El PTS se ha metido en la polémica acerca de las elecciones recientes en Córdoba mediante la reproducción en Izquierda Diario de un posteo de un dirigente de Córdoba que, además, dice, es “joven”. Se trata, de todos modos, de una incursión muy limitada, porque deja de lado la caracterización de conjunto de la elección, a saber, si ella profundiza la crisis del proceso electoral o si, por el contrario, la victoria semi-plebiscitaria de Schiaretti debe verse como un comienzo de salida. El eje del artículo que publiqué el martes pasado gira, precisamente, en torno a esta cuestión y con sobrados motivos – porque de una caracterización adecuada de la crisis política de conjunto depende una orientación acertada de parte de la izquierda revolucionaria. Cuando no ha pasado una semana, parece claro que Schiaretti no se ha convertido en el eje de un reagrupamiento político eficaz de la política burguesa – lo cual, por sí solo, advierte sobre la profundización de la crisis del proceso electoral.
Un balance ‘temerario’
La réplica que me endilga el joven Javier Musso se encuentra alejada del método de insultos, repudios y vituperios de otras respuestas, sin por eso privarse de las chicanas que amenizan las polémicas políticas en general. Musso, en esencia, nos dice, por un lado, que los resultados obtenidos por el FIT no son nuevos, porque “el desplome” electoral ya había tenido lugar en 2017; que si el FIT no es un frente efectivo ello no es responsabilidad del PTS, que ha propuesto formar un partido único de la izquierda; que la ausencia del kirchnerismo en la elección no tiene importancia; que la consigna “fuera Macri” no hubiera cambiado gran cosa los resultados; y que, por último, es mecanicista suponer que las crisis capitalistas vuelcan a la masas a la izquierda.
El joven tiene razón, “el desplome” ya tuvo lugar hace dos años. Esto sólo significa que hace dos años hubo un balance insuficiente. Musso no señala, sin embargo, que en 2017 el macrismo llegó a su apogeo político, como lo muestra la derrota de CFK a manos del ‘joven’ Esteban Bullrich. Donde no ganó el macrismo, lo hicieron sus aliados políticos activos, que ahora, por el contrario, procuran desmarcarse. Musso olvida, a pesar de encontrarse en “la flor de la vida”, que hace dos años el candidato K arrebató el diez por ciento de los votos, de modo que lo del domingo pasado no se emparenta con lo que ocurrió en 2017.
Para Musso,curiosamente, el tema de la “contención” que ejercería el kirchnerismo contra un traspaso popular a la izquierda, sería un polémica que yo tendría con otro sector (interno), algo que a él no le concierne. Otro olvido juvenil: cuando en marzo de 2017 desafié a que CFK dejara de jugar a las escondidas y anunciara su candidatura, agregando que aprovecharíamos su postulación para combatir “al nacionalismo burgués” que ella representaba, un dirigente del PTS sin aditamentos etarios, Guillermo Pistonesi, calificó mi posición de “temeraria”, porque una candidatura CFK quitaría votos al FIT (lo posteó en mi cuenta de facebook). No recuerdo, al menos en el último tiempo, una expresión de electoralismo más procaz – querer obtener votos por vacancia del rival y luego mirar para otro lado cuando no consiguen nada a pesar de que el rival se apartó del camino. Musso nos asegura, sin embargo, que el FIT hará una gran elección en Jujuy, en un par de semanas, debido a la “fragmentación del peronismo”. ¿En qué estamos? Dejo para otra ocasión la necesidad de un debate acerca del retroceso político sufrido por el FIT en Libertador General San Martín.
¿No es evidente la necesidad de un balance político acerca de por qué el FIT no conquistó en absoluto el voto popular que había ido a los K hace dos años? Lo que nuestro Musso tampoco recuerda es que, en 2017, las elecciones fueron para cargos nacionales – ahora locales, que es cuando, al menos estadísticamente, mejoran las posibilidades de las fuerzas políticas de izquierda. El principal punto en discusión es exactamente este: ¿hemos sufrido o no un “desplome electoral” en Córdoba? ¿Abordamos un balance de conjunto acerca de este “desplome” o nos consolamos con la “conservación de una banca en la Legislatura y otra obtenida en el Concejo, para la vanguardia revolucionaria”?
Frente Único
Es indudable que el centro del balance que desarrollé en mi artículo del martes pasado está puesto en la inexistencia del FIT como frente único y por lo tanto como alternativa política, con excepción de eventos electorales. En este mismo momento veo un titular de Izquierda Diario con la inscripción siguiente: “¿Se viene la Fuba del Pacto Social con la UJS-PO adentro?” Ningún obrero consciente que lea la ‘denuncia’ del PTS, según los cuales el PO apoya el Pacto Social de CFK en la Fuba, llegaría a la conclusión de que el FIT represente una alternativa política. En un frente político único, las alternativas de la lucha política se discutirían con anticipación y las posiciones de unos y otros tendrían lugar en un marco organizado y constructivo.
