Está llegando a su fin la séptima ronda de Consejos de Salario, restando unos veinte grupos. Sin embargo, con una inflación en el 8,5%, la tendencia es la pérdida salarial, a partir de las pautas del gobierno: entre 6,5% y 8,5% (con casi un 80% de los grupos con correctivos inferiores a la inflación, es decir en el “nivel medio”).
La fragmentación: método para la derrota
En 2018 se desarrollaron más de 100 conflictos de diferente intensidad, que abarcaron distintos sectores de actividad. Luchas en la educación, la salud, municipales, postales, etc. demostraron que existen reservas en el movimiento obrero, como para desarrollar movilizaciones frente al ataque de las patronales.
A pesar de esto, en términos generales, las pautas salariales que el gobierno presentó en marzo, no sufrieron modificaciones sustanciales. El gobierno ofreció un salario mínimo de $15.000 para enero 2019 y la burocracia exige $16.500, una verdadera miseria.
Múltiples razones explican este fracaso: un reflujo relativo en el movimiento obrero, el propio mecanismo de la negociación colectiva, pilar de la conciliación de clases del FA y la burocracia sindical, basado en la fragmentación de las luchas y plataformas de los sindicatos.
El ataque de las patronales
En el marco de la profundización de la crisis capitalista a nivel internacional, las patronales -con la complicidad del gobierno-, han desarrollado un verdadero ataque a los trabajadores. La negativa a participar de las reuniones de carácter tripartito de varias gremiales del agro: arroceros, lácteos, etc. demuestran las fisuras de un sector de la burguesías respecto al gobierno. Otra demostración de lo anterior es que los consensos bajaron de 62% a 53%, aunque aumentaron las “cláusulas de paz” (Radio Montecarlo, 22 de diciembre de 2018).
Esta declaración de guerra no contó con una contundente respuesta del PIT-CNT, en cuyo Congreso a fines de mayo, primó la tesis de la defensa del “bloque social y político de los cambios”, sobre posiciones que denunciaran el carácter antagónico del gobierno del FA. Con esto, se abroquelan en torno al mismo, buscando garantizar su continuidad luego de las próximas elecciones.
Este recurso de contención, está demostrando sus limitaciones en la práctica: frente a patronales cada vez más dispuestas a “patear el tablero”, algunos sindicatos comienzan a desarrollar acciones, aún limitadas y divididas que buscan generar otras condiciones de cara a la conquista de sus reivindicaciones.
Un programa obrero y un plan de lucha: necesidades impostergables
Es necesario darle una orientación a ese empeño, desarrollando un plan de lucha que trascienda las condicionantes temporales previstas para los Consejos de Salario. Para unificar las luchas, es necesario desarrollar un programa en función a reivindicaciones comunes a todo el movimiento obrero: un salario mínimo inmediato equivalente a media canasta, contra la prohibición de despidos, por estatización bajo control obrero de toda empresa que cierre, por apertura de los libros contables, contra el aumento de la edad jubilatoria, por aumento de la licencia por maternidad/paternidad, por presupuesto para salud, vivienda y educación de acuerdo a las necesidades.
Estas reivindicaciones, servirán como base para el debate y la deliberación en asambleas en los barrios, en los lugares de trabajo y estudio, para la elaboración de un programa que anteponga los intereses de los trabajadores a los de los explotadores.
Asimismo, debemos oponer a la barbarie capitalista, una alternativa política, un partido de la clase obrera que tenga como objetivo estratégico, el gobierno obrero y la unidad socialista de América Latina.
Natalia Leiva