1 de Mayo de 2020: Discurso de Jorge Altamira

Compañeras y compañeros, buenas tardes.

Desde este foro internacionalista saludamos a todos los trabajadores del mundo en el día que simboliza el antagonismo irreconciliable entre el capital y la clase obrera. Un antagonismo irreconciliable porque es un antagonismo de explotación social y de miseria social.

Desde este foro internacional quiero conmemorar a tres compañeros del Partido Obrero, grandes militantes, que han fallecido en los últimos días, en las últimas semanas.

Me refiero al compañero Hugo Interlandi, a la compañera Inés Rojas y a la compañera Nora Eliçabe. La compañera Nora Eliçabe tuvo que luchar denodadamente para ser tratada de un cáncer que avanzaba en forma inexorable y encontraba en esa lucha los obstáculos sistemáticos, consistentes, irreductibles del aparato de salud del estado. Solo a través de una gran lucha, mucha persistencia, sin aflojar los brazos, conseguimos que la compañera fuera finalmente operada del mal que la estaba aquejando, y lamentablemente falleció durante la operación. Una compañera que está en la cuna de nuestro Partido Obrero, porque realmente las condiciones y las circunstancias con las que ella, su hermana, su hermano, y varios militantes destacadísimos de la juventud católica de Bahía Blanca se reunieron para fundar el Partido Obrero en Bahía Blanca tiene todas las características de un momento de gran creatividad revolucionaria. A ellos mi homenaje, mi conmemoración, y el llamado a todos ustedes a que vean en estos compañeros un ejemplo a seguir.

Desde este foro internacionalista envío un saludo enorme a los compañeros de Bed Time y a los compañeros de Penta, porque la circunstancias y el coraje de ellos están marcando el rumbo a toda la clase obrera argentina, un rumbo que la clase obrera argentina está dispuesta a seguir. Es una lucha consecuente contra el capital en defensa de la salud y de los medios de vida del trabajador. Porque se habla de la vida en términos sanitarios, pero se olvida que el salario, las condiciones de trabajo, la defensa de la vida familiar, son los medios con los cuales vive un trabajador en Argentina y en cualquier lugar del mundo.

Compañeros, detrás de esta epidemia, esta pandemia de coronavirus es necesario descifrar algo fundamental: hay un gran proceso de rescate capitalista y de confiscación capitalista que se disimula detrás de la pandemia. En Estados Unidos, las operaciones de rescate llegan aproximadamente a los ocho billones de dólares, ocho millones de millones de dólares, y en Europa y Japón a una cifra, todos juntos, un poquito superior. Un rescate de catorce, quince billones de dólares, si unimos a China y a otros países, como vamos a ver ahora también Argentina. Mediante esta operación de rescate, los estados han volcado en defensa del capital, del salvataje del capital, la cuarta parte del PBI mundial. La cuarta parte de lo que produce la humanidad entera en un año, pero lo han hecho en un par de semanas. Nada parecido ha ido a parar a solventar a los trabajadores desocupados. Por el contrario, hay despidos en masa de trabajadores, y en Estados Unidos en este momento la desocupación alcanza a 25 millones de trabajadores.

Detrás del proceso de la pandemia se oculta este otro proceso, porque la pandemia aparece en un momento en que las quiebras capitalistas se habían convertido casi en inevitables, y lo que en una circunstancia corriente hubiera provocado una intervención ‘normal’ a favor del capital, se disimula ahora detrás de la pandemia.

Lo que sigue es absolutamente fundamental. Por ejemplo, cuando un capitalista en Estados Unidos y otro capitalista en Argentina dicen que tienen temor a que se quiebre la cadena de pagos, es decir que él no le pueda pagar a su proveedor o acreedor, y el proveedor o acreedor no le pueda pagar a sus proveedores y sus acreedores, lo que está diciendo es “denme ustedes, el estado, el dinero, a tasas de interés baja o cero, para que yo salde mis deudas, que no puedo pagar”. Es una operación de rescate del capitalismo, de nuevo, disimulada con la teoría de la cadena de pagos. Todo eso es mentira. El trabajador tiene que tener presente perfectamente que está asistiendo a una gigantesca confiscación económica. Y todo eso con el argumento de la pandemia. Un hombre como Trump está en contra del distanciamiento social, diciendo que el estado no se tiene que meter en la vida de los individuos, pero se mete con seis billones, ocho billones de dólares incluidos los gastos estatales, en el rescate de la clase capitalista.

