La última semana del año sesionó el Consejo de Banca Oficial con un único tema a tratar: el cierre parcial de dependencias en el BROU. Este tema que “ocupó” la agenda durante gran parte del año, luego de que una asamblea lograra ponerlo sobre la mesa, llegó a su fin, al menos esta etapa. Es que es evidente que el gobierno no se va a conformar ni con el cierre parcial, sino que será total, al menos en varias de las que hoy están en régimen de 2 o 3 días a la semana, ni con estas 21 sucursales, sino que continuará en camino de achique y de privatización.
Esto no solo queda claro con el accionar sistemático del Directorio del Banco, que empuja a los usuarios afuera de la institución y traslada la operativa y parte del negocio a los “corresponsales” (privatización), sino que además cuenta, como durante todo el proceso, con el aval, y apoyo constante por parte de la burocracia sindical. Desde el comienzo minimizaron las denuncias y advertencias que se venían realizando en este sentido, y cuando ya no pudieron ocultar, se encargaron de armar un simulacro de negociación, dejando correr los plazos e incluso acercándole herramientas a la propia patronal que no encontraba un argumento real para la resolución que pretendían alcanzar.
Es así que llegada la última reunión del año, las agrupaciones oficialistas llevaron sus planteos, con mínimas diferencias, pero que en definitiva buscaban cerrar el tema en favor del gobierno. La agrupación 98 (PS y FLS) trasladaban directamente la propuesta del gobierno, es decir el cierre parcial (por ahora) de las 14 dependencias. Por su parte las agrupaciones 17 (PCU) y 1955 (MPP) no acompañaban la propuesta anteriormente mencionada, pero ni la rechazaban, ni planteaban el inicio de un conflicto, considerando que la aplicación de la resolución del Banco comenzaba a la semana siguiente. De esta manera, lo que se logró fue no alcanzar ninguna propuesta en mayoría, por lo que el sindicato termina sin tomar posición en cuanto al achique del Banco de la República, del abandono de su rol social y de la privatización que continuará creciendo.
Por otro lado, al votar divididas las agrupaciones afines al gobierno, lo que buscan y quieren representar ante el conjunto de los afiliados al sindicato es un desmarque entre ellas mismas de cara a las elecciones para el organismo a celebrarse a fines de abril de este año.
Las agrupaciones clasistas, algunas de las cuales cuentan con compañeros del PT en su dirección, se han consolidado en un frente único desde hace más de un año y medio. En este período, no solamente se han confrontado las posiciones de la burocracia en los organismos, sino que se han logrado importantes avances en las asambleas, a pesar de finalmente haber cerrado con un pésimo Convenio Colectivo. De todas formas, la aprobación de una plataforma de los trabajadores, la inclusión de temas como el cierre de las dependencias y la recuperación de las juntas de delegados, fueron producto de la intervención de estas agrupaciones.
La burocracia sindical ya no logra convencer a los trabajadores de la Banca Oficial. Si bien hasta el momento han logrado mantener contenida a la base, y han evitado a toda costa iniciarle un conflicto a “su” gobierno, le ha generado un costo y un desgaste tal que pone en riesgo el mantenimiento de la dirección del sindicato en la banca estatal. Por su parte, el clasismo ha logrado avanzar en base a una correcta proyección de lo que iría sucediendo con la Banca Oficial, y con propuestas que implican la independencia política de movimiento obrero, la unificación de los conflictos en los distintos entes del estado, la democracia sindical y la participación. En ese sentido, los trabajadores ven en este frente único una posible salida para el sindicato, colocándose entonces como la opción más factible para alcanzar la dirección. Esto significaría un cambio sustancial, siendo la primera vez que la dirección dejaría de estar en manos de agrupaciones afines al FA, planteándose una nueva con verdadera independencia de clase.