BPS: En elecciones anodinas, el gobierno sufrió un nuevo revés

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El principal debate que se instaló durante las elecciones del BPS fue el carácter obligatorio del voto en las mismas. El comentario más frecuente en las redes sociales era el desinterés y la molestia por tener que concurrir a votar. Desde algunos periodistas y operadores de derecha se argumentó contra el voto obligatorio, en tanto que desde algunas filas izquierdistas se defendía ese mecanismo como supuestamente expresión de cultura cívica e interés político. La verdad es que el voto obligatorio, un mecanismo antidemocrático, fue introducido por la derecha en nuestro país en la época del pachecato, y siempre fue resistido por la izquierda. El voto obligatorio atenta contra la libertad del electorado a no concurrir a las elecciones, y además favorece usualmente a la derecha porque arrastra a una fracción de la ciudadanía que tiene menor información e interés en la política. Que la “izquierda” salga a alabar el voto obligatorio es toda una novedad, que muestra que no confía en hacer participar a su base a partir de claridad política y convicción.

La campaña electoral fue notoriamente anodina en un contexto político muy concreto: la llamada “Comisión de Expertos” ha enviado al gobierno un informe que impulsa una reforma de la seguridad social acorde al mandato del Fondo Monetario, que significaría un mazazo a los derechos jubilatorios de los trabajadores: aumento de la edad de retiro, rebaja del cálculo jubilatorio, extensión de las AFAP a todas las cajas jubilatorias impulsando aún más la privatización de las jubilaciones. Frente a esta ofensiva capitalista, las listas “sindicales” se mantuvieron en un silencio cómplice. En lugar de hacer de la elección del BPS un plebiscito contra la reforma jubilatoria, transformaron el acto electoral en un trámite burocrático. En ese marco, el mayor campo para la demagogia quedó en manos de los candidatos de “Un sólo Uruguay” (USU).

Es cierto que en una nueva instancia electoral el gobierno salió derrotado. Anteriormente ocurrió en las elecciones del Sindicato Médico y del Colegio Médico, también en las elecciones de la enseñanza (CODICEN), las elecciones universitarias y hasta en la Caja de Profesionales. Ahora sobre todo en el sector de los trabajadores activos sufrió un nuevo traspié, dado que la diferencia de votos a favor del PIT-CNT fue mayor que en la elección anterior cuando la derecha era “oposición”.

La situación más curiosa se produjo en la elección de los representantes patronales, donde tiene un voto cada empresa contribuyente -y donde el mayor número de votantes corresponde a las PYMES o incluso a cuentapropistas. Allí competía la lista 22 integrada y apoyada por las grandes cámaras empresariales con la lista 26 de USU, que carecía de apoyo de sectores relevantes desde el punto de vista del poderío económico. Lo más notable es que la 22 contaba con el apoyo de la Cámara de Industrias y la Asociación Rural, es decir, el gran capital y la oligarquía terrateniente… pero también de la “izquierda”. Juan Castillo, secretario general del PCU, realizó un video llamando a votar la lista 22, en un frente popular inédito con la oligarquía en nombre de combatir a USU. Castillo reivindicó las organizaciones “representativas”, es decir, que nuclean a los explotadores más tradicionales e importantes. Esta campaña “comunista” no fue la excepción: muchos referentes sindicales y de izquierda se plegaron a la misma orientación, difundiendo en las redes las listas sindicales junto a la lista 22 de la patronal como si fueran todas listas “propias”. De más está decir que un “comunista” no convoca a votar a la patronal, incluso si esta compite con otra aparentemente más reaccionaria en su discurso. Marx y Lenin los correrían a patadas.

En realidad, un planteo de izquierda debería requerir expulsar a los capitalistas de la dirección del BPS (y por supuesto, a su gobierno), defendiendo el control y la administración obrera de la seguridad social estatal (y la estatización de las administradoras privadas de fondos previsionales). Llamar a votar una lista patronal implica además defender la participación de los capitalistas en la administración de los fondos que pertenecen a los obreros.

Pero hay más: el planteamiento “frenteamplista” o “frentepopulista” se supone que se justifica en una alianza con la pequeña burguesía y hasta la burguesía “media” contra la oligarquía terrateniente y el gran capital nacional e internacional. Nuestros “comunistas” han realizado un frente exactamente al revés, con el gran explotador en contra del pequeño propietario o el cuentapropista. Precisamente, fue a la lista 26 de USU que han votado masivamente los pequeños patrones y empresas unipersonales, sobre todo en el interior -donde comerciantes y pequeños productores rurales apoyaron a USU. En otras palabras, Castillo y el FA se quedaron abrazados a la Asociación Rural y dejaron que los “fachos” se quedaran con la pequeña burguesía.

La frutilla de la torta: las grandes cámaras empresariales han mostrado su molestia con el gobierno, porque sobre todo en el interior el Partido Nacional y Cabildo Abierto realizaron campaña a favor de la lista 26 de USU, contra la representación que impulsaba la Confederación Empresarial. La “izquierda” llamando a votar al candidato de esta confederación de las grandes cámaras, y la derecha impulsando una lista opositora auspiciada por “Un sólo Uruguay”, muestra un cuadro distorsionado donde los representantes de las organizaciones tradicionales de los explotadores aparecían como la expresión del “progresismo” -en oposición al cual se movilizó electoralmente una parte de la coalición “multicolor”. El planteamiento de USU es “antiestatista”, realizando una demagógica denuncia del “peso del Estado” y los altos impuestos, ocultando que ese elevado costo estatal está basado en el pago de la deuda externa y los subsidios al gran capital y los latifundistas. El pequeño productor rural y el pequeño comerciante fueron arrastrados al discurso “liberal” derechista justamente porque la “izquierda” defiende junto a la “derecha” tradicional la dominación del capital financiero y las prebendas a los UPM, las zonas francas, los sojeros y grandes empresarios. En lugar de denunciar al régimen que beneficia a los grandes capitalistas y usureros, la “izquierda” es defensora del estatu quo y deja el campo a la demagogia a expresiones reaccionarias.

Las elecciones del BPS mostraron de esta forma una división por arriba y una polarización electoral que sin embargo no se vinculó por las listas sindicales a una campaña contra la reforma de la seguridad social del FMI. Desvincular la elección del informe de la “Comisión de Expertos” es casi una proeza, que muestra a la burocracia sindical orientada a una negociación y no un enfrentamiento a la reforma del FMI.

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Author: Rafael Fernández