El pasado 19 de junio en Oaxaca, sur de México, miles de maestros que se oponen a la “reforma educativa” impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, fueron ferozmente reprimidos por la policía federal y local. El trágico saldo es el de 8 manifestantes muertos, decenas de heridos y 22 desaparecidos. Hace menos de dos años en Iguala, el mismo Estado mexicano fue responsable de la desaparición de 43 estudiantes de magisterio de la Escuela Normal Rural de la cercana aldea de Ayotzinapa. La “reforma educativa” de Peña Nieto, o mejor dicho de la OCDE, el Banco Mundial y el BID, busca quebrar la resistencia de estudiantes y docentes a como dé lugar.
Esta reforma –como las demás que recorren América Latina- no tiene ninguna fundamentación pedagógica detrás; pero no deja de introducir el “recetario” de los ya clásicos conceptos de los organismos internacionales de “calidad”, “eficiencia”, “autonomía de gestión”, “evaluación”, “competencias” y demás. Esta fraseología busca descentrar el eje de la cuestión que es adonde se apunta en realidad :a la reducción de derechos laborales de los docentes y la consecuente precarización de su tarea, la flexibilización laboral, el recorte del presupuesto estatal en educación, la apertura a la inversión capitalista –privatización- en la esfera de la enseñanza pública, la minimización o eliminación del conocimiento científico impartido en aras de adiestrar y preparar a los estudiantes para el mercado laboral – ser mano de obra barata y sumisa para los “empleos chatarra” que “ofrece” el capitalismo en crisis a las nuevas generaciones de trabajadores-. Es decir, nada nuevo bajo el sol.
Este Estado mexicano descompuesto y corrupto, es noticia por masacrar estudiantes o docentes y –en contrapartida- por sus vínculos estrechos y el amparo a las grandes mafias del narcotráfico que anidan en varias regiones –ejemplo Sinaloa y Ciudad Juárez-. La eficacia para eliminar la protesta social no se observa en lo relativo a los narcos, la trata de personas y el lavado de dinero proveniente de estas actividades. Tampoco frente a los asesinatos de población civil y mujeres jóvenes en particular. En la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa fueron “civiles” lugartenientes del narcotráfico los responsables; en Oaxaca también actuaron colaborando con la policía. Estamos frente a un “narcoestado” que defiende violentamente sus intereses de clase ante todo aquel que ose rebelarse y protestar.
México es la síntesis cruel del capitalismo dependiente, descompuesto y barbárico. La mejor forma de honrar a los compañeros mexicanos asesinados y desaparecidos, es pelear contra la “reforma educativa” que el gobierno “progresista” del Frente Amplio ya viene aplicando e intenta profundizar en los próximos meses.
Docente de educación secundaria, militante de ADES Montevideo y del Partido de los Trabajadores.