El 17 de julio, tuvo lugar la conferencia de Noam Chomsky en Montevideo. Esta actividad fue organizada por la Fundación Liber Seregni (FA)
La conferencia contó con dos grandes partes: una primera parte expositiva y una pequeña ronda de preguntas. En la primera parte Chomsky señala el riesgo inminente de la humanidad de su destrucción producto de los ensayos nucleares y las industrias predatorias de recursos naturales.
Sobre el primer punto, los ensayos nucleares, es preciso recordar que el propio Chomsky apoyó a la ex candidata Hillary Clinton. Si bien ha señalado que no le simpatizaban ninguno de los dos, era preciso elegir entre el menor de dos males. Esto deja ver una contradicción muy grande con su preocupación por los ensayos nucleares y las guerras, cuando la propia Hillary Clinton, desde su rol de secretaria de Estado de la administración de Obama, bombardeó sistemáticamente a la población civil de Medio Oriente.
Por otro lado, el expositor plantea un escenario fatalista, ya que se encuentran ausentes las propuestas de superación de la crisis que describe. Tratándose de un intelectual colocado a la extrema izquierda en el espectro político estadounidense, las referencias a los movimientos sociales y políticos fueron escasos.
En lo que respecta a la ronda de preguntas, la misma contó con cuatro representantes, previamente seleccionados. Desde la perspectiva política la pregunta fue formulada por Constanza Moreira, que se refirió a los gobiernos progresistas de América Latina, señalando por un lado que estos han derrotado la relación entre dinero con política y por otro que han desafiado el poder imperial de los EE.UU. Esta afirmación, insostenible en nuestro país donde varios sectores del FA miraron con entusiasmo la posibilidad de un TLC con EEUU; o Tabaré Vázquez reconociendo haber estado en negociaciones con el gobierno yanqui ante la posibilidad de un conflicto armado con Argentina; sumado a las relaciones carnales de Vázquez con el mismísimo Bush durante el primer mandato del FA. Chomsky, muy a pesar de Moreira señaló que los gobiernos progresistas no han logrado siquiera el control sobre los recursos que manejan las elites locales. Además de que no se han materializado esfuerzos para transformar y diversificar la matriz productiva, los gobiernos progresistas han sido seducidos por el mercado chino multiplicando la producción de soja y de hierro.
Chomsky comparó las políticas de América Latina con las del sudeste asiático y señaló que en nuestro continente no hay políticas con respecto al capital extranjero y que “vienen los inversores a robarse lo que pueden”.
Fernando Pereira, por su parte le preguntó sobre la decadencia de la hegemonía mundial de EE.UU y el impacto sobre el mundo y América Latina. La pregunta es llamativa dado que, como representante del movimiento sindical, su pregunta no fuera sobre el rol de los trabajadores en cualquiera de los puntos desarrollados por el invitado. Chomsky cuestionó que EE.UU no siga siendo hegemónico a nivel mundial, ya no lo es en su economía nacional, pero sí a través de sus corporaciones que tienen sede en los EE.UU, son financiadas por el gobierno y controlan el 50% de la economía mundial.
Las dos últimas preguntas, referidas a medioambiente y al ámbito académico, le permitieron a Chomsky explayarse sobre dos puntos: los tratados de libre comercio y el papel de la tecnología. Con respecto al primero, señaló que los TLCs no son tales, no solo los que se firman con los EE.UU, sino la mayoría de ellos implican la dominación de una nación sobre la otra. Dentro de estos tratados juegan un rol importante las patentes que establecen un monopolio sobre el producto patentado y cualquier acción de un gobierno para regular a la misma abre la posibilidad de un juicio. Los tratados de libre comercio, señala Chomsky, son acuerdos de inversión y protegen al poder privado.
Estas declaraciones sobre los tratados de libre comercio, el poder de las corporaciones y las inversiones extranjeras es totalmente opuesto a las políticas del gobierno en materia económica. Se buscan constantemente firmar este tipo de convenios: TLC con China, el TISA, ingresar a la Alianza del Pacífico, etc.
La última pregunta, formulada por Rodrigo Arocena (ex rector de la UdelaR) fue si la innovación y la tecnología sirven más a los sectores populares. Chomsky respondió que la tecnología en sí misma es neutral y que son los usos sociales y políticos que se le dan a los mismos los que no son neutrales, poniendo como ejemplo el uso de energías renovables como la energía eólica y solar. Vale recordar que en Uruguay se ha innovado en materia energética incorporando la producción eólica, pero esta se encuentra en manos de los privados. Esto también choca con las políticas del gobierno, donde los grandes consumidores de energía no pagan IVA, pero sí los hogares particulares. Esto responde a una política del gobierno donde funciones que pueden ser llevadas a cabo por las empresas estatales son otorgadas a privados y pueden comprometer o manipular el abastecimiento provocando aumentos en las tarifas.
En síntesis, ni el expositor ni quienes convocaron la conferencia pudieron salir de la verborragia centroizquierdista. A su vez, existe una contradicción entre algunos de los postulados del expositor con las políticas efectuadas por el gobierno.
No basta hablar de la catástrofe, hay que transformar la constatación de la catástrofe en programa de acción. No es casual, por tanto, que nadie en la conferencia planteara este aspecto; quienes organizaron el evento son parte de un instrumento político directo del imperialismo, y quien expuso ha dilapidado su trayectoria, optando por el “mal menor” para cerrarle el paso a Trump.
En la época de catástrofe capitalista la salida es superar (destruir) el capitalismo.