La educación pública, en especial la secundaria ha sido objeto de ataques desde todos los partidos con representación parlamentaria: desde mandar a dar clases debajo de un árbol, hasta sostener que los salarios docentes son demasiado elevados, intentos de censura dentro de las instituciones educativas, etc.
El permanente reclamo presupuestal que han desarrollado los estudiantes y trabajadores de la educación cobra hoy una importancia estructural: se configura uno de los recortes presupuestales más brutales de los últimos tiempos, con una reducción de unos $204 millones, el equivalente al 15% del presupuesto total destinado a educación (incluidos rubros como la instrucción militar y otros que no corresponden a ANEP).
Tras darse a conocer la cantidad de horas para el año 2021 por parte del CES, se comprueban las hipótesis más pesimistas, confirmándose el recorte de unas 50.000 horas de clase y cargos, lo que equivale a unos 2500 profesores sin trabajo. Solamente en Plan 2006 de Ciclo Básico (1°, 2° y 3° diurnos) se prevén 150 grupos menos que en este año, a lo que se suman la supresión de planes para adultos en los liceos nocturnos (que no empezarán en marzo, porque los grupos se crearán a partir de las inscripciones), reducción de 1700 horas de Coro, 20000 de Coordinación entre docentes, otro tanto de diferentes cargos que se vinculan con la integralidad de los estudiantes.
Este escenario, traslada a la educación la mutilación que el gobierno de Lacalle Pou y sus secuaces de la coalición derechista están procesando a nivel del gasto público. Se unifica con la profundización del desmantelamiento de la salud pública, el MIDES y la investigación científica: se busca así generar los ahorros que permitan pagar la deuda pública, al tiempo que se generan las condiciones para una mayor privatización, es un negocio redondo para los capitalistas.
Con cifras brutales de desempleo (cerca de 170000 trabajadores desempleados en este momento), con los precios de los alimentos por las nubes, en medio de la incertidumbre que genera el aumento de casos de COVID-19, el gobierno mantiene el impulso de una agenda antiobrera, que constituye un verdadero ataque a las condiciones de vida de las masas.
La burocracia sindical pacta el desempleo y los salarios a la baja
Desde la asunción de Lacalle Pou, la burocracia sindical se ha esforzado por demostrarle al gobierno y los capitalistas que no desarrollarán medidas para enfrentarlos, intentando la estructura de la conciliación de clases, en un estadio de la crisis que ya no permite que funcionen estos engranajes de contención. Las tendencias a la rebelión están presentes a nivel mundial y esas contradicciones no tardarán en expresarse en nuestro país. Esta situación política internacional, sumada a las condiciones en Uruguay, explican (por lo menos parcialmente) el apuro de la burocracia por firmar la rebaja salarial de un mínimo de 5%.
¿Cómo responder?
A nivel de la educación, se hace patente la necesidad de coordinar una plataforma y poner en práctica un plan de lucha que supere las iniciativas, movilizaciones y paros, que de forma aislada resultan insuficientes para combatir a la patronal.
Se trata de luchar contra las privatizaciones de todos los sectores (y la consiguiente efectividad de quienes hoy se desempeñan en ese régimen), salario igual a la canasta familiar, contra los recortes de horas ¡ningún docente despedido!
Las autoridades de la educación deben garantizar los puestos de trabajo para 2021, asegurando como mínimo las mismas horas de este año.
A nivel del movimiento obrero, semejante panorama debería tener una respuesta que unifique las reivindicaciones y conflictos en una huelga general, con movilizaciones en todo el país. El eje de debate en todos los lugares de estudio y trabajo, en los barrios y organizaciones sociales, debería ser cómo dar forma, contenido político y perspectiva a un conflicto que se encuentra en una etapa muy incipiente aún. Las movilizaciones masivas se han sucedido, generando importantes hechos políticos que resultan insuficientes: este panorama se puede revertir generando condiciones para la masificación de un programa obrero y para el desarrollo de la huelga general para conquistarlo.
No es momento para medias tintas, por salario, contra los despidos y la carestía, hay que defender nuestras condiciones de vida y trabajo, #esahora, compañeros.