Unos pocos pulpos lucran. Los diarios financieros del mundo comentan una cosa muy interesante: desde el año 1987 no han crecido tanto las bolsas como en abril. Claro que es un crecimiento que no compensa lo que cayeron, pero nunca subieron en un mes tanto crecimiento como ahora. ¿Cuál es la explicación? La plata del estado. ¿Qué quiere decir? Que tampoco usan esa plata para pagar la deuda que no pueden pagar, sino que se la guardan para ellos, dejan clavadas las deudas, y siguen especulando, y comprando acciones en medio de una recesión, a sabiendas que en medio de una recesión esas acciones no pueden rendir ningún tipo de beneficio.

Dicen que la vida no es solo un problema de salud, sino también un problema económico, porque si no lo vemos como un problema económico nos vamos a enfrentar a una situación de hambre. Entonces si la economía también es un problema de salud, hay que decir que lo que están haciendo no tiene que ver con la salud sino con un salvataje a los capitalistas por unas cifras nunca vistas en la historia de la humanidad, en un tiempo veloz que jamás se ha visto hasta ahora. No es en función de la vida, sino en función de la supervivencia de una clase social. Esta es la misma clase social que, allí donde se ha impuesto una cuarentena o como decían los compañeros italianos, usando el inglés, un lockdown, son los que quieren reactivar la economía. Acá nuevamente mienten. Ningún sector de la clase capitalista pretende reactivar la economía porque la economía está dominada por la crisis capitalista. No existen los medios para reactivarla. Lo que quieren es reabrir las fábricas y las empresas para utilizar la pandemia como una extorsión, como una presión para contratar menos obreros, declarar definitivos gran parte de los despidos establecidos, y crear una relación trabajo/capital que permita reducción de salarios y de conquistas. Este es el verdadero propósito.

Hace cien años hubo también una pandemia; fue conocida como gripe española, y también fue disimulada, pero fue disimulada, a principios de 1918, por una guerra mundial. Mientras el capital mataba la fuerza de trabajo en las trincheras y en los campos de batalla, había poca atención a que estaba ocurriendo lo mismo con la gripe española. Hoy, en cambio, ha estallado en forma absolutamente descomunal, sin otra pantalla. ¿Qué significa esto? ¿Que el capital tiene una vida eterna, de pandemia en pandemia, de guerras en guerras, rescatado por los estados capitalistas? De ninguna manera.

La salida a la crisis sanitaria, en el momento en que ello ocurra, en función de una vacuna, en función de otras circunstancias o lo que fuere, vamos a tener a una clase capitalista sin recursos para operar y a estados capitalistas absolutamente quebrados porque tienen créditos sobre una burguesía que no se los puede devolver. La deuda pública de Estados Unidos, la deuda pública de Europa, la deuda de los bancos centrales, son impagables. El tema de pagar la deuda se ha transformado en un problema mundial. En este momento, por ejemplo, un montón de naciones de Asia no están en condiciones de devolver o de pagar la deuda externa a China por las construcciones y negocios hechos en la ruta de la seda. ¿Y adivinen qué? Están proponiendo a China el mismo plan que Martín Guzmán, el ministro de Economía de Argentina, les está proponiendo a los acreedores extranjeros: un 65% del corte de los intereses, dilación de plazos, etcétera.

¿Qué quiero decir? Que es una crisis mundial, no es una crisis de deuda de Argentina, de Brasil, de Venezuela… es una crisis mundial que afecta a los capitales internacionales en su conjunto. Habrán leído (a los compañeros extranjeros les doy una mayor precisión) en Ámbito Financiero una noticia espeluznante: van a quebrar como consecuencia de la crisis del petróleo empresas de gas shale y petróleo no convencional en Estados Unidos, y esas empresas están muy endeudadas, y no solo muy endeudadas: forman parte del capital accionario de los grupos financieros como Blackstone, Fidelity, el Banco Morgan… es decir que las empresas de shale gas y shale petróleo se van a llevar puestos a los grandes acreedores internacionales de nuestros países, porque la pérdida de capital que van a tener como consecuencia de estas quiebras es fantástica. Es importantísimo, en nuestra opinión, en medio de esta pandemia atender a la quiebra y disolución del sistema dominante. Porque es a la luz de esto que tenemos que juzgar lo que unos y otros están haciendo con respecto a las cuarentenas, a las pandemias, y a esta crisis sanitaria. El régimen social que tiene que darle la salida al problema sanitario está completamente quebrado.

