La orientación política de ajuste o “gasto cero” en la Rendición de Cuentas y las pautas anunciadas en los Consejos de Salarios de rebaja salarial forman parte de la ofrenda que el gobierno realizó ante el FMI y los acreedores internacionales para garantizar el canje de bonos de las últimas semanas, que le permitió obtener U$S 1750 millones de financiamiento a una tasa del 5% -frente a un vencimiento de deuda de U$S 3.000 millones en 2018.
La exitosa operación financiera tiene corto vuelo. Los estallidos de la bolsa de Nueva York en Febrero, la devaluación internacional del dólar y la reversión del flujo de fondos que había incentivado el ‘carry trade’ -a partir del aumento de las tasas de intereses del Banco Central de EEUU-, han iniciado un período de estallidos financieros. El gobierno se adelantó a lo que será el final del período de financiamiento -relativamente- barato para América Latina.
Esta perspectiva refuerza la necesidad de un mayor ajuste capitalista. Las dos grandes batallas que la clase obrera tiene por delante, en los Consejos de Salarios y la Rendición de Cuentas, tienen lugar en el marco de un impasse económico y político de conjunto en América Latina.
Crisis continental
El agravamiento de la crisis mundial está llevando a crisis políticas crecientes en todo el continente, como la destitución en Perú del derechista Kuczinski, incapaz de gobernar por una parálisis política. En Argentina, la pretensión de Macri de aumentar el ritmo del ajuste tropezó con una gran reacción popular, coronada en las jornadas del 14 y 18 de diciembre pasado, lo que obligó al gobierno a ratificar el ‘gradualismo’ del ‘ajuste’, para no incurrir en ‘ingobernabilidad’. En Brasil, la prisión de Lula, la militarización de Rio de Janeiro, el asesinato de activistas políticos, evidencian el acrecentamiento de las tendencias golpistas. Lula ha quedado ‘reservado’ como salida de emergencia frente a un eventual estallido de una situación pre o revolucionaria abierta, como último recurso político de contención y desvío político de las masas. En Chile, más de 120 mil estudiantes salieron a la lucha contra Piñera.
Finalmente, asistimos a manifestaciones populares masivas -bajo una dirección política patronal- en Nicaragua contra el gobierno de Ortega frente al derrumbe previsional.
Todo este cuadro evidencia una crisis sin salida de la dominación política capitalista en América Latina. El agotamiento de los Macri y los Ortega, de los Maduro y de los Kuczinski, de los Piñera y los Lula, tiene la base histórica común de la decadencia capitalista, que condena a estos regímenes a un escenario de permanentes golpes, crisis intestinas y enfrentamientos agudos con las masas.
Correlato nacional
En Uruguay, para sostener la ‘gobernabilidad’ el FA tiene que garantizar la condiciones de dominación política para continuar endeudándose, eso si lo permite la acumulación de la deuda y la crisis mundial que pueden terminar hundiendo el financiamiento internacional. Este impasse económico es lo que explica las crecientes divisiones del régimen, entre la burguesía agraria y el capital financiero. Mediante los canjes de deuda, recortes presupuestales ‘graduales’ y desindexación salarial el gobierno ha postergado el estallido de estas contradicciones. Pero el conjunto de la burguesía exige el final del ‘ajuste en cuotas’ y el pasaje a una reorganización general: reforma laboral, previsional y privatizaciones.
El apoyo del The Economist y el capital financiero al FA -ver artículo Entre Durazno y The Economist- es una confesión de que estas medidas podrían desatar un choque agudo con las masas, especialmente mirando el panorama latinoamericano. Es un apoyo mirando a las elecciones de 2019.
Sin embargo, antes del escenario electoral, el gobierno todavía tiene que pasar la prueba del impasse económico -continúan los cierres de fábrica, envíos al seguro de paro, la inversión no repunta- y ganar la pulseada de fondo contra la clase obrera en los Consejos de Salarios y la Rendición de Cuentas. Cuenta para ello con sus agentes en el movimiento obrero, la recientemente creada corriente “Gerardo Cuesta” (PCU y Articulación) en el PIT-CNT se empeña en contener las luchas y defender al ‘bloque social y político de los cambios’, es decir al gobierno. Son la pata fundamental de la ‘gobernabilidad’ del FA en el vendabal latinoamericano. De otro lado, asistimos a un proceso que ha llevado a direcciones clasistas y sin vinculaciones orgánicas con el FA a las direcciones de importantes sindicatos, que han sido protagonistas de importantes luchas en los últimos años.
Perspectivas y agenda
En este cuadro, Uruguay está más cerca de ‘latinoamericanizarse’, que de revertir el rumbo de la etapa. La cuestión fundamental es la respuesta independiente de la clase obrera y sus organizaciones al ajuste del gobierno de Vázquez. No se trata de elegir entre los ajustadores ‘neoliberales’ y ‘progresistas’, sino cómo organizamos y desenvolvemos un plan de lucha que unifique la pelea contra la rebaja salarial y el desempleo, las tercerizaciones, el trabajo precario y la destrucción de la educación y salud.
Naturalmente, esta lucha -que se opone al chaleco de fuerza que quiere imponer la burocracia- exige un programa: desde un salario igual a $37.000 y delegados en los consejos de salarios elegidos en asamblea hasta la ocupación de toda empresa que cierre o despida masivamente; el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; la anulación inmediata de la Ley de Riego; 6+1 del PBI para la educación; contra todas las reformas laborales y jubilatorias dictadas por el gran capital. Todo esto exige que el PIT-CNT rompa con el gobierno.
El telón de fondo de esta agenda es un nuevo estadio de la crisis mundial. Esa misma crisis capitalista, a su turno, es la que condena a los regímenes continentales, sin exclusiones. El Partido de los Trabajadores sale con todas sus fuerzas para intervenir en esta etapa política preparatoria, para que la izquierda revolucionaria sea protagonista de la lucha planteada para la clase obrera y los explotados. Frente a la polarización de variantes capitalistas señalamos que la clase obrera debe trazar una perspectiva y salida propia, terciando en el escenario político nacional de forma independiente mediante la lucha por sus reivindicaciones y un programa de reorganización de la economía sobre nuevas bases.
En este sentido, convocamos a todos los sindicatos, gremios y agrupaciones combativas y la izquierda clasista a concretar una coordinación para convocar y organizar un acto alternativo al acto central del PIT-CNT, que nos permita la participación en esta instancia pero que, al mismo tiempo, abra una tribuna para que hablen los luchadores, con una perspectiva de independencia política e internacionalista. El tenor de los giros bruscos del cuadro político internacional se revela en que pocos meses después de que la burocracia sindical entregara al movimiento obrero a la reforma laboral de Macron, se desató un movimiento huelguístico que sacude toda Francia. En este escenario de giros bruscos es en el que se desenvuelve el poderoso movimiento obrero uruguayo.
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