
Vamos por un Frente de Trabajadores, ninguna confianza en el gobierno continuista de Orsi
Este Primero de Mayo se produce en una situación mundial de agravamiento de la crisis capitalista y de la guerra entre las potencias imperialistas, dos aspectos inseparables que van de la mano con la guerra contra las conquistas de los trabajadores.
Van dos meses desde la asunción del nuevo gobierno proclamado “progresista” en Uruguay. Dos meses marcados por el inmovilismo, por el continuismo económico, el mantenimiento del alineamiento con el Estado sionista (ANII en Jerusalén), la negociación con los empresarios beneficiarios del privatizador Plan Neptuno (en lugar de anularlo) y el lanzamiento de un diálogo social en el que se pretende mantener la estafa de las AFAP y lo esencial de la reforma jubilatoria de Lacalle.
Ya van tres años de guerra en Ucrania, y más de un año y medio de genocidio en Gaza.
Más de 51.000 palestinos, la mayor parte de ellos niños, mujeres y ancianos, fueron asesinados en ese gigantesco campo de concentración que es la Franja de Gaza. Esta masacre es realizada por el Estado sionista armado y financiado por EE.UU. y la OTAN, y coloca a los trabajadores del mundo ante una “crisis de la humanidad”. En muchos países se han producido protestas masivas en solidaridad con el pueblo palestino, incluso en las Universidades de Estados Unidos y Europa, mostrando que incluso entre los jóvenes de ascendencia judía existe una oposición al genocidio sionista y una simpatía por la resistencia árabe-palestina. El gobierno israelí planea una guerra que abarca todo el Medio Oriente, ampliando su ocupación a sectores del Líbano y Siria, profundizando la limpieza étnica en Cisjordania, y promoviendo una guerra contra Irán. Toda esta política ha generado una crisis política y una creciente oposición social en el propio Estado sionista, al punto de generar una fractura en su aparato de Seguridad y sus Fuerzas Armadas.
Frente a esta barbarie, el Partido de los Trabajadores apoya sin vacilaciones la resistencia del pueblo palestino, y reclama el retiro del ejército sionista de Gaza y Cisjordania, así como el juzgamiento y condena de Netanyahu y demás acusados de crímenes de guerra, e impulsa una campaña internacional por el fin de los estados identitarios y confesionales, y por una República laica y democrática en toda Palestina, que satisfaga el derecho al retorno de los habitantes expulsados y expropiados.
A contrapelo de su retórica de “evitar las guerras” y promover la paz, el gobierno de Trump ha ampliado el campo de la guerra imperialista. Esto se ve claramente en el Medio Oriente -donde bombardea al Yemen y amenaza a Irán- y también en la guerra arancelaria y económica contra las restantes potencias. En relación a Ucrania, Trump impulsa el reparto del territorio y una mayor colonización económica por parte de las potencias en disputa en la zona, demostrando que se trató desde el comienzo de una guerra de rapiña (por parte de la OTAN y de Putin) y nunca de la defensa de la autodeterminación ucraniana. El descuartizamiento de Ucrania no abre el camino a ninguna paz, sino que prepara futuras guerras entre las potencias, por lo que la única salida radica en la unidad internacional de la clase obrera para detener la guerra, contra todos los regímenes que la impulsan en función de los intereses capitalistas.
La llamada guerra comercial no es más que un arma más en esta pugna entre potencias. No se trata de medidas “proteccionistas” sino de una declaración de guerra económica que no hace más que anticipar nuevas confrontaciones militares cada vez más destructivas. Es la respuesta que ofrecen las grandes potencias a la quiebra de los cimientos mismos del capitalismo: deudas públicas monstruosas e impagables; derrumbe del patrón monetario internacional. Esa respuesta es acompañada por la instalación de un estado de excepción y policial en Estados Unidos, que ya se encuentra presente en otros varios países, como China y Rusia.
América Latina, tradicional patio trasero del imperialismo yanqui, es un territorio en disputa en esta confrontación inter-imperialista por el predominio en el mercado mundial. Las burguesías latinoamericanas oscilan entre uno y otro campo, cada vez más incapaces de cualquier desarrollo económico y mucho menos social. Por el contrario, tanto los gobiernos derechistas como los llamados progresistas mantienen y profundizan los ataques a los derechos laborales y sociales, a través de las reformas jubilatorias privatizadoras y antipopulares, la rebaja del salario, la limitación al derecho de huelga y de protesta, los recortes en los gastos sociales en educación y salud, etc.
El gobierno de Yamandú Orsi tiene un claro carácter continuista, defiende en lo esencial los mismos intereses capitalistas que el anterior gobierno de la derecha, el sometimiento al Fondo Monetario y al pago de la deuda externa, la continuidad de la privatización de la seguridad social y del aumento de la edad de retiro, la rebaja de los aportes patronales y los impuestos al capital -realizada tanto por gobiernos blanquicolorados como frenteamplistas.
Ante un contexto de crisis industrial y estancamiento económico, de crecientes despidos y ataques a los trabajadores, el presidente Orsi dice que la situación fiscal es peor a la que preveía y plantea “apretar el freno” a cualquier cambio progresivo, en nombre de la “prudencia”. Desde la clase obrera, esta política es totalmente imprudente y cómplice con los intereses del gran capital y los banqueros. Si “no hay plata”, que se decrete la suspensión del pago de la deuda externa y se eliminen las exoneraciones al gran capital, en lugar de mantener los bajos salarios y jubilaciones.
Orsi y Lubetkin han decidido mantener la oficina de la ANII (agencia de investigación) en Jerusalén, una medida adoptada por el gobierno de Lacalle para alinear a Uruguay con Netanyahu y su genocidio, y con la guerra imperialista en Medio Oriente. Hacen oídos sordos al reclamo de las organizaciones sociales y de la Universidad de la República, que además ha resuelto boicotear este pacto cómplice con el sionismo. Queda claro de qué lado se paran Orsi y su gobierno, en el marco de una crisis histórica de la humanidad.
La defensa del agua y del medio ambiente también encuentra al gobierno continuista de Orsi del otro lado del campo de batalla, buscando una negociación que salve el privatizador Plan Neptuno con algunos retoques, en lugar de anularlo por violatorio de la Constitución. Sólo la movilización independiente de los trabajadores y las organizaciones populares puede echar por tierra este negociado escandaloso, que ha sido rechazado por la academia y por los técnicos que más conocen sobre el tema del agua.
La decadencia del capitalismo plantea cada vez mayores privaciones y catástrofes a la humanidad, no hay salida a través de acuerdos “policlasistas” ni “diálogos sociales”. Es necesario impulsar una salida obrera y socialista, y la unidad internacional de la clase obrera, frente a un régimen social en descomposición y los gobiernos capitalistas -de distinto pelaje pero similares intereses- que van a descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
El Partido de los Trabajadores llama a abrir una deliberación e impulsar un Frente de Trabajadores, rompiendo con la subordinación al gobierno del FA, por un PIT-CNT independiente del gobierno y por un programa de lucha de los trabajadores.