La muerte de Andrés Abt

La muerte del alcalde del Municipio CH de Montevideo, Andrés Abt, hombre de la 71, sector de Lacalle padre ha conmovido el ambiente político y también a la opinión publica. Con apenas 47 años, Abt estaba ocupando por segunda vez la alcaldía del Municipio CH, un pequeño territorio sobre la costa sur de Montevideo que concentra un grupo de barrios económicamente pudientes, bastión del Partido Nacional.

El covid no ha exceptuado a los políticos de entre sus víctimas en ninguna parte del mundo. América Latina es la región más afectada actualmente por la pandemia. En agosto pasado, la agencia AFP publicaba un informe en que daba cuenta de esto: entre ellos, el jefe de gobierno de Caracas o el Cónsul de Brasil en Venezuela. Aos Fatos una agencia de verificación y monitoreo de información brasileña sitúa en 17 los políticos con mandato o sin el que fallecieron en Brasil al 5 de octubre del año pasado, incluido Silvio Antonio Favero, diputado por Mato Grosso, quien presentó un proyecto de ley contra la vacunación. AFP contabilizó al menos 24 muertes de alcaldes y funcionarios municipales y estatales en México, entre ellas el titular de la secretaría de salud del estado norteño de Chihuahua. En Perú nueve alcaldes han fallecido por Covid-19, en Bolivia suman cuatro entre legisladores y alcaldes al que hay que añadir una hermana del propio Evo Morales. En EEUU hay un sitio web, Ballotpedia, quien creo una base de datos especialmente dedicada a contabilizar las “muertes, diagnósticos y cuarentenas de funcionarios electos, candidatos y funcionarios gubernamentales relacionados con e COVID-19” (AFP)

La temprana y súbita partida del joven alcalde en nuestro país recogió, sin embargo, una mas que escueta lamentación del presidente Lacalle, quien comparte con Abt además de la filiación partidaria los mismos años de existencia. “Un gran compañero, un gran amigo. Triste noticia para muchos que lo conocimos y lo queremos. Un fuerte abrazo a su familia.” Como todo el mundo conoce bien, en Lacalle Pou no es casual ni bajo que brazo lleva el termo, la austeridad de palabras no se puede interpretar mas que como un intento por enmascarar el salto en los contagios experimentados en las últimas semanas en todo el país, especialmente en la frontera con Brasil y la perspectiva de un colapso sanitario en puerta. El presidente le baja el perfil a la muerte incomoda de su correligionario, por razones obvias: no se han suspendido las clases presenciales a pesar de que el virus campea en los centros de enseñanza, no se ha clausurado la actividad económica en la frontera donde la llegada de las distintas mutaciones del virus desde los estados brasileños es cuestión de tiempo. Esto a pesar de la insistencia de especialistas y hasta del Centro Coordinador de Emergencias (CECOED).

No hay comentarista que no advierta que la conferencia del presidente fue una guitarreada para salir del paso que no trajo ninguna novedad ni medida de fondo. El gobierno ha elegido el limbo como domicilio.

A lo apuntado hasta ahora hay que sumar la crisis con Cabildo Abierto justamente en ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado) donde el representante por ese partido Montagno se jactaba de haber acomodado a toda su pandilla en una operación de colonización nada menos que del organismo encargado de la salud de la población.

La muerte de Abt exhibe y amplifica la naturaleza del problema que enfrenta el país respecto al manejo de la pandemia y sus consecuencias. Conscientes como nadie de esto desde las propias filas del gobierno la reacción ha sido más que cautelosa. Uruguay comenzó la semana encabezando el ranquin sudamericano de contagios por millón de habitantes, incluso por arriba de Brasil donde el virus desola.

Se ha creado una situación nueva.

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Author: Camilo Márquez