El pseudo congreso del PO oficial y la CRCI

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El pseudo congreso que el aparato del Partido Obrero viene de realizar ha soslayado por completo el carácter histórico de la crisis de ese partido, a la que ha convertido en un asunto administrativo; lo mismo ha ocurrido con la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional. Soslaya por completo que el programa de la CRCI, escrito por Jorge Altamira, aprobado por numerosos partidos que se reunieron en Buenos Aires en abril de 2004, que incorporaron sus propios aportes y correcciones, es el programa oficial del Partido Obrero.

En marzo pasado, el Comité Nacional del Partido Obrero “oficial” aprobó un documento titulado “La CRCI y la lucha por la internacional revolucionaria”, para “el debate del XXVII Congreso”.

En las resoluciones del autodenominado XXVII Congreso no se incluye, sin embargo, ninguna referida a este texto; solamente ocupa los últimos 2.300 caracteres de una “resolución internacional”. Según un brevísimo copete introductorio, esta alusión “se integra (sic) al informe internacional presentado para discusión del XXVII Congreso, el balance puesto a debate sobre la CRCI, así como las actualizaciones de la situación internacional y sobre América Latina publicadas en la revista En Defensa del Marxismo Nº 55”. Todo esto no pasa de un amontonamiento de palabras. Lo cierto es que el pseudo Congreso del Partido Obrero “oficial” ni siquiera abordó el asunto, del mismo modo que tampoco se pronunció sobre la expulsión de 1.200 militantes, incluidos miembros de su Comité Central saliente, decidida por un puñado de personas en la noche de un sábado a finales del junio de 2019. La pretensión del aparato de “dar por superada” la crisis partidaria es una ilusión – sólo da “vuelta de hoja” con el programa y los métodos históricos del PO, sin ofrecer otra alternativa que el aparatismo.

La señalada ´resolución internacional´ reivindica “el método histórico del reagrupamiento internacional de Génova de 1997 y posteriormente de la CRCI”, para justificar la reciente ´Conferencia Latinoamericana´ realizada junto a partidos del FIT-U, en un acto de clara usurpación política. Esta ´conferencia´ no fue introducida por ningún debate preparatorio y se desarrolló en medio de ataques faccionales inauditos, con el único propósito de arengar a una audiencia cautiva. Los portavoces del aparato del PO ni siquiera mencionaron el “método histórico” cuando armaron aquel torneo telemático de insultos y querellas que fue la “conferencia latinoamericana”.

Esta reivindicación tardía, introducida en el copete de la “resolución internacional”, pone en ridículo al grupo dirigente del PO, que en su “plan de trabajo internacional” ordena confeccionar una agenda de “reuniones bilaterales” para sustentar una segunda conferencia. Los demás componentes del FIT-U ya adelantaron sus reservas a repetir aquel oprobioso evento. Luego de la “histórica” conferencia “que reunió a más de 50 organizaciones de América Latina y Estados Unidos”, los saludos recogidos en el XXVII Congreso del PO se limitaron a cuatro pequeños grupos desconocidos, sin tradición ni trayectoria, ninguno de ellos vinculado a la historia de la CRCI. El aparato ha convertido al PO oficial en una entidad parroquial, sin ninguna relación ni trabajo internacional. Todo lo que escribe y dice se encuentra en oposición vertebral al programa de la CRCI.

Pasando revista

Nuestra reivindicación de la CRCI representa, antes que nada, la reivindicación de un programa y de un método político-organizativo de construcción revolucionaria”, declaraba el aparato del PO hace siete meses atrás, a modo de ´balance´. Según el aparato, “el método de partir de la tendencia del capital a su autodisolución se demostró correcto para prever el desarrollo catastrófico del capitalismo mundial, como lo ha confirmado todo el derrotero económico, social y político posterior al estallido de la crisis de 2007/08”. En vísperas de las expulsiones decía lo contrario: a saber, la situación histórica no ofrece a la izquierda marxista ni siquiera la posibilidad de una iniciativa política potencial. El parloteo ´catastrofista´ no le ha impedido tachar de “mecanicista” a toda la experiencia histórica del PO, que ahora enrostra a nuestra Tendencia. El pronóstico de crisis de regímenes políticos, por un lado, y crecientes rebeliones populares, por el otro, ha sido reemplazado por la “unidad dialéctica” entre la decadencia capitalista… y el refinamiento de los métodos de dominación de la burguesía. Es una pseudo dialéctica de la regresión histórica – en el horizonte que ella plantea se diseñan sólo derrotas y barbarie. Exactamente lo contrario de lo ocurrido en el mundo y en América Latina, desde la infortunada tarde en que el aparato decidió impugnar el planteo de Altamira, a mediados de 2018, del ingreso a una etapa de rebeliones populares y de posibilidades políticas para la izquierda revolucionaria. La paradoja del debate fue que la única corriente política que se enfrentaba a este pronóstico era esa ´izquierda revolucionaria´, encabezada por el aparato del PO y el conjunto del FIT-U. Ahora el aparato caracteriza que se avecina una “segunda ola de rebeliones populares en América Latina”, pero la primera los pasó por arriba – no fue siquiera advertida y negaban incluso la posibilidad de que las masas y la izquierda tomen la iniciativa.

