El domingo 4/12 triunfó de manera aplastante el “no” en el plebiscito italiano. El primer ministro, Matteo Renzi (Partido Demócrata-centroizquierdista), puso a consideración una reforma constitucional que le otorgaría “superpoderes” frente al parlamento. El desprestigio de éste, envuelto en casos de corrupción, y el excesivo número de sus integrantes -sólo los senadores son 315- eran ‘el caballito de batalla’ de Renzi-.
Pero el desprestigio del régimen político lo alcanza también; Renzi ha llevado adelante los dictados económicos basados en los planes de austeridad del FMI y el Banco Central Europeo. Buena parte de la ciudadanía lo identifica con las políticas de ajuste: reducción del gasto social, de salarios y creciente desempleo.
En octubre pasado el FMI advertía de lo insuficiente de las medidas de Renzi para el fortalecimiento del sistema bancario -varios de los principales bancos están ante una virtual quiebra, con un 20% de créditos ‘incobrables’-. El primer ministro, aliado de la alemana Merkel y el francés Hollande -fervientes fondomonetaristas-, vio en el plebiscito una forma de acrecentar su poder político y, por tanto, de imponer el programa de austeridad reclamado por el gran capital. El contundente triunfo del ‘no’ y la renuncia posterior de Renzi, son un claro mensaje contra los planes del FMI y la Unión Europea.
Los que impulsaron el ‘No’
El arco político de quienes impulsaron el ‘no’ es amplísimo: abarca desde la la ultraderecha a la izquierda combativa.
La ‘Liga Norte’ y ‘Hermanos de Italia’ -ambos de extrema derecha- y la derechista ‘Forza Italia’ de Berlusconi, han planteado planes similares a los de Renzi, en el sentido de crear un ejecutivo autoritario que arremeta contra los sectores populares. El apoyo al ‘no’ es para ofrecerse como alternativa a futuro.
El ‘Movimiento 5 Estrellas’ del comediante Beppe Grillo, que emergió como una fuerza ‘antisistema’ y contra la UE en el marco de la crisis, se ha descompuesto aceleradamente. Su alcaldesa en Roma afronta una crisis importante de gabinete, en medio de un caos por la recolección de residuos y un sistema de transporte paralizado. Esta formación política, que salió a reclamar un referéndum para abandonar la UE, ya ha dado señales de adaptación al sistema. Plantea un nuevo acuerdo con la UE tras renegociar los tratados y una consulta popular para salirse de la ‘zona euro’. El camino de los ‘grillini’ parece ser el de Podemos y Syriza.
Varios sindicatos afines al PD de Renzi apoyaron el ‘no’, dando cuenta de la debilidad del primer ministro. Lo mismo ‘Izquierda Italiana’ -conformada por ex miembros del PD y Refundación Comunista, surgida en los ’90 del Partido Comunista Italiano de cuño estalinista-. ‘Izquierda Italiana’ ha conformado coaliciones con el PD y es partidaria de la UE, lo que la inhabilita para postularse como alternativa política de izquierda independiente del gran capital.
Las organizaciones menores de la izquierda combativa también apoyaron el ‘no’, como expresión política contra el ajuste de Renzi y sus pretensiones autoritarias.
Crisis económica y política: el ‘Italxit’:
Italia no crece económicamente desde hace 13 años. En los últimos 7 años, como consecuencia de la crisis mundial, el parque industrial ha caído en un 25%. La desocupación en términos históricos es altísima -11%-. El endeudamiento alcanza cifras astronómicas -130% del PBI-. El Estado, con ese nivel de deuda, se ve impedido de rescatar los bancos en quiebra. La presión del FMI por profundizar el ajuste y la austeridad en el gasto encuentra límites económicos casi insalvables.
Este panorama económico dinamizó la tendencia anti-Renzi, es decir, anti-UE. El triunfo del ‘no’ supone la clara posibilidad de un ‘Italxit’, en la línea del ‘Brexit’ británico y el triunfo de Trump en los EEUU.
La crisis industrial y financiera mundial exacerba las tendencias separatistas de las potencias industriales, por tanto, una ruptura aún más profunda del comercio mundial capitalista. La tendencia creciente a la guerra comercial interimperialista se desprende de esta situación.
La fragmentación política en Italia expresa el desconcierto de su clase capitalista ante los embates de la crisis mundial. Italia está más cerca de Grecia que lo que su proximidad geográfica supone.
Si la crisis en Grecia supuso una fuerte amenaza a todo el ‘(des)equilibrio’ financiero de la UE, la crisis italiana representa un peligro mucho mayor dado su peso relativo en la economía europea. Hasta el momento la fragmentación de la UE se ha expresado en el fortalecimiento de la ultraderecha xenófoba y separatista -Francia y Austria, por ejemplo-. La centroizquierda ha demostrado toda su incapacidad histórica como alternativa, Renzi es muestra de ello. Los movimientos ‘antisistema’, al estilo de Podemos y los ‘grillini’, terminan integrándose y claudicando rápidamente ante la presión del capital financiero. La emergencia de una alternativa política de izquierda revolucionaria aparece como la única opción para que los trabajadores y demás sectores explotados no ‘paguen el pato’ de la crisis que generó el capitalismo.
Docente de educación secundaria, militante de ADES Montevideo y del Partido de los Trabajadores.