Publicado en semanario Voces el 13/6
Las elecciones internas y también de forma posterior las nacionales de octubre no pueden ser analizadas separadas de la situación política, social y económica en la que se inscriben. Tampoco pueden tomarse de forma aislada, sino que es preciso incorporarlas en una dinámica continental. En Uruguay y en América Latina se han venido manifestando rasgos de una transición de conjunto, que aparece pautada por el derrumbe económico, y por crisis políticas, a partir de la cual se producen virajes y ascenso de nuevos emergentes. Este año no sólo habrá elecciones presidenciales y de representantes en nuestro país, sino que también tendrán lugar los comicios en Argentina y Bolivia, lo que posibilita una reconfiguración política de la región, potenciando en cualquier variante los elementos de crisis. Algo, que Trump y sus adeptos tienen claro, por eso Bolsonaro el presidente Brasilero viajó a Argentina a intentar apuntalar al Macrismo que se derrumba frente a una imponente crisis social y a un derrumbe económico fenomenal. Por eso, Cristina aceptó ir segunda en una fórmula que encabeza un peronista privatizador y derechista, y aún así continúa acumulando procesamientos judiciales, y sólo permanece en carrera porque mantiene los fueros, sino correría el mismo derrotero que Lula, lo que está todavía por verse.
Las elecciones constituyen una gran puesta en escena, un circo mediático donde las distintas variantes capitalistas se disputan el poder. Como expresión teatral de la realidad política, y con las premisas del marketing, prevalece la concepción de que lo importante es el envase y no el contenido, cuando no aparecen expresiones bizarras como las de Maneco del Partido Colorado y abiertamente demagógicas como Cosse del FA con la derogación de la ley de impunidad. La discusión de ideas y programas aparece desdibujada y diluida, en la interna blanca el caso de Sartori lo gráfica, un claro ejemplo de cómo el dinero hace a los candidatos del orden.
Las elecciones son la manifestación del fetichismo de la política burguesa; los comicios se presentan como la vía de la resolución de los grandes problemas nacionales, cuando en realidad quienes se candidatean para solucionarlos, las variantes en disputa, son las representaciones políticas de los responsables sociales que causan esas problemáticas. Por eso, todos los candidatos de los partidos del régimen han atacado a las organizaciones de trabajadores, Martínez en primer lugar, salió al ataque de los docentes y de los trabajadores municipales, criticando los métodos de la huelga y de la movilización independiente; Lacalle Pou también lo hizo sosteniendo que tomará como insumo para gobernar el informe de la confederación de las cámaras empresariales. En general todos coinciden en que en el próximo período serán los explotados quienes paguen los platos rotos de la crisis económica en curso, por eso han defendido los planes del FMI, como la reforma jubilatoria y el aumento de la edad de retiro. Por eso, todos defienden el contrato colonial de UPM, con la mega inversión estatal, la privatización educativa y la modificación del régimen laboral uruguayo. El viraje derechista en nuestro país se procesará gane quien gane, pues en las cuestiones centrales que hacen a las necesidades del gran capital y del imperialismo todos han cerrado filas, lo demuestra la aprobación conjunta de La ley antiterrorista.
Como decíamos al principio, el proceso no puede entenderse sin referenciarse en el proceso general latinoamericano, la emergencia de expresiones fascistoides – pretendiendo emular al proceso Brasilero- , como la que representa Manini Ríos, o la del candidato salteño del Partido Colorado cuyo eslogan es ‘mano dura y plomo’ (que parece disputar el electorado de Cabildo abierto), son el producto de la decadencia del régimen y de la política progresista, que ha conciliado en todos los términos con el militarismo heredero de la dictadura, y que ha reforzado a las fuerzas policiales, con más presupuesto y habilitando las razzias para la represión en los barrios populares.
El caso de Brasil ha dejado de manifiesto que la izquierda progresista es incapaz de hacer frente al golpismo fascistoide que comienza a tener expresión en los distintos partidos de la derecha blanqui colorada, y también por fuera de ella.
En el caso uruguayo, sólo un candidato ha expresado su apoyo por la plataforma del paro general que realizarán los trabajadores organizados el próximo 25 de junio, solo el Partido de los Trabajadores aparece en estas elecciones levantando candidaturas socialistas, defendiendo los reclamos e intereses de los y las explotado/as.