El “balance” oficial del Comité Nacional del PO pasa el trapo a 25 años de actividad internacionalista por la refundación de la IV Internacional, (en realidad medio siglo, desde el Comité de Organización de 1972 y la Tendencia Cuarto-Internacionalista de 1979), a la que imputa, con carácter retroactivo, es decir, con propósitos faccionales, una deriva “sectaria y propagandista”. El aparato del PO quiere borrar y dar de nuevo, y se encierra en un pantano de auto-construcción nacional. “El alejamiento de algunas organizaciones -dice el balance de marras- fue el reflejo de una evolución política antagónica a la establecida en el programa de 2004”. Agrega: “Las tendencias propagandistas y sectarias se manifestaron tempranamente dentro de la CRCI”. Es decir que partimos de un programa, un método y un estatuto correctos… pero no sirvió para nada. Las críticas que el “responsable” (irresponsable cabría mejor, en este caso) del aparato lanza a las organizaciones que fundaron o se incorporaron a la CRCI, críticas completamente ignorantes, rozan la provocación.

El aparato traza un balance liquidacionista de la CRCI, sin advertir que asume la responsabilidad de su liquidación organizativa. Lanza una serie de epítetos contra varias organizaciones que pasaron por la CRCI, en lo que constituye una admisión de que hay que abandonar la lucha internacional. Lo que el balance omite es lo fundamental: la lucha teórica y organizativa de nuestro partido y de su dirección, para superar esas crisis y reforzar las perspectivas internacionales – desde la posición frente al golpe de estado en Brasil; las posiciones acerca de la evolución de los acontecimientos bolivianos; la formidable caracterización del chavismo, venezolano y continental; los repetidos esfuerzos militantes para horadar esa muralla de contención que ha sido el Frente Amplio de Uruguay. Como ocurre con el oportunismo, el aparato juzga los resultados ‘prácticos’, desde la cómoda posición de los hechos consumados, no desde la trayectoria política que se ha construido. Inclusive, o especialmente, en el caso de la griega Syriza, nuestra dirección política de la época construyó un planteo formidable, porque tuvo que ver con las crisis de regímenes políticos acompañados de un giro brusco de las masas hacia la izquierda del escenario político. Esto explica la reconstrucción del trabajo político en siete países, con la colaboración política del Partido Obrero (Tendencia). El método de la CRCI es el que construyó al Partido Obrero; el aparato sólo recoge de nuestra historia sus efímeros avances electorales, que quizás atribuyan a su ´muñeca´ aparatista, cuando apenas fueron un reflejo parcial de una trayectoria que inscribió al PO en la historia política de Argentina. El aparato busca armar un ´relato´ que justifique la explotación oportunista de un sinnúmero de ‘éxitos’ que no le pertenecen. No ha habido ‘fracasos’ mayores, de acuerdo al concepto existista de este aparato, que las conferencias de Zimmerwald y Kiental, en 1915 y 1916, y el congreso de fundación de la Cuarta Internacional. Para el arribismo, el legado político es un material tóxico.