El PTS se ha cansado de rechazar un frente único, y no precisamente de un modo consistente. Caracterizó al FIT como “un frente en disputa” – nada menos que un cuadrilátero de boxeo; llamó a ignorar al FIT (2013) por “un partido de trabajadores”; recientemente propuso “un partido único” para las elecciones en curso, con fuerzas tan disímiles como Autodeterminación y Libertad, que es movimientista, y Corriente Popular, que no es socialista. El cambalache político es siempre anti-revolucionario. La propuesta de Izquierda Socialista de editar un boletín interno de discusión no prosperó ni para los abogados del partido único. He advertido desde hace mucho el límite insuperable de esta experiencia frentista – incluso cuando se presentó el FIT (ver Prensa Obrera, marzo de 2011) y desarrollado planteos para corregirla y superarla. La última manifestación de la tendencia centrífuga del FIT ha sido la incapacidad de arribar a un “acuerdo integral” para las elecciones 2019, planteado desde enero por el PO. ¿Apoyará ahora la propuesta de convocar a un Congreso del FIT para discutir estrategia y programa?
Objeto y sujeto
El PTS ha venido caracterizando que la clase obrera de Argentina es “conservadora” y que eso lo demuestra el voto reciente en Córdoba, al que califica de “conservador”. Estamos ante una nueva voltereta ideológica de sus académicos. Un editor de ID, Fernando Rosso, ha escrito que el único progreso posible para la izquierda es, en la actualidad, “el electoral” – lo que Córdoba tampoco parece confirmar. El PTS apoya la caracterización de conservadurismo popular en el argumento de que la crisis capitalista no tiene un efecto mecánico que vuelque a las masas hacia la izquierda. Bien, ¿pero por qué tendría, si, el efecto mecánico de volcarla hacia la derecha o el conservadurismo? Pura falacia. Sin la caracterización de las fuerzas políticas en presencia no se puede sacar una conclusión concreta, por eso es fundamental determinar el carácter del FIT y de su política, o sea de si va dirigida a desarrollar una fuerza socialista revolucionaria en la clase obrera. El FIT, por el contrario, se convierte en un frente democratizante desde el mismo momento es se remite a lo electoral y no constituye un frente que se apoya cotidianamente en la lucha de clases.
En oposición a los planteos del PTS, he caracterizado que la misma crisis del conjunto del régimen político es un producto último de la lucha de las masas, porque fueron la huelga de la mujer el 8 de Marzo, la movilización contra el 2×1, las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre, e incluso las ocupaciones de Agr-Clarín, Pepsico o de los yacimientos en Comodoro Rivadavia, las que enterraron el plan Sturzenegger e iniciaron el ciclo de desplomes financieros, en el marco, claro, de una crisis capitalista internacional. Enseguida sobrevino la enorme movilización por el derecho al aborto. La burocracia sindical ha traicionado todas y cada una de las luchas, pero esas luchas son la evidencia más clara del descontento político de las masas con las fuerzas oficiales. Un articulista incluso asegura, en Perfil, que Schiaretti recogió el retroceso del FIT y no que el FIT retrocedió por el progreso de Schiaretti.
El recostamiento oportunista en el conservadurismo de las masas, implica que la salida al presente derrumbe político está descontado: lo determinará, ‘mecánicamente’, la partidocracia capitalista. El derrumbe de la tentativa macrista habría iniciado, no la perspectiva de un ascenso sino de un retroceso político de la clase obrera. Cuando la victoria de Schiaretti y el retroceso del FIT se presentan como un “anti-cordobazo”, esta tesis del retroceso muta en tesis de una victoria de la contrarrevolución. Anti-cordobazo fue el golpe policial de febrero de 1974, que derrocó al gobierno de Obregón Cano y Atilio López, y que llevó al 24 de marzo del 76. Los comicios de Córdoba han servido, como es evidente, para el despliegue de una enorme confusión política.
