Políticas

¿No se acabó el recreo?

Los capitalistas no tienen una solución a la inseguridad

El problema de la inseguridad es en los últimos tiempos un tema recurrente en todo el mundo y más aún cuando se avecinan las elecciones.

Las propuestas que siempre andan en el aire son prácticamente las mismas, o al menos atacan desde el mismo lado. Aumento de la represión. Ya sea, baja de la edad de imputabilidad, más presupuesto para el aparato represivo, más cárceles, más violencia, allanamientos nocturnos, y un largo etc que viene desde el mismo ángulo. Los resultados, sin embargo, son cada vez peores. Es evidente que todas estas políticas lo único que logran es aumentar el pánico, la exclusión, y el negocio de los que lucran con la “seguridad” y el control de la sociedad. Más cámaras, más tecnología para la vigilancia, etc.

Lo que no se discute es la base del problema. No es más ni menos que el sistema capitalista en plena descomposición. La miseria y el hambre, por un lado, la corrupción, el lavado de dinero, la opulencia, y el aprovechamiento de las condiciones de los más vulnerables. Nada nuevo.

Mientras se habla del flagelo de la inseguridad, nada se dice del medio millón de trabajadores que ganan $22.500.- en un país dónde el promedio de los alquileres ronda los $20.000.-. Se aprueba una ley de reforma jubilatoria que empeora aún más las condiciones de los jubilados y activos, de aquellos que aspiran jubilarse en el corto plazo y de la juventud, cuyo acceso al empleo es sumamente dificultoso, con un altísimo porcentaje de desempleo y con condiciones absolutamente precarias. De eso hay que discutir cuando se habla de seguridad. De la miseria de la gente que no puede vivir del salario. Que vive hacinado y expulsado.

No se habla del deterioro en la educación, del recorte de horas y grupos o de eliminación de equipos multidisciplinarios para atender las necesidades de los estudiantes niños y adolescentes. Del empobrecimiento de los programas educativos, con clara intención de preparar a los jóvenes para ser parte de una maquinaria ya toda oxidada y que se cae a pedazos.

Se plantea también la discusión respecto a los deudores y se presenta un proyecto de ley al parlamento y otro de iniciativa plebiscitaria. Ambos dirigidos a la recuperación de los créditos y a mantener la capacidad crediticia de los trabajadores. Nuevamente sin atacar el problema real. El endeudamiento es producto en gran mayoría de la miseria. Si los trabajadores deben endeudarse para comer, para comprar un medicamento, etc, el problema no solo son las tasas de interés y la usura y las ganancias obscenas de más de 1200: de dólares de los bancos, el problema son las condiciones de vida de la clase trabajadora y su salario de miseria.

Mientras tanto los grandes empresarios gozan de enormes beneficios, de exoneraciones fiscales, de leyes específicas para su más cómoda y asegurada inversión, asegurando también mantener las paupérrimas condiciones de la clase obrera. Las rebajas salariales, los despidos, los contratos precarios y para colmo, jugar con la necesidad de los trabajadores de volver a trabajar después de jubilados para poder subsistir.

El narcotráfico campea sin ningún problema. Los cargamentos y el lavado de dinero pasan por delante de los ojos de las autoridades, se liberan líderes narcotraficantes, mientras jóvenes se acribillan en los barrios. La descomposición del sistema no tiene ninguna salida que no sea su final.

La corrupción policial y de todo el aparato estatal (cárceles, poder judicial, etc.) hace inviable el combate al narcotráfico. Los planteos de incluir al Ejército en la represión de los narcos no hace más que ampliar la cantidad de organismos a ser coimeados y corrompidos. Los planteos de habilitar los allanamientos nocturnos son pura demagogia, apuntan en todo caso a seguir atacando el micro tráfico, no a los grandes carteles de la droga, que sale de nuestros puertos con total libertad hacia todo el mundo. La clave es dónde se lava el dinero. El secreto comercial y bancario permite que los carteles de la droga blanqueen sus ganancias en el circuito legal.

La única salida para el problema de la seguridad es mediante la organización y la lucha de las masas explotadas. Por el gobierno de los trabajadores y la unidad socialista de América Latina.

Por el salario mínimo igual a la canasta familiar, prohibición de los despidos, reparto de horas entre empleados y desempleados sin rebaja salarial.

¡Abajo las AFAP y el aumento de la edad jubilatoria! ¡Todos por el plebiscito de la seguridad social!

Por la nacionalización de la banca y el comercio exterior

Por la eliminación del secreto bancario

Por presupuesto para la educación. ¡Abajo la reforma educativa!

Matias Arbizu

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Matias Arbizu

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