La “solidaridad” del gobierno, la pagamos los trabajadores

La pandemia del Covid-19 ha acelerado las tendencias presentes, generando una verdadera “caída libre”: despidos masivos, envíos al seguro de paro, caída de las bolsas de valores más importantes a nivel mundial.
En este contexto, Uruguay ingresa al proceso mundial en condiciones de extrema fragilidad: 400.000 trabajadores que viven de changas, un sistema de salud vaciado (en todo el país hay unas XX salas de CTI), un salario mínimo que no cubre ni siquiera un quinto de la canasta familiar, con una enorme precarización laboral (que evidencian con la facilidad con que las patronales despidieron o enviaron al seguro de paro a 70000 trabajadores en quince días), el aumento de casi $10 por dólar en los primeros días de marzo..

La “solidaridad” con la burguesía

El pasado jueves, en conferencia de prensa, el presidente Lacalle Pou anunció una serie de medidas para nutrir el “Fondo Coronavirus”. Entre ellas, se planteó un impuesto a los salarios de los funcionarios públicos que ganarán $80000 líquidos y del 20% a los cargos de confianza y cargos políticos en general, la medida sería por dos meses, con opción a ampliarla, (en el tiempo y en alcance), próximo tarifazo en torno al 10%.

La pretendida “solidaridad”, solo abarca a los trabajadores, en este caso unos 15.000 funcionarios públicos con salarios por encima de la canasta. El monto total de recaudación, ronda los U$S12 millones, una cifra verdaderamente irrisoria respecto a lo que el propio Poder Ejecutivo calcula (unos U$S400 millones).

Está claro que en un país donde la mayoría de los trabajadores no llega a cobrar la media canasta familiar, donde el 25% son desocupados que viven de changas, estos salarios son una excepción.
Es así como, a través de esta medida limitada y demagógica, ha pautado la agenda política de los últimos días, posicionando a los sindicatos y partidos políticos en favor o no de la misma. Poco se dice, sin embargo, de cómo enfrentar esta nueva confiscación.

A nivel mundial, las patronales, en este contexto, han encontrado las condiciones propicias para la renta mentada reforma laboral: los miles de trabajadores enviados al seguro de paro, no serán reincorporados en su totalidad y lo harán bajo condiciones más precarias que las que poseían.

La proliferación de “ollas populares” muestra dos elementos clave: miles de trabajadores no pueden sobrevivir (no ya satisfacer las necesidades básicas de higiene y vivienda, hablamos de la alimentación) y por otro, que la clase obrera es solidaria.
Sin embargo, los grandes capitales que operan bajo el régimen de zonas francas (UPM entre ellos) exoneran U$S 1700 millones, es decir, casi cinco veces lo que necesita el llamado “Fondo Coronavirus”.

El programa de salida

El Partido de los Trabajadores ha defendido un programa transicional, en plena vigencia. La prohibición de despidos, el reparto de las horas de trabajo, el impuesto progresivo al capital, la eliminación de los impuestos al consumo y al trabajo, la nacionalización de la banca, son medidas urgentes, que implican colocar a la clase obrera como verdadero motor de salida a la crisis en curso.

Evidenciar las contradicciones del capitalismo no es suficiente, es imprescindible actuar en ellas, a través de una organización propia y activa. Es necesario hacer carne la consigna “que la crisis la paguen los capitalistas”, interviniendo las luchas en curso y las que se reanudarán tras la cuarentena, así como en las acciones solidarias, politizándolas.
Asimismo es imperioso denunciar a los partidos patronales, que desarrollan pactos con el objeto de garantizar la “gobernabilidad” a Lacalle Pou, generando las condiciones para que un gobierno debilitado, pueda descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores,.

Hoy más que nunca, queda en claro que el capitalismo es incompatible con la vida humana y el planeta. A su paso, siembra la barbarie y el exterminio.

La tarea de los revolucionarios es hacer visible esta premisa y la demagogia de los gobiernos pro-capitalistas, militando en todos los frentes que se abren, colocando la responsabilidad del Estado, el agotamiento del capitalismo y las perspectivas que se abren para la construcción de una alternativa obrera y socialista.

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Author: Natalia Leiva