Adónde va Argentina
La tendencia política general en Argentina va en sentido opuesto al que esgrime mi joven adversario de Córdoba. Más allá de que la crisis desemboque o no en un traspaso del gobierno al Congreso o que se produzca otro derrumbe financiero antes de octubre, los recambios que se gestan en las oficinas de las compañías y bancos y en las de los partidos, chocarán con los límites de la crisis integral de Argentina y de la acentuación de la crisis continental (Venezuela, Cuba, Brasil, Colombia) y mundial. Esta es la curva previsible del desarrollo político. ¿Hace falta decir que la izquierda revolucionaria debe insertarse en este desarrollo con un planteo de poder? La victoria de Schiaretti se ubica en este contexto político, como un intento sin perspectivas de operar como recambio político. La izquierda revolucionaria debe intervenir como un factor activo, con un planteo de poder, en el proceso objetivo de la descomposición de conjunto del presente régimen social.
La chicana de Musso, a saber, “fuera Macri”no nos hubiera evitado el retroceso electoral’, revela una cortedad de miras que llama la atención – y una obsesión por el ‘electorado’, no el desarrollo político de la vanguardia de la clase obrera. Musso abrevia la consigna, pero no para ahorrar espacios de texto, sino para esquivar la Asamblea Constituyente Soberana y el Gobierno de Trabajadores. “Derrotemos a Macri y a los gobernadores” es una expresión de deseos, no un planteo político, y hasta contradictorio con trabajadores ‘conservadores’. Debo añadir, aprovechando mi maduración etaria, que estamos ante una fraseología inventada por Nahuel Moreno, que envolvía la ambigüedad de sus posiciones con la agitación de deseos colectivos.
El PTS coqueteó en algún momento con el planteo Constituyente; Christian Castillo planteó desarrollar “consejos obreros” (soviets) para impulsar la Constituyente, pero parece que fue disuadido de perspectivas tan febriles. Nadie puede saber cuántos votos habría atraído un Fuera Macri, impulsado por un Frente para elecciones, pero es indudable que la tríada Fuera Macri, Constituyente Soberana, Gobierno de Trabajadores habría servido, en primer lugar, para desarrollar un frente único estratégico de izquierda, porque no es un objetivo de corto plazo ni electoral. Lo que Musso nos dice es que si Fuera Macri no arrima votos, tenemos que dejar afuera esa consigna. ¿Habrá advertido el joven polemista y su partido que se han puesto a la derecha de una gran franja del kirchnerismo?
La mujer y la agitación política
El tema del feminismo no debe ser separado de toda esta cuestión en su conjunto. La adopción del ‘lenguaje inclusivo’ debe ser vista como una adaptación electoral al votante feminista, hombre o mujer. Esa adaptación arranca de la falta de un planteo de poder. Defiendo el derecho de quienquiera a hablar como quiera – es un derecho incuestionable, y más si va acompañado de Fuera Macri, Constituyente Soberana, Gobierno de Trabajadores. El socialismo ha forjado un gran lenguaje a través de luchas históricas, que han servido para crear consciencia de clase, o sea del antagonismo irreductible entre el capital, de un lado, y la fuerza de trabajo, del otro.
El feminismo en cuanto tal se declara ajeno (“autónomo”) a la lucha de clases, lo mismo es adaptarse a su lenguaje – y peor introducirlo con fórceps, sin el menor debate político, o sea el acuerdo mayoritario de todas y todos. El feminismo se define pluriclasista; la agitación socialista debe tener un carácter de clase – defiende a la pluralidad de los oprimidos desde un punto de vista histórico definido, o sea de clase.. Cualquier otra cosa que se diga a respecto de mis posiciones fuera de lo que he escrito, es difamación, lo cual, advierto, revela el choque de intereses sociales y de principios que involucra esta polémica. La campaña electoral del FIT en Córdoba ha girado seguramente por varios andariveles, pero el que más se ha destacado por lejos es el feminista – de ningún modo las consignas que corresponden a la presente crisis política. Algunos observadores de esta polémica me han comentado acerca de ‘spots’ que abogan por el parto domiciliario y otros que serían una copia fiel de los que exhibió la corriente feminista del partido Demócrata de Estados Unidos en las parlamentarias de noviembre pasado.
Derrotismo
La justificación de los resultados electorales del domingo pasado en Córdoba conforma un balance derrotista. La crítica de ellos, por el contrario, ofrece una perspectiva. A esto se resume todo. Saludo el ingreso del compañero del PTS en la polémica – no hace falta que diga el desprecio que me producen las descalificaciones y difamaciones de quienes no pueden ni quieren participar de ella. Es indudable que el resultado de una campaña electoral debe evaluarse más allá de los votos – por la discusión que suscitaron los planteos estratégicos (en la clase obrera), por el crecimiento de la periferia sobre una base principista y por el reclutamiento. Cuando se presente este balance en forma real y no retórica, el debate ingresará en una nueva fase.
17 de Mayo 2019
Dirigente histórico del Partido Obrero (Argentina)