Envenenamiento “agroindustrial”, complicidad estatal

La proliferación de cianobacterias en las costas uruguayas, durante las últimas semanas de enero, ha dejado en evidencia los enormes perjuicios que el uso de agrotóxicos en el campo, genera a lo largo y ancho del país.
Los riesgos para la salud a partir de entrar en contacto con estos organismos, pueden implicar desde mareos y vómitos, hasta fallas masivas en el hígado y la muerte sobre todo en niños pequeños.

Diversos científicos (entre ellos, docentes de la Facultad de Ciencias de la UdelaR) afirman que el uso de agrotóxicos como fertilizantes en diferentes cultivos y las condiciones ambientales en las represas hidroeléctricas, generan un aumento peligroso de la cantidad de nutrientes vertidos a los cursos de agua, que es la causante, a su vez, del exponencial aumento de la floración de cianobacterias, que emanan toxinas que afectan la salud.
A esto se le suman otras razones de origen natural, como ser las corrientes marinas, los vientos y el aumento de las temperaturas, que potencian la situación generada por la intervención humana.

Este problema, que implica un importante riesgo sanitario, coloca nuevamente en la palestra pública el uso de agrotóxicos en el los cultivos y ganadería, cuyas consecuencias resultan irreversibles, alterando los ecosistemas y poniendo en riesgo la vida.
En los últimos años, se ha podido comprobar a través de investigaciones científicas, fallos judiciales, e incluso el reconocimiento de la OMS, que varios pesticidas de uso común (como el glifosato) son cancerígenos y que la exposición a ellos, aumenta la probabilidad de alergias, malformaciones, fibromas, tumores y patologías respiratorias en trabajadores agrícolas y habitantes de poblaciones cercanas. En nuestro país, el sonado caso de los trabajadores arroceros en la Laguna Merín, fue estudiado por la UdelaR, encontrándose evidencia clara de afectación en toda la población.

En las principales producciones de exportación en las últimas décadas (productos derivados de la celulosa, derivados de los bovinos, lácteos, soja, arroz), estos tóxicos son utilizados de forma corriente, con el aumento exponencial de las ganancias. La soja, “vedette” productiva del siglo XXI, produjo ganancias siderales a un puñado de capitalistas, quienes no han dudado en contaminar de forma indiscriminada y prácticamente irreversible todos los cursos de agua, incluida la Cuenca del Río Santa Lucía (de donde se extrae agua que abastece a OSE).

El gobierno es responsable por un lado, del desarrollo del “modelo” extractivista; y por otro, del ocultamiento de sus consecuencias, a través de desestimar denuncias, impedir la investigación sobre el tema – a través del recorte presupuestal, el famoso “Decreto Mordaza” de 2018, entre otros mecanismos-, minimizar la promulgación de reglamentaciones de carácter nacional y los mecanismos de contralor necesarios, privatizar el agua a través de la Ley de Riego, facilitando la construcción de embalses.

Las ganancias exorbitantes de los capitalistas, las pagamos los trabajadores con nuestra salud, la pérdida de viviendas, calidad de vida, aumento de la carga impositiva para exonerar al capital, ajustes y tarifazos y con la destrucción parcialmente irreversible del ambiente.

La nueva planta de UPM y todas las obras públicas que exige la empresa finlandesa (entre ellas el Ferrocarril Central, que requiere una inversión de más de U$S 800 millones), tiene al gobierno y los partidos patronales encolumnados detrás de este proyecto, que no implica beneficios para el Estado, sino un enorme gasto y erogaciones fiscales.

Este desastre debe ser fuertemente combatido por el movimiento obrero, gremios estudiantiles, organizaciones sociales y los trabajadores en general. El PIT-CNT debe tomar una posición clara en contra no sólo de los acuerdos que intentan eliminar el derecho a huelga (con la entrega que esto significa), sino contra el extractivismo y la primarización de la economía. Esto implica derrotar la concepción burocrática del “bloque social y político de los cambios”, denunciando los salarios miserables de los trabajadores rurales, el riesgo sanitario al que están expuestos, las consecuencias de la contaminación de suelos y ríos, en síntesis: la falsedad del slogan “Uruguay Natural” del mal llamado “progresismo”.

Asimismo, una tarea fundamental es fortalecer y potenciar con un programa definido en Asambleas de Trabajadores, el movimiento que se organiza contra esta depredación, es un elemento clave para desarrollar y extender un planteo generalizado contra la explotación capitalista en todos sus términos, colocando una alternativa estratégica.

 

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Author: Natalia Leiva