El desconocimiento por parte del gobernador Arcioni de las paritarias acordadas, la suspensión en la atención de la obra social provincial y el pago escalonado de los salarios de los trabajadores estatales ha tenido una respuesta contundente con “el chubutazo” del pasado 8 de agosto: un enorme paro de 72 horas y una marcha multitudinaria a la Casa de Gobierno para reclamar por el cobro en tiempo y forma de los salarios, por la eliminación del pago escalonado y contra recortes en la obra social.
Además de la participación de los trabajadores de la salud, docentes, judiciales y auxiliares, se destacaron los piquetes en las principales rutas, en especial de los obreros de la construcción de UOCRA. Se configuraron todas las característica de una rebelión de la clase obrera. Argentina asistió a una “previa” de lo que va a ocurrir cuando un próximo gobierno intente un ‘ajuste’ aún mayor al implementado hasta ahora, o a un intento de enchalecar a los trabajadores en un “pacto social” sin reponer las pérdidas sufridas por los asalariados y jubilados en los dos últimos años. Chubut ha propinado un paliza a los portavoces del ‘reflujo’ y de quienes recomiendan recetas de adaptación en la luchas por los salarios “en tiempo de crisis”.
Arcioni se defiende alegando que la situación financiera y económica de la provincia es pavorosa. Desde 2015 a esta parte, el endeudamiento provincial supera los 50 mil millones de pesos, el 86% de la cual se encuentra nominada en dólares. Según la calificadora Barclays, Chubut para financiarse necesita un ingreso 12 veces superior al actual.
El gobierno ofrece como salida acceder a un nuevo endeudamiento de 1.500 millones de pesos, en lo que no es más que un intento para utilizar la rebelión popular como un método de presión al gobierno nacional. Lo único que ha conseguido es la renuncia del ministro de Economía, Luis Tarrío. Arcioni pretende hacer “la gran Alicia”, un rescate de Macri a cambio de “un déficit cero”, como pactaron los Kirchner en Santa Cruz. Cuando faltaban minutos para desencadenar la rebelión, Arcioni se había presentado en Rosario para hacer de coro a la candidatura de F-F. La expectativa de este sujeto de obtener un salvavidas de un gobierno K está muy lejos en el horizonte, si es que ese horizonte se presenta, porque los trabajadores chubutenses han mostrado que no están dispuestos a esperar a diciembre. Un dato político para nada menor es que esta crisis ocurra apenas dos meses después de la reelección del gobernador Arcioni (PJ) el pasado 9 de junio. La papeleta electoral se ha revelado una estafa para el pueblo y un espejismo de gobernabilidad para ‘los electos’. MM y FF harían bien en poner las barbas en remojo.
El comienzo de la rebelión
El pasado 2 de julio, en el marco de la Mesa de Unidad Sindical (MUS), se votó el primer paro. Luego se sumaron una serie de paros, retenciones de servicios y asambleas. Los jubilados, por su parte, tomaron las sedes de SEROS en Esquel y Rawson. El 22 de julio, luego de las vacaciones, los docentes no retomaron las clases. En tanto, un sector de ATE confluyó a partir del 26 de julio con el sector docente, ATECH, que iniciaba un paro de 72 horas, continuó con asambleas escolares hasta el 6 de agosto y retención de tareas a partir del 7, que tras el anuncio de desconocimiento de paritarias y un plan de pago escalonado, se convierten en un nuevo paro y se concreta la marcha a Rawson.
Es decir, durante los días anteriores a la jornada del 8 ya se podía visualizar el espíritu de lucha de los estatales. Todas las medidas de movilización eran masivas. En ese contexto, el anuncio provocador del gobierno fue un disparador. El paro estatal fue prácticamente total. Sin respuesta, ahora la huelga continúa por otras 120 horas.
Por la huelga indefinida
La dirigencia de la MUS, encabezada por las dos CTA y la CGT Ubaldini, reclama una ley de emergencia tributaria, con un sector de los diputados de la “oposición”. Sin embargo, un proyecto similar fue tratado y modificado por los diputados el año pasado. Es decir, se trata de una vía muerta. Como plantearon los trabajadores de la educación que se autoconvocaron en el ministerio de Educación después de la gran marcha y repudiaron a las direcciones sindicales, es necesaria otra estrategia. La situación exige la declaración de la huelga indefinida, no ya de los estatales sino de toda la clase obrera. Es la lección que emerge de la larga lucha de Santa Cruz, donde el sacrificio de los docentes fue insuficiente para quebrar al gobierno K y obtener las reivindicaciones. Es necesario que las asambleas voten la huelga indefinida y la extiendan a todas las reparticiones y sindicatos. Sobre la base de la huelga indefinida, la formación de comités locales y un Congreso de Trabajadores debería dar paso a un Comité de Huelga provincial, electo y revocable por los delegados y los trabajadores.
El escenario de la lucha electoral es propicio para que la crisis política de Chubut sea objeto de una infinidad de maniobras y operaciones, que no corresponden a ningún interés de los trabajadores. Propiciar la caída del gobierno podría estar en el interés electoral de algunos sectores del macrismo, sin olvidar el largo coqueteo que tuvieron con Arcioni; lo mismo podría ocurrir con los kirchneristas que disputaron la elección provincial a Arcioni. De un modo más general las maniobras políticas apuntan a desviar la atención de las masas hacia promesas sin fundamentos y paralizar de este modo la lucha. Denunciamos el carácter anti-obrero de cualquier palabrerío político y llamamos a concentrar toda la atención y toda la fuerza en una huelga general indefinida hasta la satisfacción del conjunto de las reivindicaciones.
La clase obrera chubutense tiene experiencia en rebeliones: en 1990, se produjo el “Chubutazo” que echó al gobernador Néstor Perl; en 2003, la rebelión de Esquel contra la megaminera Meridian Gold; en 2016, las puebladas contra los despidos petroleros paralizaron Comodoro; en 2018, la huelgas docentes que enfrentaron la represión. Una huelga indefinida devolvería al escenario todos los reclamos del pueblo: la defensa del medio ambiente contra la minería, incluido el petróleo; la anulación de los convenios de flexibilidad laboral; la expropiación sin pago de los grandes latifundios y reservas acuíferas, a la Benneton, y la entrega de la tierra a los trabajadores y pueblos originarios.
Chubut es Argentina. Abajo los gobiernos capitalistas del hambre y la decadencia. Por una Constituyentes Soberana. Por un Gobierno de Trabajadores.
En base a informes de Marcelo Saravia (docente de Comodoro Rivadavia) y otros compañeros.