El Partido de los Trabajadores acaba de superar holgadamente el objetivo de adhesiones que exige la corte electoral para habilitar la presentación de candidatos y listas hacia octubre. El respaldo a una candidatura de los trabajadores que se exprese electoralmente viene de todos los sectores, destacándose entre la docencia, los bancarios, los trabajadores de la carne canarios, municipales, gráficos y la salud. Las adhesiones no se limitan a los compañeros sindicalizados o referenciados en esos frentes, la campaña recogió el respaldo de una amplia porción de trabajadores informales y cuentapropistas (en crecimiento sostenido ante los cierres y despidos permanentes).
La superación de este primer obstáculo nos coloca ante el desafío de diseñar una estrategia que rompa el corset legal por un lado (piso de votos en las internas y convención nacional) y la enorme fragmentación electoral del otro. El fraccionamiento se da tanto dentro como fuera de cada estructura. Entre los tres principales partidos (FA-PN-PC) hay 14 candidatos, y se espera al menos la presentación de 13 formaciones para junio.
La forma adecuada de proyectar nuestros planteos ante una competencia desigual de la que arrancamos muy atrás es fundamental.
La pelea por colocar una batería de medidas contra los golpes de la crisis, de defensa del trabajo y las conquistas como así de las jubilaciones y contra el aumento de la edad de retiro son la viga maestra de la intervención electoral del PT. El empeño por colocar un programa político contrasta con las demás opciones que buscan ingresar al parlamento, que carecen no ya de programas, sino incluso de plataformas, y en la mayoría de los casos de ideas fuerza. Esta carencia es subsanada por irrupciones mediáticas de los individuos que monopolizan estas formaciones exclusivamente electorales (Vega, Salle incluso Manini Rios). El monologo sustituye el programa y los slogans las consignas.
En contraposición con esto el PT centra sus energías en discutir con los sectores laboriosos la necesidad de que la crisis no sea descargada sobre los trabajadores y que la paguen los que la generaron. Y al mismo tiempo denuncia los principales partidos que se presentan en estas internas bajo diversos ropajes al que llaman “opciones” pero que no han podido demostrar tener diferencias sustanciales entre ellos. El colmo de esto es el del oficialismo que alcanza un cinismo exacerbado cuando Martínez se jacta en los actos públicos de que los cuatro candidatos tienen el mismo programa, algo rigurosamente cierto. Dicho de otra forma, confiesa que las internas son una trampa para el votante, que no elige nada.
El esfuerzo militante que significa la recolección de mas de setecientas firmas para habilitar la presentación de una opción de izquierda que pelea por la independencia política de la clase obrera en este escenario cobra un valor extra, ya que la contracara de la fragmentación mas arriba mencionada es la polarización entre dos bloques ajustadores y capitalistas.
La capacidad para perforar e insertarse en este escenario adverso para la izquierda revolucionaria no depende solamente de recursos comunicacionales ni habilidades discursivas, sino de una campaña que ponga en el centro la advertencia de que se viene un mazazo gane quien gane y alertar contra las ilusiones criminales que ponen en el centro la conquista de un senador o despropósitos por el estilo.
Con esta comprensión, nos ponemos manos a la obra para pelear el voto de la clase obrera el próximo 30 de junio y que se abra paso una alternativa política obrera en nuestro país.
Adelante!