Esta quiebra se manifiesta por sobre todo en el tema de la salud, totalmente. Por ejemplo, se calcula que los infectados y los muertos en Brasil son un sesenta por ciento mayor a lo que se ha establecido. Lo mismo en Estados Unidos: como no se han hecho diagnósticos masivos, seguros, porque no hay ni voluntad ni recursos para aplicar a estos diagnósticos, se desconoce la amplitud de la pandemia. Es una cifra que la terminaremos conociendo, si no hay una revolución social que cambie todos los datos políticos del mundo; que vamos a conocer mucho más adelante y va a ser muy superior.

En Estados Unidos la salud pública esta quebrada. 25 millones de norteamericanos no tienen atención a la salud, y del lado privado la atención de la salud es carísima. Esto explica también la expansión del virus en Estados Unidos. En Brasil la salud pública está completamente sobrepasada. Se entierra gente en fosas comunes, y sin embargo la medicina privada o los sanatorios privados tienen todavía capacidad para actuar, es decir que el capital, cuando se enfrenta a la cuestión de defender la vida de sus ciudadanos, una categoría republicana que han convertido en un dios moderno, apela a la distinción de clases: están los ciudadanos que trabajan y son explotados y otros que tienen mejores condiciones y pueden atender su salud. El caso de Brasil es absolutamente espantoso, y lo mismo ocurre en Argentina.

Tenemos un periodista que escribe en el diario La Nación, y que se lamenta del derrumbe de la salud privada, porque, dice, tienen suspendidas distintas operaciones debido a la pandemia, no ganan lo que ganaban antes. Se niegan a abrir esos sanatorios al tratamiento indiscriminado de los que están afectados por el coronavirus y sólo lo hacen limitadamente (el coronavirus no figura en la grilla) a aquellos que pueden pagar una cuota en prepagas o en algún caso de obras sociales. No quieren someterse a las directivas del estado y someterse a un plan único en donde naturalmente no deberían lucrar, porque se trata de la salvación de la ciudadanía ante una pandemia muy grande.

Todo esto explica la crisis política que vivimos a nivel mundial. La situación de crisis de Trump con sus gobernadores, de Bolsonaro con sus gobernadores, de Piñera con sus intendentes, y a su vez de estos gobiernos con sus propias masas, que resisten esta situación. Bolsonaro es un gobierno del cual ya se está hablando sobre su caída, y a Trump le va a ocurrir lo mismo. Fenómenos similares tenemos en Europa, en otros países latinoamericanos, y en Asia. Es decir que detrás de la pandemia se esconde una situación, que en la medida en que va evolucionando, es claramente revolucionaria. Deberemos deliberar, los trabajadores de todo el mundo, acerca de qué estrategia nos damos y qué política nos damos de cara a esta perspectiva.

Quiero señalar esto en toda su amplitud, y la catástrofe, en toda su amplitud. En Argentina rechazamos que el número de contagios sean los que son, el número de muertos sean los que son, porque Argentina es un país que tiene el mapa de diagnósticos más bajo del mundo. Esto es absolutamente claro. Mientras tanto, las farmacéuticas están ganando como nunca. En las bolsas de todo el mundo ellas están haciendo punta, porque descubren algunos medicamentos que sirven para morigerar en parte el tratamiento o el sufrimiento de esta pandemia, y porque a través de una campaña de lobby procuran hacer entender que están cerca del momento de producir una vacuna. Entonces a través de una desinformación generalizada y otras cosas están ganando un dinero fenomenal. ¿Quién paga ese dinero? Lo pagan los trabajadores que están siendo despedidos. lo pagan los trabajadores a los cuales se les reducen los sueldos con el argumento de que como no están trabajando no pueden pagar, mientras el estado les da a las empresas por lo que no están haciendo mucho más dinero de lo que recibirían nunca de cualquier otro banco. Esta es la crisis que nosotros enfrentamos.

