Este 8 de Marzo, se conmemora un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, este año con movilizaciones de las coordinadoras que nuclean a las organizaciones feministas en diferentes puntos del país y de la capital, con diferentes modalidades.
El desarrollo de la pandemia de COVID-19 vino a acelerar un proceso de crisis capitalista mundial, que la burguesía busca descargar sobra clase obrera a través de avanzar en un proceso de confiscaciones fabulosas, materializadas en la reforma previsional y la privatización estatal. Las trabajadoras, sufrimos especialmente este azote: con los peores empleos y condiciones laborales, estamos más expuestas al desempleo y jubilaciones de hambre.
A nivel internacional, la lucha del movimiento de mujeres ha tenido un importante desarrollo en los últimos años, ligado a la reivindicación del aborto legal en Argentina, la oposición a Bolsonaro en Brasil, en cierta medida, alcanzando una proyección mediática a través del “Me too”, “Elle Nao”, “Mirá como nos ponemos” entre otros.
La consigna del PARO internacional de mujeres toma relevancia a la hora de plantearse como una medida de la clase contra el capital. Y es en esta concepción en que debemos hacer hincapié.
Ya en el siglo pasado, las mujeres de la clase obrera rusa, entendieron que era imposible agruparse solas. Golpeadas por la posguerra y sin el pan en su mesa, las valientes mujeres de la clase obrera de la barriada Vyborg, que hacían filas eternas en las panaderías para llevarse una ración (hambreadora) de pan, decidieron golpear las puertas de las fábricas pidiendo la huelga general al grito de “abajo la autarquía”. Ese 8 de Marzo de 1917 sería el principio del fin para el zarismo.
Hoy, frente al policlasismo, las mujeres de la clase obrera debemos organizarnos contra los explotadores y explotadoras que sostienen un sistema que nos mantiene en desigualdad formal. Los sectores feminizados en su composición (salud, educación, servicio doméstico) son los peores pagos, sus laudos cubren un tercio de la canasta básica, obligándonos a trabajar jornadas más extensas y prohibiéndonos la inserción cultural, social y política.
En este contexto, se ha colocado el debate en diversos frentes, fundamentalmente en sindicatos y gremios estatales, feminizados en su composición (salud, educación, INAU). Las diferentes corrientes de mujeres, han desarrollado su intervención, a través de la proliferación de Comisiones de Género, que deben ser herramientas para enfrentar la opresión por partida doble a la que nos somete el sistema.
En Uruguay por primera vez se produce un paro “solo de mujeres” en diversos sindicatos, lo cual implica que no se paraliza la maquinaria capitalista (incluso en sectores como la educación, donde somos una abrumadora mayoría, pero las instituciones siguen abiertas).
Por su parte la burocracia sindical colaboró (nuevamente) en esta división de los trabajadores de las trabajadoras y su alejamiento de las calles: nuevamente se resolvió no movilizar a los sindicatos y sustituir la jornada de lucha, por la recolección de firmas contra los 135 artículos de la LUC. Se apuesta a sustituir el “modelo chileno” de movilizaciones masivas que apuntaban contra el gobierno, por un mecanismo de contención.
A más de un siglo de las primeras conmemoraciones de este Día por parte de las mujeres socialistas, la tarea de mantener un movimiento de mujeres independiente del Estado y de la burguesía, sigue siendo un eje fundamental, porque la emancipación de las mujeres trabajadoras no se desarrollará de la mano de la clase que nos oprime.
Una demostración de la importancia de la “separación tajante”, es la lucha contra la LUC y el programa de la burguesía, que resulta vital para el movimiento de mujeres, en el marco de una lucha más general por parte del movimiento obrero.
En las últimas semanas se ha visto cómo la represión en los barrios ha tenido rostro de mujer y los acontecimientos de Malvín Norte son sólo el preludio de una guerra de clases, que se enmarca en una crisis de dimensiones mundiales.
Es en este sentido que el rechazo a toda la LUC, traduce una condena al gobierno y al Estado, responsable de las muertes por violencia basada en género, por los salarios sumergidos, la reforma jubilatoria, la crisis habitacional, los jueces y juezas que libera a los violadores y abusadores (como resultó de la Operación Océano), al tiempo que procesa a luchadores sociales, el recorte presupuestal en salud y educación públicas, el gatillo fácil, las restricciones al derecho a huelga y a la protesta y un larguísimo etc.
Sin embargo, la lucha contra la LUC no puede verse restringida únicamente a la recolección de firmas (mecanismo fundamental), pues aquí se trata de desarrollar un movimiento que combata en todos los frentes, especialmente movilizaciones, mesas redondas, charlas, desarrollando el camino para un Encuentro de Militantes, donde la problemática de las mujeres trabajadoras debe ser un eje vertebrador.
Que se extienda por todo el mundo la voz de las mujeres de la clase obrera. Que sea lucha de clases!