Cuando esta nota sea publicada el Sunca, el gobierno y las cámaras empresariales estarán aun negociando las condiciones en las que para el restablecimiento del trabajo el próximo lunes. Sin embargo, nada ha cambiado desde que se suspendieron los trabajos hace dos semanas cuando comenzó a regir la licencia especial para mitigar los impactos de la pandemia de Coronavirus. El propio presidente del sindicato Daniel Diverio expresó que “se necesita profundizar la higienización de las precarias estructuras complementarias que se construyen para los trabajadores en las obras, como los comedores, los baños y los vestuarios.” (En Perspectiva) Nada se ha hecho hasta ahora que cambie sustancialmente las condiciones y estamos hablamos de 45 mil trabajadores, muchos que se trasladaran desde donde residen hacia otros departamentos.
La situación de la industria es altamente gráfica, pues la construcción con carácter “esencial” debería ser aquella destinada al “interés social”, como pueden ser las cooperativas o las destinadas a realojos. No es eso lo que se discute. La presión de las patronales pone en jaque toda la charlatanería montada por el gobierno sobre priorizar la salud y promover el distanciamiento social. Cuando ese distanciamiento perjudica a los trabajadores que coman piedras, cuando afecta la ganancia de los Campiglia al tacho con la cuarentena.
Desde la dirección del SUNCA, es decir, desde el Partido Comunista se plantea un programa, siendo generosos, de medidas a medias. Por ejemplo, que los trabajadores con afecciones respiratorias, asma, o diabetes permanezcan en sus casas recibiendo el monto de la licencia especial, es decir, una parte de su jornal. También que las obras que “tengan la posibilidad” ofrezcan distintos horarios de entrada al trabajo para que no se generen aglomeraciones. Otro tanto respecto a los cortes para almorzar. El propio Diverio sugiere la inviabilidad de todo esto “de repente una fábrica u obra genera todas las condiciones para trabajar, pero el trabajador llega al lugar amontonado en un ómnibus”. En otras palabras, este empirismo es la receta para el desastre.
Los mas preocupante es que desde el Sunca todo es incertidumbre. Se sostiene que las patronales tienen la legalidad de su lado para convocar al trabajo, “posiblemente muchos o todos los trabajadores se presenten a trabajar, pero con algunas herramientas de presión” Así, en condicional: “Puede ser que nos organicemos en la obra y hagamos funcionar el protocolo de seguridad e higiene”
“Se puede dar un escenario en que esos riesgos sean tales que se pueda hacer una denuncia por la ley de Responsabilidad empresarial. ¿Es el camino que queremos hacer? No, pero puede ser un camino.”
Nada se ha previsto. Las patronales han manifestado que como el trabajo en la construcción se realiza mayoritariamente al aire libre, el peligro es mínimo. Un despropósito. Los trabajos internos y de finalización llevan proporcionalmente un tiempo infinitamente superior al estructural. Sea como sea, detrás de esta insistencia por la reapertura de las obras no persigue suplir la necesidad de viviendas o la puesta en pie de hospitales (áreas que podrían ser definidas como esenciales), sino que lo tienen en la mira es la instalación de la papelera de UPM, la construcción del tren para esa multinacional y más en general la especulación inmobiliaria. Los trabajadores debemos rechazar este juego perverso con nuestra salud y la de nuestras familias, pues al obligar a salir a la fuerza de trabajo exponemos al conjunto de nuestro entorno al virus y la enfermedad.
Para evitar que se extorsione a los trabajadores el reclamo debe ser no el de una “licencia especial” que sólo es un porcentaje de la quincena, lo cual significa un recorte abrupto de ingreso que termina presionando para obligarnos a aceptar el retorno al trabajo bajo condiciones de riesgo. El reclamo entonces debe ser por la totalidad del salario. Las patronales se han llenado los bolsillos bajo todas las administraciones, es hora de que participen parte de esos beneficios.
El gobierno debería abrir los ganchos y mirar el vecindario, donde los sistemas de salud se encuentran al borde del colapso. Mientras todos los especialistas coinciden que todo el hemisferio sur lejos está de su pico de contagios, que llegaría con los primeros fríos. Lacalle debería poner las barbas en remojo.