Desde Chile
Piñera anuncio una “suspensión” del alza de la tarifa del Metro por la televisión hace unas horas atrás, en el mismo momento que se desarrollaban en todo el país cacerolazos, piquetes, barricadas, enfrentamientos directos con carabineros, marchas por las capitales regionales en el sur y el norte del país, quema de edificios de instituciones estatales, quema de estaciones de Metro, quema de bancos, quema de empresas, quema de casetas de cobro de peaje de carreteras y saqueos de supermercados. Esta lucha que partió con la movilización de los estudiantes secundarios en las evasiones masivas, logró sacar de la resignación política a la clase trabajadora y la lanzo a las calles. La rebelión popular le doblo la mano al gobierno y conquistó su primera victoria popular en el momento en que Piñera recula con el alza, así se hizo sentir en la calle, pero la movilización no disminuyo su intensidad, sino que la incremento. Es increíble que hace dos semanas Piñera declaraba que, frente a la crisis total que se vive en los países de América del Sur, que Chile era un “oasis” en la región.
El toque de queda ha sido desafiado en los barrios obreros. A carabineros y los militares en las calles, se suman una gran cantidad de helicópteros. Los oprimidos y explotados han sacado adelante esta lucha con los medios y métodos que ha tenido disponible. A la cabeza tiene a una juventud popular que ha sufrido todos los flagelos de una etapa de descomposición marcada por la miseria social, la frustración y la carencia de perspectivas. La juventud ya no soporta este régimen capitalista podrido. La clase obrera agobiada por los bajos salarios, la cesantía y la miseria social ha vuelto a echar mano a los aprendizajes de luchas revolucionarias pasadas. No olvidemos que, más allá de la crítica que podemos tener a la conducción del UP en el punto más álgido del proceso revolucionario anterior, Chile tiene una clase obrera que sabe de luchas de fondo, que una vez ya luchó con todas sus fuerzas por un gobierno obrero en el periodo 1970 – 73. Esta es quizás, la rebelión popular más intensa en toda la historia del país y abre toda una nueva perspectiva política para los explotados.
Las y los trabajadores se sacudieron de su frustración, ganaron las calles junto a la juventud popular, irrumpieron en la escena política, pero sin una referencia político de peso entre sus filas. Ni los partidos políticos tradicionales, ni el PC, ni el Frente Amplio pueden adjudicarse la dirección de la rebelión popular y la izquierda que se reivindica como revolucionaria, ha reaccionado frente a la crisis. La CUT bajo la dirección del pacto PC – DC llamo a Piñera abrir un “diálogo social” cuando el pueblo estaba en la calle luchando, tomando una actitud criminal de entrega de la lucha popular a las fuerzas de la represión. Por esto urge la unidad en la lucha de toda la izquierda que está en las calles y del sindicalismo con perspectivas de lucha más avanzadas. El problema central de la crisis chilena hoy que definirá su desenlace, es el problema de la crisis de la dirección política de la clase obrera.
Los partidos políticos de centroizquierda con representación parlamentaria (incluido el PC y el FA) estaban cómodos en el parlamento, discutiendo como cambiar aspectos secundarios de las reformas antiobreras de Piñera en medio de una crisis de fondo que no paraba de avanzar en sus tendencias destructivas. Por ejemplo, estaban discutiendo si es que el 4% de cotización previsional adicional que reclama el FMI iba a ser administrados por las AFP o por otras intuiciones financieras, pero nunca llegando al fondo del problema, cuando en las calles la clase obrera ya levanto como suya la bandera del NO+AFP. Pero con esta crisis, con esta irrupción de la clase obrera y los sectores medios en las calles, la agenda política cambiara de cuajo.
Estamos en presencia de algo mucho más complejo que una crisis “de representación”, donde en las próximas elecciones esto se soluciona votando “a los buenos” y dejando de votar “a los malos”. No podemos limitar esta crisis a un problema de “distribución de los ingresos” que se arregla con un impuesto más a los ricos y con un subsidio más a los pobres. Estamos en presencia de una fenomenal crisis de conjunto de todo el régimen político, una crisis estructural que emerge desde las bases económicos capitalistas descompuestas que han llegado a un punto de contradicción tan extremo, que la clase obrera sale a la calle para rebelarse frente a lo insostenible de su situación de miseria social y no estuvo dispuesta a volver asumir los costos de la crisis con una nueva alza. Una crisis de toda la institucionalidad política heredada de la dictadura, que funciona en base a la corrupción y en total favor de las necesidades del capital, ha quedado completamente inoperante frente a la crisis, que quedó completamente cuestionada. Se quebró la cascara democrática del régimen capitalista chileno, quedando expuesto como lo que verdaderamente es, una dictadura del capital. Hoy el presidente y las fuerzas armada son las dos únicas instituciones política que en esta noche están operando en el país. Ni siquiera podemos hablar de un gobierno unido operando, el bonapartismo de Piñera no fue resistido por ni un partido político de derecha, de centroizquierda y de la izquierda democratizante, no han opuesto resistencia a sus medidas, es más, todos estaban esperando “el anuncio del presidente” para ver cómo reaccionar y sumarse a la “unidad nacional”. En las calles el enfrentamiento es el pueblo contra Piñera. La consigna “Fuera Piñera” se impuso por la rebelión popular. La cantidad de familias obreras en las barricadas hasta en estas horas de la noche es impresionante, no tienen miedo, sienten que hacen lo correcto.
La cuestión del poder está completamente expuesta, quedo planteada como premisa en esta nueva etapa política. La intervención consiente de la clase obrera es la única perspectiva que puede brindar una perspectiva de superación de esta crisis en favor de los explotados. La unidad de acción de las de las fuerzas revolucionarias se presenta como una urgencia. Es necesario luchar delimitados de la izquierda democratizante para desarrollar una compresión de las perspectivas revolucionarias actuales, discutirlas con la clase obrera y así, colaborar con la preparación de las luchas que se vienen. Que se realicen asamblea en todos los sindicatos, que se multipliquen las asambleas populares para discutir un plan de lucha nacional.
Que la CUT, la CONFECH y todo el sindicalismo combativo convoquen a un paro nacional activo con la consigna Fuera Piñera como primera bandera de lucha y por todos los reclamos postergados.
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!