En 2022 un millón de personas caerán en la pobreza extrema cada 33 horas, advierte Oxfam Internacional en su informe presentado en el Foro de Davos (El economista). En ese mismo lapso de tiempo florece un nuevo “ultramillonario”.
En el mundo “caerán en la pobreza extrema 263 millones de personas solo en 2022 se debe al rápido aumento del costo de vida, que incluye todo, desde el costo de la energía hasta el costo de los alimentos” (ídem).
La guerra en el Este europeo ha exacerbado una situación precedente que se arrastra desde hace dos años con el estallido de la pandemia. El encarecimiento de los precios ahora tiene como aliciente el involucramiento de dos gigantes de la producción de trigo (Rusia y Ucrania) en una guerra de alcances imprevistos y sin final a la vista.
El dedo en la llaga en nuestro país lo puso, curiosamente, un medio del “establishment”. El 8 de mayo el diario el Observador presentó una radiografía de las ollas populares que expone un estado de situación calamitoso de un sector cada vez más amplio de habitantes en los barrios y, presumiblemente, más allá de ellos. La crónica es una contundente denuncia que exhibe lo evidente: en Uruguay el hambre está en su apogeo. Los desmentidos de las autoridades del ministerio de desarrollo social llegados a este punto carecen de relevancia, sólo subraya el estado de coma político en el que ha entrado esa cartera creada para morigerar las secuelas de la crisis anterior.
De todas formas, antes que los trascendidos de prensa y las investigaciones periodísticas quienes despuntaron con estas denuncias fueron los cuerpos docentes especialmente los de la periferia Oeste y Este de Montevideo, pero no sólo. Los pronunciamientos de los núcleos sindicales se cuentan por decenas, en un auténtico clamor de indignación que atraviesa al conjunto de los trabajadores: “todos los días se nos descompone alguno (…) se desmayan, a otros les baja la presión o el azúcar. Tenemos un récord de llamadas a la emergencia: tres o cuatro por día. Empezás a hablar con ellos y te dicen: «No desayuné. Hay poco en casa y tengo muchos hermanos». Y cuando un adolescente te dice esto es porque la cosa está complicada.” (Brecha 13/5). Categórico.
El 23 de mayo una mujer se desmayó mientras esperaba en la fila de la olla popular del barrio Lecocq: llevaba cuatro días sin comer formalmente y se le había retirado la canasta TuApp desde que se levantó la emergencia sanitaria por el coronavirus. Una “asistencia” de $1.200 pesos que el gobierno liberaba por cuentagotas.
Según un relevamiento llevado a cabo por el Programa Integral Metropolitano (PIM) de la Universidad de la República, en el Municipio F existe “una situación dramática” respecto al déficit alimentario que viven, sobre todo, adolescentes de la zona. (Caras y Caretas)
Gobierno
Hemos asistido durante más de un año a una campaña de parte del gobierno en defensa de la Ley de Urgente Consideración. Entre los puntos que defendió con uñas y dientes se encontraba el de la prohibición de los piquetes, con el pretexto de que el derecho del que quiere trabajar es tan atendible como el de quien realiza el piquete. Ahora estamos ante un piquete de la burguesía que niega no ya el trabajo sino la alimentación de la población. El fenómeno es mundial y tiene una perspectiva de agravamiento.
La guerra y la crisis mundial ha colocado a la burguesía latinoamericana en un a situación compleja. Biden ha advertido a los gobiernos latinoamericanos que no lleven sus coqueteos con China muy lejos, aunque él mismo no tiene el control ni de su propia casa se ve en la obligación de amenazar al barrio. Lacalle es uno de los que entra en esta categoría, quien ha reiterado que el necesita venderle a quien sea, y China compra mientras Estados Unidos no ofrece nada. Es la disyuntiva de toda la burguesía del patio trasero yaqui, que aparece tironeada por la crisis capitalista y la guerra. Actualmente el gobierno ha perdido el control de la inflación, que es un elemento atado firmemente a los vaivenes de la crisis internacional.
