Fuera UPM: el movimiento obrero debe pronunciarse

El movimiento de oposición a la instalación de la pastera UPM2, se desarrolla a través de la intervención de diversos colectivos de activistas, cuya composición social, métodos y propósitos, son de distinta naturaleza. Hoy estos colectivos están actuando cada cual por su lado, con independencia de la actividad de los otros.

Por varios lugares se están haciendo enormes esfuerzos para encaminar la lucha. Se han movilizado, se han hecho campamentos, charlas, un sinfín de manifestaciones de voluntad de lucha. Un gran esfuerzo militante que ha contribuido a colocar el tema de UPM en la palestra política. Es necesario unir a todas las organizaciones para golpear juntos. Esta tarea de primera importancia está por hacer.

Aún si esto se lograra, no sería suficiente para derrotar las intenciones del gobierno y la multinacional, pues, para cumplir con este objetivo es preciso que se desencadene una revuelta de todo el pueblo a escala nacional. Desde ese punto de vista, no bastará con movilizaciones limitadas a las fuerzas que puedan juntar todos los colectivos, aún si se unen en un solo movimiento. Para darle mayor fuerza, se hace necesaria, diría, imprescindible, la contribución de una batería pesada como es la de la clase obrera sus organizaciones, hoy ausentes en esta lucha. (Lo único que está presente es la cúpula sindical en los acuerdos con el gobierno y UPM). Si la clase obrera se pone en carrera, su contribución sería inestimable. De modo, que un llamamiento a los trabajadores a incorporarse a la lucha multiplicaría las posibilidades y el alcance de los colectivos. Unidad de colectivos y trabajadores, un gran paso adelante en el movimiento.

Los motivos, por los cuales, la clase obrera no está presente bien pueden ser la fuente de otra reseña, pues, extenderse sobre ello aquí no contribuiría a una mayor comprensión de lo que se quiere exponer.

Hay un cúmulo de razones que involucran al movimiento obrero para que salga a la liza.
La deuda externa es uno de ellos, y no el menor. El proyecto de conjunto tendría un costo de más de US$ 5.000, y a estos costos hay que sumarle los intereses que surjan. A nadie se le puede escapar que la lucha por el No pago de la deuda externa debe estar en la agenda de esta contienda, pues afecta a toda la población asalariada. Y no solo a la población asalariada sino a la soberanía del país, lo cual no es poca cosa.

Otro motivo para incorporar a la clase obrera a la pelea es la profundización de las privatizaciones. Este plan de privatizaciones involucra por lo menos a cinco sindicatos: el sindicato de AFE, el del puerto, el de la enseñanza , Ose y UTE.

Ya es del dominio público que se correrá un tren privado desde Montevideo a Paso de los Toros; que se le construirá una terminal portuaria de uso exclusivo de UPM.
Los programas de estudio de las escuelas técnico-profesionales de los departamentos cercanos a UPM serán intervenidos por la multinacional, lo cual configura otra vuelta de tuerca en la privatización de la enseñanza. Desde ya que esto involucra a los gremios de la enseñanza, pero también coloca a los gremios estudiantiles a sumarse a esta lucha. La FEUU también tiene que pronunciarse.

UPM hará uso y abuso del agua del río Negro, lo cual constituye también una privatización. El gobierno se compromete a comprar energía a UPM a un precio inflado durante 20 años una cifra no inferior a U$S 4.000 millones. Urge que estos sindicatos se pronuncien.

La instalación de la planta dejará a una cantidad de familias de pescadores de la zona sin trabajo. El sindicato de la pesca debe pronunciarse sin demora.

Y por último, y tal vez lo más importante, el convenio de regimentación sindical, firmado entre el gobierno, UPM y el PIT-CNT.
Todo el capítulo VI del convenio establece, de un modo categórico, la regimentación del derecho de huelga.

Toda reglamentación del derecho de huelga constituye una limitación, una amputación, pues, se les señala a los trabajadores, cuando, como, a qué hora pueden empezar la huelga y a qué hora la deben levantar. El derecho de huelga para constituirse como tal, no puede tener ningún tipo de reglamentación. La decisión de ir a la huelga, (el cuándo, el cómo, la duración), es potestad exclusiva de los trabajadores.

Este convenio permite una medida de fuerza, solamente una vez que se agote un sinfín de condiciones reglamentarias. Y son tantas, que la huelga o la ocupación del lugar de trabajo es muy remota o inalcanzable, lo cual le brinda a UPM la paz que buscaba en los acuerdos con los sindicatos.

Por otra parte, este convenio de regimentación sindical, (que nos es posible sin la participación de la burocracia sindical), retoma un objetivo común a los gobiernos capitalistas y las cámaras empresariales, que viene de larga data y se entronca con la política actual, hoy en marcha en Brasil, Argentina y Uruguay de imponer una reforma laboral. Los intentos de imponer convenios por empresa no han surgido recién, sino que tienen sus primeros movimientos en el gobierno de Lacalle, (en cuya gestión se inauguraron las cláusulas de paz social en los convenios colectivos), y durante el gobierno de Menem con el convenio Fiat-Smata. El convenio por empresa es la liquidación de una conquista histórica del movimiento obrero como han sido los convenios colectivos.

Los acuerdos laborales firmados aquí se transformarán en leyes para todo el país. En base a esto, dicho convenio es un documento marco para todo el período del siguiente mandato presidencial, y un adelanto acerca del magnitud del ataque al movimiento obrero en el próximo gobierno, sea frenteamplista o blanco.

Constituye una gran oportunidad para el movimiento en contra de UPM2, el convocar públicamente a la dirección del PIT-CNT a repudiar este acuerdo anti obrero. Cierto que esta dirección no lo hará, pero, la divulgación de esta convocatoria nos permitirá un acercamiento al movimiento obrero, hoy ausente en el movimiento. Los dirigentes sindicales se han comportado igual que el gobierno y los capitalistas. El contrato ROU-UPM se rubricó entre gallos y medianoches y nuestros “sindicalistas” del mismo modo, sin consultar a los trabajadores, han violentado la democracia sindical. Todo convenio debe ser puesto a consideración de las asambleas, así lo define la práctica habitual de los sindicatos. Por lo tanto, dentro de la convocatoria, también debería incluirse un llamado a asambleas obreras para repudiar este convenio de liquidación del derecho de huelga.

Por todo lo dicho, se hace necesario, si no imprescindible, contribuir a despertar las tendencias dormidas que anidan en nuestra clase obrera con el objetivo de incorporarla a la lucha. Hay que apelar a las reservas combativas que están ahí, agazapadas, latentes.

Muchos pueden pensar que los sindicatos están podridos y que por eso, no vale la pena llamar a los obreros a luchar. Y se les puede dar la razón dentro de ciertos parámetros. Pero, lo cierto, es que es una visión distorsionada que toma la parte por el todo. Es cierto que algo huele a podrido en los sindicatos de nuestro país. Pero esos vapores no vienen de los obreros. La pudrición está en la dirección. Es necesario que los trabajadores se sacudan este peso muerto. Con esta convocatoria estaremos contribuyendo a incorporar a tan importante contingente a una lucha que no se acaba con la instalación de la planta.

Llamamiento a todos los colectivos que se han pronunciado contra UPM2 a golpear juntos.
Que los colectivos busquen la unidad con el movimiento obrero lanzando una convocatoria al PIT-CNT para que repudie el convenio de “Paz Social” y prepare asambleas obreras para definir una agenda de lucha.

Fuera UPM2 y su tren. Ni este Ni otro contrato

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Author: Antonio Buday