En el caso de Argentina hay tres cosas que se destacan. En primer lugar, una crisis con el sistema carcelario, que pone de manifiesto lo que es un estado capitalista en su verdadera entraña. Mientras todas las organizaciones humanitarias y de salud del mundo hablan de la necesidad de sacar detenidos de las cárceles por el riesgo cierto de que progrese una pandemia que se va a desbordar de las propias cárceles, en la Argentina esto ha desatado una crisis política que ha puesto de manifiesto una cosa: la cantidad de lobbys, de aparatos mafiosos, de conexiones con la política, con la justicia, que operan sobre el sistema judicial y sobre el sistema carcelario. Es decir, detrás del planteo de liberar a los presos, estos distintos lobbys logran meter en las listas a gente que no debiera salir, y por lo tanto a través de estos u otros ejemplos se arma una crisis política. Ustedes fíjense que se han liberado uno o dos casos de genocidas, es decir de delincuentes por delitos de lesa humanidad. Femicidas, o digamos violadores. Esto revela un estado podrido en donde las mafias de abogados, jueces, fiscales y detenidos han desarrollado una industria de la delincuencia que tiene el amparo dentro del propio estado. un estado de este tipo hay que dinamitarlo. Liquidarlo. Limpiarlo de raíz, de abajo arriba. Solo lo puede hacer un gobierno de trabajadores.

Sobre este proceso de las cárceles, se ha renovado en Argentina lo que llamamos golpismo. Una parte de la oposición ha lanzado todo un ataque cuyo sentido final es derrocar al gobierno actual, con uno u otro pretexto, y esto es dicho abiertamente. Es decir que de todas las crisis que hay en el mundo no solo está la de Trump y la de Bolsonaro, no solo está la de Piñera, que se moría de ganas de anular para siempre el plebiscito o pasarlo al año que viene, y ayer declaró que lo mantiene para el 26 de octubre – claro que con la reserva de postergarlo indefinidamente si cree que para esa fecha no tiene acomodados los tantos – sino que una de las crisis políticas más severas está acá, vinculada a este tema, al tema del golpismo en Argentina. Un golpismo que tiene el apoyo de los acreedores internacionales y como dice un diario de hoy en Argentina, de los acreedores de deuda externa que son argentinos, que es capital local, y que son los que presionan al exterior para que no lleguen a un acuerdo con el gobierno argentino, y lo obliguen a caer en un default.

Entonces como ustedes ven, tenemos una crisis de características fenomenales. Estamos asistiendo a un derrumbe colosal del sistema político. Esto no se pone tan en evidencia a los ojos del común de las personas por la ausencia, en el campo de la clase obrera, de una dirección revolucionaria. Si una dirección con autoridad entre los trabajadores pronunciara el discurso que nosotros estamos pronunciando hoy vía Skype, vía Facebook, como sea, tendríamos una clase obrera con una comprensión enorme de lo que está ocurriendo y por lo tanto preparándose políticamente para dar una salida a esa situación. La compañera de Italia y el compañero de Italia, ambos insistieron en señalar las luchas que se han desarrollado en su país. Ha habido luchas de ese tipo en España, en Francia, y hay luchas en Argentina. Sistemáticas, crecientes, que van a avanzar por la política de reducción salarial que está aplicando el gobierno, la burocracia sindical, con las patronales. Esas luchas van a avanzar, y hay que encaminar esas luchas a una coordinación, a unir por abajo a los trabajadores por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque la burocracia sindical ha cerrado un pacto con la unión industrial y con el gobierno, y, en segundo lugar, porque en muchos casos se trata de trabajadores no sindicalizados, de la parte inactiva de la clase obrera que la crisis ha activado debido a que es una amenaza existencial a sus propias vidas.

En Argentina hay convenios colectivos de trabajo y paritarias que se están suspendiendo. Este es un derecho de la clase obrera que bajo ninguna circunstancia se puede permitir que se liquide, porque incluso la paritaria es un derecho cercenado. Los trabajadores han luchado históricamente, años, decenios y centenios por la libertad de acción para discutir salarios y condiciones de trabajo allí donde fueran amenazadas o allí donde se entendieran necesarias nuevas iniciativas, y no para codificarlas o regimentarlas cada dos años, cada tres años, por ejemplo, como ocurre con la industria automotriz en Estados Unidos, paritarias cada cuatro años. Codificarlas en el tiempo para quitar iniciativa de acción. Bueno, a estas paritarias que codifican, encierran, regimentan la lucha de los trabajadores se las quiere liquidar, cuando ahora deben ser convocadas, y cuando sería la oportunidad para discutir las condiciones de trabajo en tiempos de pandemia o extraordinarios.

