El modelo de Lacalle Pou ya fracasó

+ posts

La batalla de las piedras, hoy

En el peor momento de la emergencia sanitaria, cuando cae la economía y aumentan el desempleo y la miseria, el presidente de la República anuncia un proyecto para establecer la inamovilidad de los feriados nacionales. Según el amigo de los Trump, Bolsonaro y Netanyahu, lo hace en defensa del patriotismo y la dignidad nacional. Un gobierno arrodillado ante los banqueros y las potencias imperialistas recurre a la retórica nacionalista.

El objetivo del mencionado anuncio es simplemente que la discusión se focalice en este tema intrascendente, desviando la atención respecto a la debacle sanitaria que vivimos. La política capitalista frente a la pandemia dilapidó el gran esfuerzo que hizo la población durante el año pasado, para terminar llevando al Uruguay al lugar del “malla oro”… en la cantidad de contagios y muertes por Covid 19 en el mundo.

El gobierno se ha negado a seguir las recomendaciones de científicos y médicos en cuanto a reducir la movilidad de la población. Fue reabriendo las actividades económicas, poniendo los negocios por encima de la vida. Para asegurar a los acreedores internacionales el pago de la deuda externa, sacrifica la salud en el altar del control fiscal. No vacila sin embargo en generar aún más subsidios al capital, mientras rebaja salarios, aumenta tarifas y pone impuestos a los funcionarios públicos, con el pretexto de que así favorecería el relanzamiento económico. Los resultados están a la vista. Las exoneraciones y subsidios no se traducen en más inversión, sino en especulación y fuga de capitales. Los depósitos en el exterior crecieron en 4.000 millones de dólares durante la pandemia; y en los bancos locales crecieron 2.800 millones (el 60% de ese aumento es en cuentas de más de 100.000 dólares).

El pueblo trabajador no debe poner la atención en las gestas heroicas del pasado, sino en las del presente y las que están por venir. Hoy Colombia, como antes Chile, muestran que América Latina despertó. Los jóvenes en las calles, enfrentando una sangrienta represión, son una muestra de heroicidad en la cual debemos inspirarnos los orientales. El gobierno de Piñera desató un verdadero infierno contra las protestas callejeras, matando e hiriendo a gran cantidad de manifestantes, quitando la vista a cientos de adolescentes. También apeló a concesiones y recules. Ni unos ni otros lograron contener la rebelión. En octubre de 2019 se inició un verdadero proceso de alcances revolucionarios que ahora tiene un reflejo electoral con el derrumbe de Piñera y la derecha, así como de los partidos tradicionales de la “Concertación”. El pueblo no se va a contentar con simplemente redactar un nuevo texto constitucional; el “fuera Piñera” va a ponerse aún más en el orden del día. El parlamento dominado por los derechistas también ha quedado desautorizado. Se plantea una dualidad de poderes entre el régimen político heredero del pinochetismo y la nueva Convención Constituyente. Los explotados y la juventud revolucionaria en las calles no va a ceder en su movilización. En Colombia, Duque ha aplicado también la receta de las concesiones y la barbarie represiva, con el agregado de que allí -además de la policía militarizada y el ejército- existen las bandas paramilitares que también participan de una represión ilegal. El proceso chileno parece haber contagiado al pueblo colombiano. Dos de los modelos del imperialismo y la derecha están en la picota. El “modelo chileno” era el camino para Lacalle y sus aliados, que creían que estaban haciendo surf en una ola derechista victoriosa (Piñera, Macri, golpe en Paraguay, triunfo de Duque, golpe en Brasil y ascenso de Bolsonaro, golpe en Bolivia). Esa supuesta ofensiva mundial encabezada por Trump ha sufrido un revolcón fenomenal, Lacalle ahora intentará cambiar el libreto y sobre todo la retórica -pero las luchas populares de América Latina dejan en claro cuál es la tendencia.

Lacalle y su “Comisión de Expertos” siguen con el modelo chileno para la seguridad social: pretenden aumentar la edad de retiro y rebajar el cálculo jubilatorio, beneficiar a las Afaps y bancos, transferir más dinero de los bolsillos de los laburantes a las cuentas de los capitalistas. A sus aliados en el mundo no les ha ido muy bien con esta iniciativa, provocaron protestas y revueltas. El gobierno cuenta con la colaboración de los dirigentes del Frente Amplio que votaron los artículos 393 a 398 de la LUC creando esa Comisión, en la cual participan y dan oxígeno a este ataque contra el pueblo trabajador.

Una pusilánime “oposición” parlamentaria de centroizquierda, que realiza una interpelación donde ni siquiera denuncia la miseria y la rebaja salarial, no puede entusiasmar a los jóvenes y a los militantes populares: deben inspirarse en la heroica rebelión chilena. Una gesta que está hermanada con otros levantamientos en América Latina y otros rincones del mundo, como en la nueva Intifada de la juventud palestina -que enfrenta el genocidio de un Estado sionista, que pretende aplastar esa revuelta y profundizar su régimen de apartheid.

La nueva batalla de las piedras es la que se está llevando adelante contra los amigos de Lacalle Pou. No olvidamos la revolución artiguista, pero sus herederos en todo caso no son los presidentes y generales que leen una vacía proclama en un aburrido acto oficial. Son los que luchan en todos lados contra la barbarie capitalista los que merecen nuestra atención y homenaje, levantando la bandera de un gobierno de trabajadores y la unidad socialista de América Latina.

Publicado el 27/05 en el semanario Voces

 

Share:

Author: Rafael Fernández