El aparato del PO traza un penoso derrotero de una gran trayectoria, para concluir que “las crisis capitalistas, incluso cuando tienen la dimensión planetaria de la comenzada en el 2008, no son suficientes para revitalizar e impulsar a las fuerzas revolucionarias si estas no establecen una orientación política, programa, consignas y métodos adecuados, que den cuenta de las condiciones objetivas y subjetivas de la situación que deben enfrentar, con el propósito excluyente de construir partidos de combate que busquen influir de modo decisivo en el proletariado”. Esta parrafada es un monumento a la manipulación ideológica, pues todos los partidos de la CRCI son anteriores a la crisis de 2008, y abordaron esta crisis en base a las perspectivas y programas que se establecieron con anterioridad. Como ahora el aparato toma distancia de esos programas y perspectivas, se convierte en el único que no tiene nada en la cabeza, salvo repetir mal, en el mejor de los casos, los planteos históricos del Partido Obrero. En 2018, estos maestros Siruela de los pronósticos advertían contra la posibilidad de rebeliones populares, es decir que se trazaron una ruta que no correspondía a la realidad. Es así que sufrieron el retroceso electoral de Salta y Mendoza en 2017, y una paliza en las elecciones nacionales de 2019, a pesar de la campaña que realizaron por las cuestiones de género y medioambientales, que en el texto en cuestión son presentadas como las llaves del éxito político. El aparato presidió, además, el derrumbe que tuvo lugar en la FUBA.

El aparato insiste: “Limitar los balances exclusivamente a la verificación de si tal o cual pronóstico se verificó encarna un método equivocado, porque ignora deliberadamente los resultados de la política seguida, que contiene múltiples elementos, entre ellos la disposición política y hasta física (SIC) de una dirección por conquistar posiciones reales en las masas (SIC SIC) de sus respectivos países”. Lo de la disposición “física” busca encubrir uma acusación de cobardes a sus adversarios, hecha de manera, esta sí, cobarde o sea, sin nombrarla. Estamos ante um grupo de desaforados, que desconoce la trayectoria “física” de aquellos a los que critica. Este palabrerío envuelve una exaltación del oportunismo político, que esgrime, para colmo, un aparato en retroceso. El Partido Obrero siempre verificó sus pronósticos en la lucha de clases, como lo revelan famosos editoriales, como aquel de fines de 1999, “El Partido Obrero a prueba”. No se conoce el mismo método de parte del aparato, que ahora celebra una conferencia latinoamericana que fue un fracaso y una actividad internacional que lo ha dejado solo. Porque el informe del pseudo congreso no dice que el aparato ´visitó´ a todas las organizaciones que menciona con desprecio para ganarlas a su posición, con un rotundo fracaso. Como no alcanzaron las uvas, dicen por despecho que están verdes. Lo mismo ha ocurrido al interior del PO, pues los 1.200 militantes de la Tendencia supera la militancia real que reúne el oficialismo.

Los pronósticos están inscriptos en el programa y, por lo tanto, surgen de una comprensión adecuada del momento histórico y sus tareas. La agitación y la propaganda del partido obrero deben servir para reclutar y formar a la vanguardia en la comprensión de la lucha por la emancipación social internacional. El aparato pisotea esto aportando quórum para la aprobación del presupuesto y la venta de tierras públicas en el Chaco, aprobando la ´emergencia alimentaria´ y habilitando la reforma previsional judicial que reclama el FMI o haciendo causa común con los demás blques de la burguesía en la ´censura´ contra el diputado Juan Ameri. Ni hablemos del voto sionista y de la posterior visita a la policía política del sionismo en Cisjordania. “Las oportunidades que ofrece la bancarrota capitalista solo pueden ser aprovechadas si se logra traducir el programa revolucionario en una política concreta que empalme con las aspiraciones más elementales de las masas y los giros de la situación política”. Es necesario advertir al lector que el grupo de iluminados que redacta estas líneas no advirtió el giro político que significó la brusca bancarrota del macrismo, y que sostuvo que ´el enemigo principal´ no era el gobierno de Macri sino el kirchnerismo, incluso antes del Frente de Todos.

El remate inexorable de este derrotero de aparato es que “la ruptura de Altamira y su grupo con el Partido Obrero representó un salto cualitativo de la crisis que la CRCI arrastraba”. “El intento de superar la acción rupturista de Altamira convocando a la reunión de «armisticio» en Atenas fue saboteada y rechazada por esta facción”. Altamira no convocó a ninguna reunión, y menos de ´armisticio´. Altamira no hizo una ´acción rupturista´ sino que pretendió salvar la unidad del partido, por medio de una Tendencia, que está autorizada por el estatuto. El pseudo congreso ni siquiera trató las expulsiones, mostrando que es la marioneta de un aparato.

