La comisión conformada en las últimas semanas por representantes de las juventudes de los principales partidos políticos (FA, PN, PC, PI), desde donde publicaron una declaración común de defensa “irrestricta del sistema democrático de gobierno”, debe poner en cuestión para el conjunto de los jóvenes su rol político en la etapa que estamos viviendo.
El salto en la crisis política regional que significó el ascenso de Bolsonaro al gobierno de Brasil reconfiguró el conjunto de la situación política, obligando a todos los partidos a posicionarse y pariendo, en este caso, la mencionada concertación entre las juventudes. ¿Qué fuerza ha hecho la centroizquierda continental para frenar los especímenes fascistas y derechistas? ¿Cuál ha sido la política del Poder Ejecutivo uruguayo y la casi totalidad del parlamento con respecto al imperialismo y sus intereses? La presente etapa exige, más que nunca, una actitud profundamente crítica de la juventud, está en juego su futuro y el del conjunto de la clase trabajadora.
Sin la conciliación histórica que han hecho los ‘progresistas’ tanto con los mandos militares como con el imperialismo como condición para llegar a ser gobierno, es inexplicable la actualidad. El ascenso del golpismo brasileño y en última instancia de Bolsonaro, nació del propio núcleo de gobierno del PT de Brasil (que no hizo absolutamente nada para combatirlo) y, por supuesto, se desarrolló al calor de la crisis capitalista mundial. La consolidación del golpe de Estado bajo ropaje electoral está al servicio de un plan de guerra contra la clase obrera, un camino que comenzó el PT años atrás y continuó Temer.
En Uruguay, el FA consolidó en sus quince años de gobierno los pactos con los militares que pusieron fin a la dictadura: la negativa y la obstrucción a las investigaciones sobre desaparecidos, las prisiones domiciliarias y ‘cárcel vip’ a los pocos genocidas condenados, y el sostén de la estructura militar y policial de salida de la dictadura son algunos ejemplos. La aparición pública y política de los altos mandos militares en los últimos no es un hecho casual; está íntimamente relacionado con el poder que vienen tomando sus pares brasileños. Por otra parte, el FA y la oposición derechista han cumplido a rajatabla con los principales pedidos del imperialismo, sus planes económicos… y militares. El envío de tropas militares a Haití durante trece años, el saludo de Vázquez a Bolsonaro, y la reciente aprobación en el parlamento –con los votos de “comunistas” y “socialistas”- del ingreso de 400 soldados para establecer una base que vigile y colabore con la represión contra quienes repudian el G20 y sus Estados asesinos reunidos en la vecina orilla. El repudio a los discursos extremistas y la defensa irrestricta de la democracia que esgrimieron estas juventudes se alinea sin fisuras con esta política criminal, que es en definitiva la cuna de los Bolsonaro y el golpismo.
Por qué luchamos
Las conclusiones históricas que debemos sacar los jóvenes son las de comprender que tenemos que organizarnos para enfrentar las amenazas de la etapa. ¿Qué confianza podemos tener en los partidos de la centroizquierda que han negado año a año los recursos exigidos por las masas trabajadores y los estudiantes; los que han reforzado el aparato represivo, militarizando la policía de los barrios que se lleva la vida de adolescentes y jóvenes con la política de gatillo fácil mientras garantiza el negocio de los narcos; los que criminalizan la protesta con la prohibición de ocupaciones de edificios públicos, con el decreto “anti-piquete” y con la esencialidad decenas de veces? Ni siquiera han “claudicado” ante semejantes ataques, sino que los han promovido.
La necesidad de los jóvenes en la presente etapa reside en la organización política independiente. Recientemente, en la UdelaR se conformó un gran polo clasista de las agrupaciones estudiantiles que levantaron una plataforma de Universidad soberana y para los trabajadores, que enfrentó con argumentos y movilización a los candidatos del gobierno y los capitales que lucran con la educación pública. Se ha materializado concretamente un frente que expresa la tendencia de los jóvenes a romper con las ataduras y comenzar un camino de movilización con una perspectiva de clase. Estratégicamente, se trata de levantar un programa socialista y revolucionario que ponga en cuestión quién debe pagar la crisis generada por el capital; si se debe volcar sobre los hombros de los trabajadores, las mujeres y la juventud, o debemos hacer que sean los capitalistas quienes paguen los platos rotos. Es lo que está en juego en la presente crisis que envuelve al conjunto del continente, que no es coyuntural y que arrastra con ella a la juventud como uno de sus eslabones más débiles. Llamamos a todos los jóvenes, estudiantes, trabajadores, pibes y pibas de los barrios a sumarse a luchar bajo esta perspectiva. Con las políticas derechistas y las amenazas fascistas no se negocia, se las enfrenta en la calle y de forma organizada. La Juventud del PT hace este planteo al servicio de la lucha por terminar con la miseria capitalista, por un gobierno de trabajadores y el socialismo.