Cuando los dirigentes del Frente Amplio le fueron a rogar a su casa que fuera su candidato, Tabaré Vázquez pensó que regresaba investido de un gran poder personal. Que podría disciplinar al Frente Amplio e imponer un cambio en la relación con el movimiento obrero, en particular derrotando a los sectores que tendían a escapar al control de la cúpula sindical oficialista. La conformación del gabinete sin consultarlo con los líderes frenteamplistas, su reticencia a reunirse con Mujica durante todo el primer año, y la aplicación de la “esencialidad” a la enseñanza, son algunos indicios que permiten sostener esa afirmación.
El presidente tuvo que morder el polvo en varias ocasiones, dejando mal parado a su gabinete (Tisa, Antel Arena, recule en servicios esenciales, renuncia de Filgueiras y Mir). Cerró el año fumando la pipa de la paz con Mujica, reconocido ahora como principal interlocutor (no en vano controla la bancada del FA).
La agudización de la crisis económica, de la cual la bancarrota de Ancap es una manifestación, plantea la necesidad de una salida; no es viable mantener el inmovilismo. Las reservas sin contrapartidas del Banco Central cayeron en un año un 52%; en otras palabras, el gobierno dilapidó más de 4.000 millones de dólares para mantener esta política económica. El crecimiento del desempleo y la desindexación salarial van a pegar en los ingresos del BPS (que requiere cada vez mayor asistencia de Rentas Generales), al tiempo que el Banco de Seguros se desfinancia al intervenir en el ‘negocio’ de las rentas previsionales –para que puedan seguir currando las Afaps con los ahorros forzosos de los trabajadores. Se terminó definitivamente la época de los altos precios de las materias primas y las bajas tasas de interés, y no se puede aprovechar siquiera la baja del petróleo por motivos fiscales.
La manipulación del IPC (UTE Premia mediante) y los tarifazos de enero, muestran a un gobierno que descarga sobre los asalariados y jubilados la crisis capitalista, sin que estas medidas sean suficientes para enjuagar el déficit fiscal.
Vázquez es rehén de Mujica, Mujica es rehén de Vázquez, y la dirección mayoritaria del PIT-CNT es rehén del gobierno, frente al cual podrá protestar alguna que otra vez, pero al que no quiere moverle el piso bajo ningún concepto.
El presidente intenta que el MPP lo acompañe en el giro hacia el Norte: Tratado Transpacífico, TLC con la Unión Europea, giro del Mercosur de la mano de los Macri y la derecha latinoamericana. Un camino que no abre ninguna perspectiva. Europa tiembla ante la posible bancarrota del Deutsche Bank. Las bolsas de todo el mundo entran en pánico ante la caída de la producción en China. Las elecciones norteamericanas, polarizadas entre el reaccionario Trump y el ‘socialista’ Sanders, muestran que la crisis impacta en todos los regímenes políticos, no sólo en Grecia y España.
Lacalle Pou pide que no se gasten más reservas para contener la inflación, es decir, que se habilite una gran devaluación para beneficiar a los exportadores y licuar los salarios. El gobierno por ahora apela al ajuste fiscal encubierto, intentando evitar la sangría de divisas y atraer a capitales golondrina; más temprano que tarde va a producir el devaluazo que pide toda una fracción del gran capital.
La política del gobierno fracasó. El movimiento obrero deberá librar una gran lucha para que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores. Necesitamos un PIT-CNT independiente del gobierno, para luchar por aumento salarial y contra el ajuste anti-popular.
(Publicado en semanario Voces, 18 de febrero de 2016)