Estamos, obviamente, ante un balance liquidador. Apenas consumada la operación de ruptura que encabezó el oficialismo del CC, sus emisarios cruzaron el charco para reunirse con los “marginales” del PT, quienes rechazaron en forma y contenido la maniobra con un documento principista. Luego acudieron a Atenas. Allí, frente a la propuesta de “armisticio” del DIP y el EEK, los emisarios pretendieron imponer la disolución de la Tendencia como condición para la reincorporación de los militantes expulsados, mientras se “sustanciaban” los procesos contra Altamira y Ramal en manos de la “comisión de control”. El falaz balance del aparato sobre los resultados de las discusiones en Atenas fue denunciado por el EEK y el DIP, en forma conjunta, cuando la comitiva argentina aún no había atravesado el Atlántico de regreso a Buenos Aires. Savas Matsas redactó un meticuloso balance de la crisis del PO donde recuerda que

 

“todas las secciones de América Latina y los grupos simpatizantes de Uruguay, Bolivia, Venezuela, Chile, Brasil (incluido Osvaldo Coggiola, el reconocido historiador argentino, un cuadro histórico del PO y uno de los principales líderes fundadores de la CRCI) se pronunciaron públicamente en apoyo a la Tendencia de Altamira-Ramal”.

El aparato del PO acusa al PT de Uruguay de “prioriza(r) su alineamiento con el grupo de Altamira por encima de la necesidad de reforzar un polo de la izquierda revolucionaria y los trabajadores a escala continental” y obsataculizar una confencia latinoamericana con los partidos del FIT-U, a los cuales, reglón seguido, tacha de “ser arrastrados y entroncar con iniciativas y maniobras de la reacción o detrás de variantes nacionalistas o centroizquierdistas”.

El bolazo autoproclamatorio es complementado con la lectura ´psicológica´ de la crisis del PO, esto es, el “culto a la personalidad de su fundador o líder”, por referencia a Altarmira. “La ley más general (sic) mostró que la adulación al líder era indirectamente proporcional a la importancia del grupo”. Según este ´balance´, “nuestro partido tuvo la suerte (sic) de ver una degeneración de ese tipo en el POR boliviano, lo cual permitió generar los anticuerpos necesarios para evitar que se repita una experiencia similar”. Este agravio delirante -emitido por personas que, de ser cierto, deberían reconocerse como chupamedias consuetudinarios del último medio siglo (lo que tal vez sea la imagen que tienen de sí mismos)-, pretende disimular la deriva electoralista del aparato que se ha apropiado de la dirección del Partido Obrero. También revela, con su relato infantil, una profunda ignorancia sobre el POR boliviano y la influencia de Guillermo Lora.

La crisis de la CRCI es inseparable de la crisis del Partido Obrero por un conjunto de motivos. No solo porque éste fue su principal animador y su sección más fuerte. Esto, si se quiere, es incluso secundario. La crisis de la CRCI está inscripta en el desconcierto que domina en la izquierda mundial, aunque para muchos es más que eso – es una trayectoria consolidada de centrismo de derecha. En la reunión de Atenas, los partidos anfitriones intentaron resolver “por arriba” una crisis con profundas implicancias políticas y programáticas. No abrieron un debate sobre el contenido de la crisis ni sobre el método de las expulsiones de aparato.

Desde aquella reunión, en la que nuestra Tendencia planteó abordar los problemas políticos de fondo, la crisis mundial se ha agravado. La crisis humanitaria que plantea la pandemia opone la vida o muerte de las masas de todo el mundo a una organización social históricamente agotada. La izquierda recita de memoria “La situación de la clase obrera en Inglaterra” sin observar que la obra de Engels retrata todavía un periodo de ascenso del capitalismo. En su fase actual, el capital no ha removido las casas mal ventiladas donde se apiñan las familias de los obreros, como ocurría en la Inglaterra del siglo XIX, para preservar a la sociedad burguesa, sino que expulsa a los trabajadores sin techo de los descampados que ocupan en su intento por escapar del hacinamiento. Los rescates multimillonarios a la clase capitalista han ido a parar a la especulación financiera, reforzando la miseria de las masas. Las tendencias a la guerra entre naciones se han convertido en tendencias a la guerra civil en el corazón del imperialismo, como hechos palpables, no ya como pronósticos. La pandemia dejará la huella de un episodio histórico. Los autoproclamados defensores de “la continuidad histórica y la vigencia de la CRCI” no han dado cuenta de nada de esto. Por el contrario, se han afirmado en el conservadurismo y la rutina que marcan la inercia de los aparatos.

Desfilan con los viejos atuendos todavía, pero con la vista puesta en la inexorable renovación del vestuario.

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Author: Jacyn