El Frente Amplio ha acordado una Rendición de Cuentas presupuestal que ha sido saludada por el Fondo Monetario, porque consagra el ajuste contra los trabajadores. Forma parte de un paquete netamente anti-popular: ajustes salariales por debajo del costo de la vida, recorte de gastos en salud y educación, eliminación de puestos de trabajo, privatizaciones parciales crecientes.
Desde el inicio el Secretariado del FA había pactado este acuerdo con el gobierno, y había fijado un plazo de 60 días para la aprobación del proyecto. Las negociaciones posteriores -que no cuestionaban los recortes, sino que en todo caso los redistribuían- han llevado finalmente al resultado de un voto unánime de la bancada frenteamplista. Los diputados supuestamente ‘rebeldes’ han capitulado ante Vázquez y el astorismo.
El circo de la ‘disputa’
Desde un sector del Frente Amplio, que incluye al PCU, al PVP, y a parte del PS y del MPP, se había intentado minimizar la importancia del carácter miserable del presupuesto votado el año pasado (donde no se consagraba el 6% para la enseñanza) diciendo que aplicaría únicamente para el bienio 2015-2016. Para 2017, prometían un incremento que permitiera mejorar los salarios y el gasto social, lo cual vinculaban a una supuesta salida ‘neo keynesiana’ a la crisis. Estos sectores han reculado en toda la línea, y han pasado de discutir la “redistribución del ingreso” a negociar la “redistribución de los recortes”.
Se corrobora que la tesis del ala izquierda del FA y en especial del partido comunista, de que los gobiernos frenteamplistas no son gobiernos del capital sino ‘gobiernos en disputa’ no es más que una justificación para continuar su labor de furgón de cola del imperialismo y neutralizar las protestas populares hacia una puja interna dentro del Frente Amplio y del propio gobierno. Como señalamos en el anterior número de Tribuna de los Trabajadores, con su acción los ‘rebeldes’ han liquidado sus pretensiones de neutralizar el descontento popular encauzándola hacia una supuesta disputa con el astorismo y el ala derecha del FA. El triunfo de Miranda -candidato del Frente Líber Seregni- como presidente del Frente Amplio, refuerza la orientación de subordinación al capital financiero.
Por nuevas direcciones para el movimiento obrero
La dirección del PIT-CNT, mayoritariamente asociada a este sector neo-keynesiano, está colocada ante la constatación de que no tiene el menor peso en el llamado “gobierno de los cambios”. La burocracia sindical ha mostrado, una vez más, ser el ala izquierdista del régimen. En la votación de la Rendición de Cuentas contó con su aval para transferir recursos del INEFOP a los rubros de educación. Le tiró un salvavidas al gobierno, en lugar de plantear una lucha a fondo contra todos los recortes cuestionando, por ejemplo, los impuestos al salario y exigiendo gravámenes progresivos al gran capital.
Tras el masivo paro general de 24 horas, el presidente de la República incluso negó un pedido de entrevista, tras haber rechazado reiteradamente el planteo de modificación de las pautas salariales para los convenios colectivos. Murro y Castillo se mantienen en el gobierno para llevar adelante el ajustazo que imponen Vázquez y Astori -con la colaboración fundamental de Mujica. Para terminar con la subordinación del PIT-CNT al ajuste, es necesario que los trabajadores recuperemos los sindicatos para el clasismo.
Un nuevo comienzo
El ajuste en curso es apenas la primera dosis: se vienen nuevas medidas de ataque al salario y las conquistas populares. Vázquez está transitando el mismo camino que en los países vecinos impulsan los Macri y Temer. Los partidos de la derecha (blancos, colorados, Novick) incluso impulsan un ajustazo mayor, no son una verdadera “oposición” sino una variante más del FMI y los capitalistas.
Los trabajadores y la juventud deben impulsar un nuevo paro general y un plan de lucha para derrotar el ajuste. Por la independencia política del PIT-CNT y la FEUU respecto al gobierno, convoquemos un congreso del movimiento obrero para votar un programa de salida, para que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores.
El planteamiento de los frentes y gobiernos ‘policlasistas’ ha concluido en una gigantesca bancarrota política, como lo muestra en forma más aguda la experiencia de Brasil. Es necesario un nuevo comienzo para la izquierda y el movimiento obrero en la perspectiva de enfrentar el ajuste y reorganizar la sociedad sobre nuevas bases, mediante un programa anticapitalista.