Asistimos a un momento absolutamente excepcional que plantea desafíos muy concretos, y donde la salida no puede ser sino abolir este capital parasitario que requiere de los recursos del estado para sobrevivir al punto que el estado se transforma en el accionista principal en muchos casos de grandes corporaciones, pretendiendo al mismo tiempo ser equidistante de las clases sociales en el marco de una supuesta democracia.

Este es el cuadro general que nosotros denunciamos en este 1° de Mayo.

En Argentina, hay una crisis que es muy clara en el campo de la izquierda. Desde noviembre del año pasado hasta ahora la izquierda argentina se ha visto envuelta en algo que nunca había ocurrido en el pasado. Discusiones políticas, reyertas, peleas, por una serie de maniobras parlamentarias que han envuelto a la izquierda con el estado capitalista. Esto no había ocurrido nunca. Quórum para presupuestos, quórum para leyes que no conducen a nada y que son un disfraz del capital para mostrar un interés popular que no tienen, y en la medida en que lo pueden mostrar se fortalecen y la izquierda lo tiene que denunciar. Es una pelea en que están envueltas todas las corrientes de izquierda atacándose entre sí. Lo que nos distingue en esta pelea es que la pelea del Partido Obrero Tendencia viene de hace bastante tiempo, tiene fundamentos metodológicos claros, no es circunstancial, y no se trata de una pelea sino de un programa alternativo. En cambio, en el campo de la izquierda argentina son reyertas. Recientemente, por una votación completamente ilegal, por la cual inclusive todos los que participaron de ella pueden ser sancionados penalmente, como en la provincia de Córdoba, se acompañaron medidas sin consultar a la legislatura, hablando en nombre de ella, pero sin ella, por parte de partidos que dicen que defienden la democracia. O apoyar presupuestos de ajuste ofreciendo el quórum y después disimulando que no con otro tipo de maniobras.

Entonces es un momento crucial. ¿En los actos del primero de mayo que hacen otras corrientes, estarán discutiendo esto? ¿Estarán discutiendo cómo van a reconstruir una internacional? ¿Cuál es su método? ¿Por qué cada fracción tiene un grupo internacional y no es capaz de ofrecer una salida de conjunto sobre la base de un programa, de un método, etcétera, y no en términos absolutamente sectarios? El partido Obrero Tendencia no reclama solamente como una tendencia que defiende dentro del Partido Obrero el derecho a formar tendencia, sino que pretende ser una tendencia internacional para luchar por el restablecimiento del programa revolucionario en estas circunstancias catastróficas, que nuestra Tendencia, antes como Partido Obrero en su totalidad, previmos sistemáticamente en contra de la mejor opinión, o de la peor opinión, de nuestros adversarios políticos. Acá tenemos un debate que tiene un carácter internacional, que envuelve a todo el mundo. Pero para eso, para que lo envuelva, los partidos que dicen que son de izquierda tienen que admitir la democracia en el seno de la izquierda, debatir en el campo de la izquierda y defender el derecho de tendencia, porque no hay democracia en un partido obrero por el simple hecho de que unos puedan discutir con otros. La prueba de la democracia se manifiesta en el derecho a tendencia, es decir en un debate integral de los problemas políticos a partir de circunstancias cambiantes.

De manera que culmino o cierro este discurso en primer lugar felicitando a todos los compañeros que lo han organizado, porque tenemos un foro internacional, declarando el agradecimiento, mi simpatía y mi camaradería con todos los partidos, tendencias u organizaciones que han participado de esta actividad. Nosotros no solo planteamos constituir un partido revolucionario, sino que el Partido Obrero Tendencia ha construido un partido revolucionario, que es el Partido Obrero, y está luchando por recuperar la dirección de este partido a través de una metodología principista: el derecho de tendencia en el Partido Obrero, y el derecho de tendencia a discutir, entre toda la izquierda, las divergencias políticas y las divergencias estratégicas. La oposición a estos planteos sería una expresión de liquidacionismo. Combatiremos el liquidacioinismo y acabaremos por superarlo.

¡Viva el primero de mayo!

¡Viva la cuarta internacional

¡Vivan todos los trabajadores que están poniendo el cuero, el alma y la vida en esta lucha tan dramática a la que nos ha colocado el capitalismo!

¡Adelante, compañeros!

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Dirigente histórico del Partido Obrero (Argentina)

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Author: Jorge Altamira

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