En el mes de febrero se dieron a conocer varios documentos publicados por CODICEN de la ANEP, que plantea de forma muy poco clara, lo que planificaron para este (anormal) inicio del año lectivo. Se trata de generar las condiciones básicamente, para dos objetivos: acreditar a los estudiantes masivamente y comenzar los cursos con “normalidad” (hacinamiento, horario extendido, falta de higiene).
A pesar de la ambigüedad, el documento sobre aspectos “logísticos” supone una modificación unilateral al protocolo firmado con CSEU el año pasado, que define entre otras cosas, la distancia entre estudiantes y docentes en el salón de clase. La modificación -en apariencia menor- es la reducción en medio metro, de esa distancia. Es decir, en el caso de Secundaria, en lugar de 2 m, ahora habría 1,5 m.
Esto significa más estudiantes por grupo, apilados en los salones, más personas circulando por los centros educativos, en medio de un aumento de la cantidad de contagios, enfermos graves y fallecimientos.
Lejos de mantener un mínimo de condiciones para preservar la salud de trabajadores y estudiantes, el gobierno recorta grupos a lo largo y ancho del país (150 menos solo en Secundaria), no otorga los insumos necesarios para la limpieza e higiene, tampoco realiza llamados para que ingresen funcionarios y para colmo, reduce la distancia social mínima recomendada para cualquier actividad en el marco de la Emergencia Sanitaria -que sirve sólo como pretexto para buscar limitar el derecho a reunión y protesta-
En el 2020 los liceos no estuvieron ajenos a los casos de Covid-19, sobre todo en los últimos meses del año, cuando hubo un aumento exponencial en los casos a nivel general.
Si no estallaron focos de contagio en las instituciones educativas, es responsabilidad de los estudiantes y trabajadores, que a pesar de la irresponsabilidad del CODICEN, lograron mantener criterios de preservación, fundamentalmente, el distanciamiento social, que conllevó la división de turnos y grupos.
En contraposición, denunciamos la “flexibilización” de las medidas sanitarias (en los hechos, su eliminación) y el intento de imposición de un régimen de “normalidad”, que demuestra una vez más que las autoridades de la educación no tienen ningún reparo en convertir a las escuelas y liceos en focos, violentando a estudiante y trabajadores. En este sentido, prima un criterio empresarial y autoritario para la definición de las políticas educativas y la organización institucional, sumado a la asfixia presupuestal a la que se somete a la ANEP y UDELAR.
Por lo anterior, es necesario establecer una plataforma reivindicativa donde se unifiquen las luchas sectoriales, que pase por el aumento inmediato del salario de ingreso (igual a la media canasta) para reducir el multiempleo y el desempleo docente, creación de grupos acorde a las necesidades establecidas por los trabajadores de cada liceo, escuela o escuela técnica. Llamado para contratar en carácter efectivo, compra inmediata de insumos de limpieza.
Aumento del presupuesto para ANEP y UDELAR, autonomía y cogobierno.
No inicio de cursos hasta que no se garantice los insumos y funcionarios necesarios para trabajar, así como el respeto al distanciamiento social y las condiciones de trabajo resueltas por los trabajadores en asamblea.
¡Abajo toda la LUC!
Compañera Natalia Leiva, no tengo elementos para dudar de tu honestidad intelectual, por lo tanto no lo haré y me limitaré a cuestionar lo que, a estas alturas, implica un completo derrumbe estratégico (es decir, programático) para quien reivindique la revolución y el estado obrero.
Vamos al punto. En el artículo tú reclamas “…el aumento inmediato del salario de ingreso (igual a la media canasta) para reducir el multiempleo y el desempleo docente”. Pero, ¡Que es esto de “media canasta”! Porque abandonar el reclamo histórico de un salario igual a la canasta familiar? Es que acaso el PT le concede a las patronales y al estado burgués el beneficio de robarnos el 50% del salario, me dirás que de ningún modo es así, pero es la conclusión necesaria de reclamar la mitad de lo que necesita una familia proletaria para vivir con cierta dignidad económica.
Pero aún es mas grave que esto (si pudiera ser) en agosto de 2020, para un hogar de cuatro integrantes (dos mayores y dos menores), la canasta de pobreza se ubicaba en 44.521 pesos y hace un año (2019) estaba en 31.934 pesos, mientras que el valor de la canasta familiar era un poco mayor de $93.000. Es decir que, la reivindicación de la “media canasta” no es otra cosa que la “reivindicación” de una canasta de pobreza para la clase obrera y cerece de importancia si es para salario de inicio, porque sigue siendo un salario que consagra la pobreza, la superexplotación y el multiempleo de la clase obrera.
La adaptación programática “a lo posible” es el pan de cada día para los bien alimentados del izquierdismo pequeño-burgués y un veneno mortal para quienes reivindican el marxismo revolucionario.