La coalición gobernante presenta un estado mas inconsistente que nunca antes. La explicación es que cada uno de sus componentes, sobre todo los socios menores empiezan a marcar su propia agenda con vistas a las elecciones. De ellos, el Partido Colorado esta muy disminuido, sin líder ni candidato. Cabildo Abierto tiene candidato claro y establecido, pero aún este lejos de ser un partido, aun debe en gran medida construirse como tal. El Partido Nacional no tiene un candidato, y mucho menos uno que pueda tomar el lugar de Lacalle que se ha constituido en el centro del gobierno. Sea como fuere, este estado de cosas muestra que sigue primando el impasse. Con todo el oficialismo mirando hacia el 2024 es difícil sacar nuevas leyes y tomar iniciativas, el ejemplo que rompe los ojos es el de la reforma de la Seguridad Social, que se encuentra en el limbo absoluto.
Del referéndum a hoy
El comando de campaña integrado por el FA, el PIT-CNT, la FUCVAM y la FEUU entendió inconveniente apuntar contra el gobierno. Se encargó persistentemente de negar que el referéndum era contra él, es decir contra un poder que desde el estado deteriora días tras días las condiciones de vida de los trabajadores con medidas cada vez más gravosas. Los actos de masas y la movilización son premeditadamente evitadas, o atomizadas, a la vez que los voceros oficiales le reclaman a Lacalle cada vez que tienen un micrófono delante que es imprescindible “tender puentes”.
La pertinaz política de paz social del Frente Amplio busca que la bronca se encauce y esterilice por la vía electoral. La burocracia del PIT-CNT le auxilia saboteando y aislando cada lucha que de cualquier forma se dan y porfiadamente se abren paso. Hay un boom de luchas parciales, el gobierno aún debe ganar la pelea en el ring con un contrincante en pie. El armado que desplazó al FA luego de tres periodos seguidos de gobierno centroizquierdista apenas esconde la enorme fragmentación de las fuerzas políticas patronales, que disimulan hasta cierto punto con el amontonamiento electoral.
El régimen democrático con su ala izquierda y derecha tiene en el parlamento y en el sistema de partidos sus expresiones, en tiempos turbulentos esas fronteras se estrechan a cero. La tarea de una fuerza revolucionaria es quebrar esa dominación y evidenciarla, poniendo el acento en la acción directa, la movilización, los piquetes y la huelga general.
El último 20 de mayo fue el más grande de todos los que se han realizado. No es un hecho menor, requiere una reflexión adecuada. Significa antes que nada que la lucha de los desaparecidos y asesinados sigue presente en la situación política y dentro de la memoria o mejor, de la conciencia popular y se manifiesta no sólo los 20 de mayo sino cotidianamente, en las puertas de las fábricas, los centros de estudio, las calles y hasta los escenarios deportivos como los estadios de futbol y las canchas de básquet.
No se trata solamente de una lucha de ideas sino de una lucha de clases; no solamente de consignas y programas sino de movilizaciones callejeras o de la ocupación del espacio público y los lugares de trabajo y estudio. La burguesía, la pequeña burguesía sus partidos es perfectamente consciente de esto, por eso colocó los piquetes y ocupaciones en la ilegalidad y opera persistentemente para desplazar el eje de la lucha y la movilización popular hacia el tema de la inseguridad. Por ahora fracasan, según varias encuestas, de los cuatro principales problemas que tienen los uruguayos tres están relacionados a la economía, el desempleo y la carestía. La lucha por la calle y el espacio público es siempre una lucha de poder.
Necesitamos un CONGRESO DE TRABAJADORES para quebrar la parálisis de la dirección burocrática del PIT-CNT, y preparar un plan de lucha y la huelga general contra el gobierno del hambre y la entrega.