“El Frente Amplio le propuso [al presidente] un dialogo nacional que hasta ahora estamos esperando que nos respondan” lanzó Alejandro “Pacha” Sánchez, en el programa Séptimo Día que se trasmite a la noche por canal 12. En el debate estaba por el oficialismo el colorado Ope Pasquet.
Sánchez hizo esfuerzos denodados por parecer respetable: “Ope, debo ser de los legisladores del frente amplio que más ha reconocido las acciones que están bien hechas del gobierno”
Incluso con este nivel de pusilanimidad no pudo evitar que le colgaran un pretendido extremismo en grado de tentativa, lo que, de paso, grafica el extremo conservadurismo de la atmosfera política nacional:
“Creo que el gobierno se ha quedado corto en las políticas económicas”. ““Las pautas salariales del gobierno anuncian una reducción del ingreso de las personas”
Basto para que un periodista desde el panel le retrucara que “Ni el pit-cnt hoy está planteando que no bajen los salarios, porque entienden el contexto”. Esto dice más de la cúpula sindical que de Sánchez. A esta altura a nadie se le escapa que la dirección del PIT-CNT esta entregada.
Sin ir más lejos la fundamentación de Ope Pasquet que da sustento a la línea económica y laboral del gobierno:
“¿Qué tenemos que hacer, sostener el salario real o atender el desempleo? Porque hacer las dos cosas a la vez es muy complicado, no (…) tenemos que atender el empleo y sabemos que eso implica dificultades para mantener el nivel de salario, cosa que con realismo asumen, no digo que lo proclamen, pero con realismo asumen algunos dirigentes sindicales.” Para proteger el empleo hay que reventar el salario, un calco de la tesis que utiliza la burocracia para encorsetar los reclamos y la movilización. Para peor es falso, pues transformar el salario en una limosna no garantiza nada, ahí están las cifras de asalariados en el seguro de paro, arriba de los 200 mil y subiendo.
La ecuación original proviene de las usinas de la burguesía, la burocracia simplemente la ha asimilado como propia en una orientación patronal cada vez más indisimulada.
Después de las elecciones de octubre el mapa político quedó monopolizado por dos grandes coaliciones. La perdedora sólo quedó 30 mil votos abajo, pero salió de ella más impotente que nunca. En una palabra, desmoralizada. Eso expresa la adaptación completa de sus figuras y líderes, cuando no sus silencios prolongados.
Con esta oposición fingida no “vamos a la plaza”, al decir de la murga.
Izquierda es otra cosa.
