Que un gobernador se vea obligado a renunciar bajo la presión de una rebelión popular en un estado de condición colonial bajo control del estado de los Estados Unidos, es de por si un acontecimiento revolucionario. El movimiento de masas que forzó la partida del gobernador Rosselló no existía siquiera como perspectiva apenas dos semanas atrás. Las revelaciones que emergieron de un intercambio que mantuvo la camarilla oficial por vía electrónica, operaron como el detonante de una explosión que solamente esperaba su momento. En ese ‘chat’ no solamente abundaba en expresiones discriminatorias de género, sino que hizo públicas informaciones confidenciales de gobierno a compinches privados del oficialismo.
La crisis política, sin embargo, está lejos de haber concluido. Roselló no se ha ido en helicóptero sino que piensa hacerlo recién el próximo 2 de agosto. No es lo mismo un derrocamiento que una salida ordenada, al menos en grado de tentativa. Deja a su secretaría de Justicia para completar el mandato de gobierno, que termina en poco más de un año. El partido de Roselló, un nido de corruptos, continúa a cargo del ejecutiva y de una mayoría holgada de la Legislatura. Para que la rebelión popular consiga alguna conquista sustancial, todavía habrá que recorrer un largo camino. El FBI anunció la imputación judicial a funcionarios del gobierno y a varios contratistas de obra pública – una versión del Lava Jato brasileño o de los ‘cuadernos’ en Argentina. La partida de Roselló en cámara lenta fue saludada por numerosos legislatores del Congreso de Estados Unidos, aunque en su mayoría demócratas. El desenlace de la rebelión popular no ha concluido está crisis de características excepcionales sino sólo abierto una gran período de convulsiones sociales y políticas.
El tema de la corrupción ha sido también el detonante de los levantamientos populares en Hait que se iniciaron el año pasado, pero de ningún modo la causa: Puerto Rico es un pseudo estado que ha quebrado bajo la tutela de su ‘protector’ – Estados Unidos. El huracán María y los desmanejos y negociados con la desidia oficial y los negociados de la ‘reconstrucción’, no hicieron más que agravar la bancarrota. Puerto Rico se hunde bajo el peso inaguantable de una deuda pública de casi cien mil millones de dólares, sin que su pertenencia a Estados Unidos le haya servido para ser objeto de un rescate. Lejos de eso, Trump estableció en la isla un comité de supervisión del pago de la deuda, que se encuentra en manos de capital norteamericano, sin atender a la pertinaz recesión que está golpeando a Puerto Rico. La emigración ha provocado una reducción neta de población – un hecho extraordinario en ausencia de una guerra.
Lejos de una isla “abierta al mundo”, la economía portoriqueña es un coto cerrado de los yanquis, en especial el comercio internacional y el transporte marítimo. La tutela norteamericana representa un ‘costo territorial’ enorme para Puerto Rico, que la crisis mundial no ha hecho más que agravar. Si en otra etapa histórica, el status colonial de Puerto Rico fue presentado como un privilegio económico, en la actualidad representa claramente un callejón sin salida.
En la rebelión popular de estos días estuvieron ausentes las consignas independentistas, incluso cuando el partido de este nombre cuenta con legisladores y estuvo presente en las calles. Para que la rebelión se convierta en una revolución, es necesario que la consigna Libertad e Independencia de Puerto Rico ocupe un lugar destacado. La independencia significará la oportundiad para que la isla decida por si misma el repudio a la deuda fraudulenta impuesta por un poder imperial, el fin del monopolio económico y marítimo, el derecho de Puerto Rico a asociarse con América Latina y el Caribe en el marco de una Unión Socialista.
La consigna de Libertad e Independencia para Puerto Rico ocupa un lugar especial en las actuales circunstancias, cuando el gobierno de Trump ha lanzado una cacería de migrantes de Centroamérica y el Caribe, en Estados Unidos. Es decir que se convertiría en un factor de unidad de las masas de uno y otro lado: la defensa de los migrantes y de la libertad de inmigración necesita estar acompañada de la lucha por expulsar al imperialismo norteamericano de América Latina y el Caribe, y por avanzar hacia la Unión Socialista de América Latina
Jorge Altamira
25 de Julio
Dirigente histórico del Partido Obrero (Argentina)