensando siempre en una salida electoral y de ninguna manera en sentido insurreccional la forma veloz en la que el flamante presidente del PIT-CNT tomó distancia de la arenga, lo retrata. “Corre por cuenta del compañero que viene de la central argentina. El futuro presidente lo define el pueblo uruguayo en la próxima elección”, dijo Marcelo Abdala por toda respuesta. Ningún marxista, sin embargo, puede privarse de agitar la salida de un gobierno que hunde a la población en la miseria.
El hecho es instructivo, porque, como ya ocurrió en el pasado, vuelve a colocar al FA y en especial al PCU como un elemento de socorro del gobierno y de defensa del orden existente. La burocracia sindical se esfuerza por disimular el alcance sísmico que tendría una victoria del SI. De darse, el de Lacalle es un gobierno acabado, perdería el respaldo de la burguesía, y hasta una fracción de ésta agitaría su salida pues no tendría condiciones para aplicar el programa que reclaman. Con todo, lo de Abdala no es torpeza. La política de esperar las elecciones, tiene para el FA un alcance de orden estratégico: la salida de la crisis social depende de su regreso al gobierno por la vía electoral. Para esto se ha diseñado el slogan de poner en pie una “nueva mayoría”, que empieza por resucitar el ala seregnista y ampliar al FA sin frontera a derecha.
¡CUANTAS COSAS HA REMOVIDO EL EXABRUPTO DEL SINDICALISTA ARGENTINO!
La burguesía tiene conciencia de que enfrenta una crisis de régimen político, esto tiene una expresión internacional, observa todo su entorno con recelo, por eso salió con los tapones de punta contra lo que identifica como una potencial amenaza.
Los militantes del FA deberían reflexionar seriamente sobre las maniobras que se pergeñan a sus espaldas. Después de una campaña de recolección de firmas que no quería y a la cual se plegó a regañadientes, la dirección sustituye la posibilidad de noquear al gobierno, por una modesta victoria por puntos para luego ofrecerle una tregua hasta 2024.